Si hace crack...

Yo se lo voy a explicar. Es muy sencillo, si presta atención. Mire: ve allá, ese botoncito rojo, sólo es cuestión de apretarlo. Apoya el dedo índice derecho, le pone un poco de presión y ya está. En poco tiempo, todo se arregla.
–Ehhh... usted dice... que si aprieto ese botoncito... no sé... a mí me da un poco de cuiqui.
–Sí, por supuesto, es lo habitual, es comprensible. No se preocupe. Pero yo le garantizo que va a estar todo bien. Todo cambio implica riesgo, incertidumbre, sensación de abismo. Un psicólogo se lo explicaría mejor que yo. Pero quédese tranquilo. Relájese.

El ranking por Ganancias

La recaudación del Impuesto a las Ganancias sobre las personas físicas representa en la Argentina un 2,5 por ciento del PBI, en línea con Brasil (2,6 por ciento) y México (3 por ciento) y por encima de Chile (1,4 por ciento). En cualquier país desarrollado, la importancia del impuesto es muy superior. En la Argentina son afectados por el tributo algo más del 10 por ciento de los asalariados, sin embargo, el reclamo por Ganancias domina desde hace años la agenda fiscal. Es un impuesto progresivo e indispensable pero ha acumulado numerosas distorsiones que abonan el terreno para aquellos que buscan lisa y llanamente su eliminación.

Alrededor de 1,1 millón de trabajadores pagan el Impuesto a las Ganancias a la cuarta categoría, que afecta al salario. Representa el 10 por ciento de los asalariados y el 7 por ciento de la población económicamente activa, que incluye también a cuentapropistas, trabajadores no registrados y desempleados.

Consensos sociales y devaluaciones

Convocados en la celebración del Día de la Exportación por la Cámara de Exportadores de la República Argentina (CERA), los economistas Miguel Angel Broda, titular de la consultora Estudio Broda & Asoc., y Eduardo Levy Yeyati, de la consultora Elypsis, brindaron su visión sobre la actualidad económica del país. Habitualmente consultados por el establishment financiero y empresarial –y fuertes críticos sobre las políticas heterodoxas oficiales–, las cifras de estos economistas difícilmente podrían ser consideradas como diseñadas a la medida del actual Gobierno.

Según Levy Yeyati, la inflación había descendido del 37% al 25% anual entre el año anterior y el actual, el PBI (el total de lo producido por el país en un año) crecería un 1,5%, mientras que el salario y la confianza del consumidor venían en subida.

No hay magia

“Mago no soy.” Así se plantó el ministro de Economía Axel Kicillof el pasado jueves en conferencia de prensa, haciendo alusión a sectores que criticaban el alza del gasto público y pedían, paralelamente, una mayor asistencia para determinados rubros de la economía. Pero, en rigor, valdría tener en cuenta su autodescripción en línea con lo que afirmó Carlos Tomada sobre la desocupación. Según señaló a Telam el ministro de Trabajo, “este 6,6 por ciento de de­socupación, como dice la Presidenta, no es magia, sino que es política, esfuerzo y voluntad para más inclusión, más derechos y más futuro”. O en palabras del mismo Kicillof, “la caída de la desocupación no es el resultado de la casualidad ni del Espíritu Santo, sino de las políticas contracíclicas del sector público”.

Por cierto, estas políticas contracíclicas pueden también describirse en estrategias y cifras. Más concretamente, en las acciones que el Gobierno se encuentra realizando para blindar al país ante las caídas que experimentan nuestros dos principales socios comerciales.

Dólar y teoría del todo

Uno de los grandes éxitos discursivos de la economía tradicional consistió en la difusión de su ideología mediante conceptos muy simples. No hay mercado, por complejo que parezca y por multitud de variables que incluya, que no pueda ser reducido muy rápidamente a los principios básicos de la oferta y la demanda; la única “ley” económica que siempre funciona, “como la gravedad”, sólo basta con alinear las variables correctas de la manera adecuada. El resultado es epistemológicamente asombroso; la economía bien podría ser la envidia de la física, que continúa buscando una ecuación “sencilla y elegante” que, unificándola, explique la totalidad del universo.

Empleo, salarios y distribución: un análisis para el período post-convertibilidad

La crisis económica de fines de la Convertibilidad dejo un país socialmente devastado, con niveles de desocupación y pobreza inauditos para Argentina. Hacia el año 2001 cerca del 40% de las personas se encontraban en situación de pobreza y cerca del 20% de los trabajadores estaban desocupados. A su vez, la brusca salida de la paridad cambiaria a inicios del año 2002, generó en ese año una mayor caída en el nivel de actividad (10,9%), un aumento del desempleo, lo que no hizo más que agudizar el difícil panorama social. El fuerte incremento de precios producto de la devaluación cambiaria (un 100% para los mayoristas y un 30% para los consumidores) erosionó rápidamente los ingresos de los trabajadores, que en el marco de la depresión económica y alto desempleo, no pudieron aplicar mecanismos de indexación salarial.

Buenas políticas, malos instrumentos

La “calle”, como espacio de expresión de las luchas sociales, puede ser también una radiografía de cada época. “En los ’70 peléabamos contra la explotación patronal, hoy peleamos por ser explotados, por la inclusión”, refería un dirigente piquetero de fines de los ’90 e inicios del 2000, con ironía pero con verdad. Ayer la pelea fue por la incidencia del Impuesto a las Ganancias sobre salarios de 20 o 30 mil pesos. Es una etapa diferente, que también requiere la adaptación de los instrumentos de política.

El Impuesto a las Ganancias “de la cuarta categoría” es uno de esos instrumentos que quedaron desencuadrados, fuera de época y, a veces, con resultados perversos en su aplicación. Emparchado varias veces durante los ’90 con fines recaudatorios (la tablita de Machinea es sólo un ejemplo, Cavallo las hizo peores), los retoques con fines más loables de épocas recientes terminaron por deformarlo más, hasta hacerlo incomprensible. El desconocimiento sobre cómo opera no es un problema menor para la búsqueda de un encuentro entre quienes lo critican y los otros que defienden su “carácter progresivo”.

Reflexiones desde el marxismo sobre el libro de Piketty

El libro de Thomas Piketty, Capital in the Twenty First Century, ha impactado a nivel mundial. Su planteo central es que la desigualdad de los ingresos y de la riqueza ha estado aumentando en los países capitalistas desde los años 1970, y hoy alcanza niveles similares a los que había a comienzos del siglo XX. Esto significa que no se verifica la hipótesis de Kuznets (formulada en los años 1950), según la cual la desigualdad aumentaba primero con el desarrollo del capitalismo, y luego disminuía. De hecho, ya antes de la publicación del libro de Piketty se ha estado documentando que la desigualdad ha seguido una forma de U. Pero el libro de Piketty, utilizando datos fiscales más que encuestas sobre la situación de los hogares, amplía el análisis y confirma el dramático incremento de la desigualdad en las últimas décadas en los países desarrollados. Por caso, en EEUU, desde 1980 a los 2000, la participación en los ingresos del decil más alto de la población pasó del 30-35 por ciento al 45-50 por ciento; y el uno por ciento más rico pasó de tener el 9 por ciento del ingreso en los 1970 a aproximadamente el 20 por ciento en los años 2000 – 2010. Entre 1977 y 2007 el 10 por ciento más rico se apropió las tres cuartas partes del total del incremento del ingreso en EEUU, y el uno por ciento más rico el 60 por ciento del mismo.

“Crean tensiones para su propio beneficio”

Empresarios y sindicalistas firmaron ayer un documento conjunto para apoyar el proyecto industrial que impulsa el gobierno nacional. “Los trabajadores industriales vamos a defender los logros de los últimos años, porque vuelven a surgir las voces del engaño, las voces de los ’90”, dijo Gerardo Martínez, de Uocra. Los puestos de trabajo, el poder de compra del salario, la inversión, la productividad de las fábricas y la incorporación de tecnología fueron los pilares para sostener el crecimiento de la última década. Para potenciarlos, el texto concluye que será central conservar la política de Estado, lo que permitirá superar las tensiones actuales y avanzar en el desarrollo del país.