La austeridad fiscal y la rentabilidad: el doble dilema europeo

Esta nota parte de una pregunta: ¿cuál ha sido el efecto de cinco años de crisis en el reparto del valor añadido? La respuesta a esta pregunta tiene que tener en cuenta el impacto de las políticas de austeridad fiscal. La consideración conjunta de estas dos cuestiones plantea un doble dilema que permite comprender mejor la "regulación caótica" en la que ha caído Europa.

Crisis, rentabilidad y crecimiento

Una recesión general conduce, en un primer momento, a un aumento de la participación de los salarios en valor añadido, y por lo tanto a una menor tasa de margen (los beneficios en relación al valor añadido). La participación de los salarios evoluciona de acuerdo con el crecimiento relativo de los salarios y la productividad: aumenta si el salario está aumentando más rápido que la productividad, y viceversa. En una recesión, la productividad disminuye, mientras que los salario se reducen menos o siguen creciendo. Hay por lo tanto una caída de la tasa de margen.

La dinámica de la remuneración del trabajo en la economía

Esta nota analiza la evolución y la dinámica de la participación de la remuneración de los trabajadores asalariados en el Valor Agregado Bruto. Entre las conclusiones se destaca que para el período 1993-2010, la mayor participación se registró en 2009.

El desarrollo de este análisis se basó para el período 1993-2007 en la Cuenta Generadora de Ingresos (CGI) elaborada por la Dirección Nacional de Cuentas Nacionales (DNCN), en tanto que, para el período 2008-2010, más el primer semestre de 2011, se utilizó información de variables relativas al mercado laboral suministrada por el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (Subsecretaría de Programación Técnica y Estudios Laborales, Dirección General de Estudios y Estadísticas Laborales), en base a la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del INDEC. A su vez, las variables macroeconómicas, tales como el Producto Bruto y el Valor Agregado, son suministradas nuevamente por la DNCN.

La fábula del salario y la inflación

La Argentina mediática describe las relaciones laborales así: de un lado los empresarios “preocupados”, “angustiados”, “agazapados”, desvalidos frente al “avance desmedido” de los sindicalistas que “muestran los dientes”, “voraces” en sus “presiones salariales” –los encomillados no son casualidad–. En el país que dibujan Clarín, La Nación y sus subsidiarias menores rige una lógica binaria dónde las sufridas empresas locales son rehenes de sindicatos desbocados que, con su desmedida ambición salarial, son responsables casi absolutos de la inflación. Porque ésa es la conclusión que el establishment impuso a sangre y fuego hace tres décadas: que el incremento de salarios es el principal motor de la inflación. No existen otras variables. No hay factores monetarios, fiscales o captación de renta que explique, para este relato, por qué suben los precios. La culpa es de los asalariados y de su temeraria intención de querer vivir mejor.
Habráse visto semejante imprudencia…

Con las paritarias a la vuelta de la esquina, la demonización de los salarios volvió al tope de la agenda política. Desde que el gobierno de Néstor Kirchner restituyó el ejercicio de las paritarias y la noción de dignidad laboral, las campañas tendientes a moderar los reclamos sindicales se convirtieron en un clásico del verano. Esta vez con un ingrediente adicional: el impacto de la “crisis global”. La sugestión, se sabe, suele ser una herramienta eficaz en manos del patrón.