La opción

Julián Blejmar
El bajo nivel de deuda pública que logró el gobierno luego de la política de desendeudamiento llevada adelante desde 2003, es un factor clave para alejar el fantasma de una profunda crisis económica. De hecho, este tipo de crisis, como la que se están viendo en países de la Eurozona, suelen producirse por un excesivo endeudamiento público, más allá de que este no sea el único factor.

La Argentina llegó a tener una deuda del 166,4% de su PBI en 2002, pero la redujo a cerca del 50% el año pasado. Este hecho, sumado a que menos de la mitad de esa deuda es con acreedores privados, ya que el resto se reparte en deuda intrapública (con organismos estatales, y expresada en pesos) y con organismos multilaterales como el Banco Mundial o el Banco Interamericano de Desarrollo, es decir en ambos casos fácilmente refinanciable, da cuenta de la situación de holgura que Argentina tiene al respecto.

En rigor, la política desendeudamiento acabó este año, en el que el Gobierno ya tomó deuda por 1415,9 millones a través de los bonos Boden 2014 y 41.000 millones de pesos por medio de ocho emisiones de los Boden 2016. La deuda tomada en dólares fue a una tasa de interés cercana al doble de la región (8,75%), debido en gran medida al conflicto abierto con los buitres, y ese parece ser el mayor desafío que se presente de cara al futuro, en relación con la deuda pública.

Uno sin dudas mucho menor que el sobreendeudamiento que legaron otros gobiernos, tanto dictatoriales como democráticos.

Miradas al Sur - 2 de agosto de 2015

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