La Gran Recesión, la crisis de la deuda soberana y las alternativas de la izquierda europea

El FMI y la OCDE han anunciado que, tras cinco años de la mayor recesión desde la década de 1930, la prevista recuperación de 2013 – mas débil, lenta y sin creación de empleo que ninguna anterior- simplemente se aplazará. En el caso del Reino de España hasta el 2018. Ello es consecuencia de a) La crisis de la deuda soberana de la eurozona y la recesión que ha provocado; b) la retirada de estímulos en EE UU en 2010 y la debilidad de su reintroducción en 2012 por la situación electoral; c) el enfriamiento de las economías de China e India.

Un plan que no logrará revertir la crisis del euro

El plan del BCE es técnicamente sólido, pero económicamente desacertado. Más destrucción de la demanda no salvará a la moneda única.

Mario Draghi cumplió con su parte. El Banco Central Europeo (BCE) irá a los mercados financieros, en un intento por mantener unida la moneda única hasta tanto los políticos avancen hacia una mayor unión política.

Esa es la buena noticia. La mala es que el proyecto de Draghi no bastará. La impresión que deja el anuncio del jueves de una compra ilimitada de bonos en los mercados secundarios es que técnicamente es sólido, pero económicamente es un error .

Se estanca el motor alemán

En una advertencia inesperadamente dura, el Ministerio de Economía alemán señaló que la baja del crecimiento y una fuerte caída en la confianza empresarial en los últimos meses apuntan a “riesgos significativos” para el panorama venidero.

El informe mensual del Ministerio de Economía alemán difundido ayer produjo una señal de alerta sobre la posibilidad de recesión futura. En tanto, el gobierno alemán analiza la convocatoria de un referéndum para definir qué hacer ante un eventual derrumbe del euro.

Alemania se estanca y va a una recesión

El gobierno de Angela Merkel admitió ayer que su economía corre "riesgos significativos"; cayeron varios indicadores decisivos

Parecía blindada contra la crisis que somete al resto del mundo desarrollado, en especial a las otras potencias europeas. Pero en los últimos días, Alemania sintió el derrumbe a su alrededor y entró en riesgo de recesión, al conocerse indicadores que mostraron caídas en la producción industrial, las importaciones, exportaciones e incluso el hasta ahora invulnerable mercado laboral.

En una advertencia inusualmente dura, el Ministerio de Economía admitió ayer que esas cifras y una fuerte caída en la confianza empresarial apuntan a "riesgos significativos" para el panorama del país.

Alarma en la isla de los benditos: la gestión alemana de la crisis pasa factura a la propia Alemania

Decir las cosas tal y como son. Caer en este atrevimiento es llamar al ostracismo social en Alemania, el país de los ilusionistas. “¿Crisis? ¿Qué crisis?”, se preguntan los ciudadanos de la República Federal Alemana mientras señalan con el dedo al resto de Europa. La crisis es cosa más bien de los demás, no nuestra. A nosotros nos va estupendamente. 2011 fue un año récord. Por vez primera el volumen de las exportaciones alemanas a todas las regiones del mundo rompió todos los récords y alcanzó cifras billonarias. Alemania es una isla en auge económico rodeada por la miseria de los países vecinos, que uno tras otro caen en la crisis.

Francia, una nueva potencia que va hacia la recesión

La economía francesa, víctima colateral de la grave crisis de la eurozona, caerá en una recesión moderada en el tercer trimestre de este año, según una primera previsión del Banco Central. Ese repliegue del crecimiento amenaza con perturbar los esfuerzos del gobierno socialista de François Hollande para cerrar el presupuesto sin agravar el déficit ni aumentar la política de rigor.

El producto bruto interno (PBI) se replegará 0,1% en el período junio-septiembre luego de otro retroceso similar en el segundo trimestre. Se considera que un país cae en recesión -como ya lo hicieron este año Italia y Gran Bretaña- cuando acumula dos trimestres consecutivos de crecimiento negativo.

Una nueva Torre de Babel

Mientras Europa evalúa avanzar hacia una mayor integración para intentar salvar el euro, cada vez se parece más a la bíblica Torre de Babel, por su incapacidad para completar su ambicioso proyecto debido a que sus habitantes no sólo no hablan el mismo idioma, sino que tampoco comparten el lenguaje político y económico.

Todos los reflectores apuntan a Alemania, Francia, Italia y España, las cuatro principales economías de la eurozona, que se pelean por las propuestas de unión bancaria, de emisión conjunta de eurobonos y de un mayor control de los presupuestos y las políticas económicas nacionales por parte de la Unión Europea (UE).

Dejar el euro será traumático... pero peor será mantenerlo

Ya está cerca el desenlace de la tragedia griega del euro: es muy probable que este año o el que viene, Grecia declare la cesación de pagos de su deuda y abandone la eurozona.

Posponer la salida para después de las elecciones de junio, con un gobierno nuevo comprometido con alguna variante de las mismas políticas que ya fracasaron (austeridad recesiva y reformas estructurales), no restaurará el crecimiento ni la competitividad. Grecia está atascada en un círculo vicioso de insolvencia, pérdida de competitividad, déficits externos y una depresión cada vez peor.

La única forma de cortar este círculo es iniciar un default con abandono del euro, en forma ordenada y con coordinación y financiación del Banco Central Europeo (BCE), la Unión Europea (UE) y el FMI (la "troika"), de modo de minimizar los daños colaterales para Grecia y el resto de la eurozona.

Reino de España: bienvenidos al cuatrienio negro

Tres meses después de la derrota electoral del PSOE -un descalabro sin precedentes en esta segunda restauración borbónica, y transcurridos ya dos meses desde la formación del gobierno de “concentración marianista” (según la certera y divertida calificación del periodista Enric Juliana), empiezan a dibujarse las grandes líneas de contrarreforma que la derecha política en el gobierno pretende desarrollar, a fin de alterar substancialmente (a su favor) una relación general de fuerzas cada vez más desfavorable para las clases populares.

El contexto se le presenta bifronte al gobierno del PP. Una herencia de Zapatero que provoca tal rechazo en el electorado, se–aladamente en la izquierda, que el PSOE sigue cayendo en las encuestas de opinión tres meses después de la derrota electoral de Rubalcaba. Eso a babor.

Puerta giratoria

El recorrido de la crisis económica de Estados Unidos y de la Eurozona provoca cierta incredulidad desde la mirada de la experiencia argentina de haber transitado un proceso similar. La debilidad de los liderazgos políticos no se origina simplemente por deficiencias en la gestión, en ingenuidad o negación de los responsables de la gestión. Están subordinados a los intereses de las corporaciones financieras, se asemeja a como aquí los gobiernos adquirían a libro cerrado planes económicos confiando el Ministerio de Economía a Bunge&Born, a Domingo Cavallo con la Fundación Mediterránea, a Roque Fernández con el CEMA o a Ricardo López Murphy con FIEL. El saldo fue la peor crisis de la historia económica argentina. Esos economistas con sus respectivos equipos eran asesores del sector privado, y luego de pasar por la función pública volvieron a sus conchabos originales o a revistar en la plantilla de organismos internacionales. Ese trayecto se conoce como la “puerta giratoria” de representantes de los intereses del poder económico, de quienes no habría que esperar otra cosa que medidas que beneficiaran a su grupo de pertenencia. En Estados Unidos se exhibe con mayor transparencia ese estrecho vínculo de funcionarios en áreas claves de la economía con el sistema financiero. Por eso es una ironía que los mismos que provocaron la crisis sean los que se presenten como los portadores de la solución para superarla.

La desregulación del sistema financiero estadounidense fue instrumentada por funcionarios que previamente trabajaron en instituciones bancarias, y ahora son los responsables de administrar la crisis precipitada por esa medida. Larry Summer, secretario del Tesoro de la administración Clinton, ocupó la presidencia del Consejo Nacional Económico de Obama. Fue el promotor de esa desregulación que incluyó la eliminación de la separación entre bancos comerciales y bancos de inversión. Esa medida había sido establecida en 1932 por la ley Glass-Steagall Act, como consecuencia del crac del ’29, y fue suprimida mediante la ley Gramm-Leach-Billey de 1999. En el siguiente cuadro se observa que esa red “puerta giratoria” tiene una continuidad en gobiernos demócratas y republicanos.

George W. Bush tuvo como secretario del Tesoro a Henry Paulson, quien trabajó en Goldman Sachs desde 1974, y era su director cuando ingresó en ese gobierno. En un esclarecedor documento del economista Julio Sevares publicado en la revista Realidad Económica (Nº 260), se explica que dos años antes de convertirse en funcionario Paulson encabezó un grupo de bancos de inversión que presionó por la reducción de los requerimientos de capital propio a las entidades. “La influencia de las finanzas sobre las regulaciones financieras se canalizó a través de los hombres del sector que participaron o participan en los gobiernos”, señala Sevares en “El poder financiero en la desregulación y liberalización de las finanzas”.

Las instituciones financieras tuvieron un papel central en promover la desregulación del sistema con sus ejecutivos convertidos en funcionarios, para luego también ejercer una impresionante capacidad de lobby para obtener el rescate por la crisis que provocaron. Después de la caída del banco de inversión Bear Sterns, las seis entidades más grandes de Estados Unidos (Goldman Sachs, Bank of America, JP Morgan-Chase, Citigroup, Morgan Stanley y Wells Fargo) ejercieron un activo lobby para influenciar en el Congreso y en el gobierno. Sevares revela que ese grupo ha contratado más de 240 ex funcionarios de gobiernos como lobbystas y gastaron centenares de millones de dólares en esa misión. Muchos de ellos “fueron arquitectos del régimen bancario que llevó a la crisis, cuando eran empleados en el Congreso o en puestos del gobierno federal”, afirma Sevares en base a la investigación de Kevin Connor Big bank takeover. How too-big-to-fail’s army of lobbyists has captured Washington, publicada por el Institute for America’s Future. El saldo que ofrece ese documento es impactante: en el conjunto de lobbystas de los seis grandes bancos y sus asociaciones, 243 trabajaron en el gobierno federal, 202 en el Congreso y el resto en la Casa Blanca, el Tesoro o en agencias gubernamentales de relevancia.

Sevares informa que, según la investigación de una organización de defensa y educación del consumidor de los Estados Unidos, en la última década las organizaciones financieras invirtieron 5100 millones de dólares en comprar influencia política. De ese monto, 1700 millones fueron “contribuciones de campaña” a congresistas y candidatos presidenciales, y el resto como pago a los lobbystas del sector financiero en el Congreso y en otras instancias del Estado. “Los congresistas que apoyaron las medidas favorables al sistema financiero recibieron mucho más dinero que los que no las apoyaron”, revela Sevares. Bajo esas normas institucionales, esa práctica no se la denomina corrupción sólo porque está legalizado ese tráfico de influencias y dinero.

No se trata ya sólo de que la aplicación de teorías económicas incorrectas conduce a políticas incorrectas, como se demostró con el neoliberalismo en la década del noventa en Latinoamérica y ahora en Estados Unidos y Europa. Más aún, esas políticas han fomentado las crisis y exacerbaron su profundidad y duración. Ese resultado no es un “accidente”, como sostiene el mundo de las finanzas y sus propagandistas, sino que se explica en que los protagonistas principales de la actual fase del capitalismo dominado por las finanzas globales tratan de preservar y ampliar su poder sin importar los costos que ello implica. Para esa tarea cuentan con la suficiente capacidad de influir en las áreas sensibles de los gobiernos que les permiten mantener sus privilegios, sin importar que al mismo tiempo se desmorone lo poco o mucho de la estructura social de esos países que aún mantienen la categoría de potencias mundiales.