El día que se abortó la entrega de soberanía

Raúl Dellatorre
Un informe del sector privado elaborado pocos meses atrás sobre la situación de la producción de petróleo y gas en Argentina, que recoge además el aporte de algunas de las principales compañías que operan en Vaca Muerta, advertía sobre “los cambios de política económica” que debería implementar Argentina “para lograr financiamiento externo” para sus planes de desarrollo en el área de hidrocarburos. “Argentina debe cambiar su política económica integral para atraer a las empresas y al capital y financiamiento externo que se requieren”, llega a plantear en una de sus conclusiones el citado documento. “La explotación de recursos no convencionales es la única oportunidad de la Argentina de recuperar el autoabastecimiento hidrocarburífero”; (pero) “los inversores no van a regresar a corto plazo si previamente no se da un ambiente suficientemente claro y estable para hacer importantes desembolsos”, advertían a su vez los principales ejecutivos de cinco de las principales compañías que ya operan sobre aquella formación geológica neuquina. Esas consideraciones se formulaban y compartían allá por mediados del primer semestre de este año, al mismo tiempo que YPF buscaba cerrar su acuerdo con la norteamericana Chevron para su participación en el desarrollo y exploración del área General Mosconi, con una inversión inicial de 1240 millones a entero riesgo de sus resultados. Chevron, lógicamente, no estaba entre las firmas que participaron con su opinión de aquel documento. Pero además el acuerdo que firmó nada tiene que ver con las pretensiones y condiciones que el señalado informe transmitía. Los detalles y consideraciones de aquel estudio marcan además una referencia sobre la opinión de aquellos que antes hacían lobby a favor de las petroleras acusando al Gobierno de “caerse del mundo” con su política energética, y ahora acusan al mismo Gobierno de “entregar la soberanía” por un acuerdo que poco se acerca a las concesiones que esas mismas voces reclamaban para “atraer al capital extranjero”.

“Los yacimientos no convencionales se desarrollan sólo cuando las medidas macroeconómicas y el marco político lo permiten (...); hay que crear un mejor ambiente de negocios. Si no, es muy difícil que vengan todos los inversores que se necesitan”; “el reconocimiento de precios es un aliciente para la industria petrolera convencional, pero los recursos no convencionales demandan otra escala y variedad de requerimientos”. Son algunas de las expresiones o requerimientos formulados entonces por los máximos responsables de cinco de las “principales firmas” petroleras operadoras en el país.

“Argentina ha perdido el autoabastecimiento. Ha pasado de ser exportador a importador neto de hidrocarburos”, sostiene el reciente informe privado. “Esto repercute en la balanza comercial (sectorial energética), que de ser positiva en 6000 millones de dólares en 2004, hoy es negativa en 7000 millones, con importaciones en hidrocarburos que superarán este año los 13 mil millones”. Y de inmediato pasa a señalar las condiciones en las que se podría revertir ese déficit energético en el abastecimiento interno y en la balanza comercial.

“La implementación inmediata de la explotación más intensiva en los yacimientos convencionales y con adecuados precios en el gas y también en el crudo, podría mantener el actual nivel de producción, amortiguando el declive de la producción y las reservas: nos referimos a rejuvenecimiento de viejos yacimientos, desarrollos de (perforaciones en) frontera (de yacimientos), marginales o pequeños (desechados por precios no suficientemente rentables), reactivación de pocos abandonados, etc.”, sugiere como primera solución el informe.

“Con la implementación a largo plazo de la producción no convencional, específicamente en shale oil & gas, es alcanzable el autoabastecimiento”, formula a continuación. “La única solución posible es la doble inversión; para el rejuvenecimiento de yacimientos maduros alcanza con la tecnología y equipamiento existente, requiriendo una inversión estimada a lo largo de los próximos diez años de 80 mil millones de dólares”, señala. La implementación de la producción no convencional, en tanto, requeriría acceder a “tecnología y equipamiento disponible (en el mundo), con una inversión estimada durante los próximos 15 años de 150 mil millones de dólares, lo que requiere de créditos a largo plazo a tasas internacionales”.

En base a estos elementos, el estudio privado referido señala que “los recursos no convencionales son la oportunidad para aumentar significativamente la producción; para ello se requieren inversiones billonarias que no deben generar expectativas de solución en el corto plazo, (ya que) es una solución que sólo puede darse en el largo plazo. Pero también puede ser otra oportunidad donde Argentina otra vez pierde una oportunidad”. Por ello, sostiene que “el objetivo central es la atracción de un shock de capitales. Siempre que el país enfrentó una crisis energética, debió atraer financiamiento e inversión fija directa para aumentar la producción local. Para ello, debió adaptar la política nacional y sectorial”.

“El capital para Argentina fue, es y será el recurso más escaso en su desarrollo petrolero y gasífero. Se deben generar las condiciones políticas jurídicas institucionales y de confianza internacional que permitan la atracción de capitales para el sector. El capital tiene hoy países que son mejores alternativas a nivel mundial”.

El documento, que como se señaló más arriba no tiene más de cuatro o cinco meses de haber sido elaborado, circuló por las oficinas de las principales autoridades de las petroleras que operan localmente y otras que tienen montadas oficinas y estudios para evaluar su estrategia de participación en el desarrollo del shale local. El propio informe cita el aporte u opinión –aunque no los menciona como coautores– de las máximas autoridades locales de Exxon, Shell, Pluspetrol, Petrobras y Weatherford, todas señaladas como “empresas que operan en Vaca Muerta”.

Resulta curioso, pero a la vez altamente significativo, que el acuerdo alcanzado por YPF con Chevron, para una primera etapa de desarrollo de un área piloto, con una inversión de 1500 millones de dólares y la perforación de un centenar de pozos, guarde una muy estrecha relación sobre el tipo de estrategias que el documento privado que aquí se comenta sugiere. Pero, a la vez, que dicho compromiso de la firma norteamericana se haya alcanzado sin entregar ninguna tajada de política económica ni hacer concesiones en materia de regulaciones, legislación específica, medioambiental, etc., como explícitamente reclama el informe privado como condición sine qua non para “atraer al capital extranjero”.

Página/12 - 11 de agosto de 2013

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