“Situación financiera de Estados Unidos es peor que la de Grecia”

El cofundador y gestor del fondo de inversión Pacific Investment Management (PIMCO), Bill Gross, afirmó ayer que la situación financiera de Estados Unidos es peor que la de Grecia u otros países europeos afectados por la crisis de deuda. «Cuando se suman todos los fondos que debe EE.UU. para cubrir futuros pasivos de los programas de ayuda social, está en peor situación financiera que Grecia y otros países europeos», afirmó Gross en una entrevista con la cadena de televisión CNBC.

El administrador del mayor fondo de bonos del mundo dijo que las miradas apuntan a la deuda pública estadounidense, que supera los 14,3 billones de dólares, pero no se habla de los programas federales como Medicare (subsidios para el cuidado de la salud de ancianos), Medicaid (cobertura médica para pobres) y el Seguro Social (jubilaciones), que elevan la cifra a 50 billones de dólares. Señaló, además, que el Gobierno federal también está en apuros por otras deudas relacionadas con el rescate del sistema financiero aprobado por la Casa Blanca tras la crisis de 2008 y 2009. Gross calcula que sumados todos los frentes, la deuda real de EE.UU. «se acerca a los 100 billones de dólares», y aunque acepta que esa cifra puede ser tirando a lo alto, sitúa al país en una posición fiscal «altamente inviable» que llevará tiempo resolver.

China le advierte a EE.UU. que cumpla con el pago de la deuda

Mientras el gobierno de Estados Unidos admite que su economía marcha muy lentamente y busca el modo de bajar el enorme desempleo, China advierte a Washington que “no juegue con fuego” con su deuda, porque, para ellos, existe un riesgo real de que la mayor economía del mundo entre en default .
Esto es porque varios legisladores de la oposición republicana contemplan la idea de postergar el pago de intereses por unos días, lo que técnicamente sería un default. Piensan que es un precio que vale la pena pagar si eso fuerza a la Casa Blanca a recortar drásticamente el gasto, dijeron fuentes citadas ayer por la agencia de noticias Reuters.

Estados Unidos al borde de la cesación de pagos

El presidente Barack Obama todavía no consigue que el Congreso amplíe el límite de deuda y sobrevuela el default.
Ni los efectos del terremoto de Japón, ni el elevado precio del crudo ni la crisis de deuda de la zona euro. El verdadero riesgo al que se enfrenta la economía global es que el gobierno de Estados Unidos incurra en un impago de su deuda.
Así lo ha asegurado esta semana el presidente de la Reserva Federal (Fed) del Estado de San Louis, James Bullard, quien ha reconocido a la agencia Reuters que “si la situación fiscal de Estados Unidos no se maneja correctamente, podría convertirse en un shock macroeconómico global”. Bullard agregó que “la idea de que Estados Unidos pueda amenazar con un impago de su deuda es peligrosa”. Las declaraciones de Bullard se sumaron a una cadena de advertencias: la consultora de riesgo Fitch amenazó esta semanacon quitarle a Estados Unidos su máxima calificación crediticia (AAA) si sus políticos no llegan a un acuerdo para elevar el techo de la deuda. Su competidora, Moody’s había sido más terminante unos días antes.

La protección industrial

Los tiempos en que se sostenía que la libertad de comercio internacional sin restricciones era el motor del progreso y por lo tanto nada debía frenarlo o interponerse en su camino, van quedando detrás y seguramente en pocos años la frágil memoria colectiva se encargará de concluir que nunca se dijo o pensó tal cosa.
Desde la explosión de la burbuja financiera en 2008, está claro que Estados Unidos y Europa han quedado en estado de shock en materia de modelos económicos. No atinan a encontrar el camino para recuperar el empleo en sus geografías nacionales, ya que antes de ese momento, las grandes compañías multinacionales se habían encargado de dispersar sus unidades productivas por todo el planeta y en los países centrales había aumentando de manera desproporcionada el empleo en las finanzas y los servicios, que ahora son de mucho más difícil recuperación.

La ira de los Indignados

La derecha catalana apela a la represión para sofocar la protesta pacífica de los jóvenes españoles. Los indignados -a los que esa derecha acusa de comunistas, antisistema y guerrilleros urbanos- responden que no son antisistema, "el sistema es antinosotros".
Su manifiesto condena a la clase política española en su conjunto y a los medios corporativos aliados del capital financiero, que han causado la crisis económica y se benefician con ella

A continuación se reproduce una recopilación especial de artículos acerca de la situación política económica y social que sufre España, publicados en la edición impresa del periódico Miradas al Sur.

· "Cuando el Norte es el Sur en España"
· Entrevista - Juan Carlos Monedero: “Europa vive una noche negra”
· "Apuntes de un acampante español"
· "La primavera árabe se expande"

¿Qué está mal en la economía contemporánea?

En la educación de los economistas deberíamos sacrificar algunos de los aspectos más técnicos (que se pueden aprender más tarde) para incluir, de manera obligatoria, la filosofía, la ciencia política y la historia económica. Este escrito expone tres razones para esos estudios interdisciplinarios. En la discusión del lugar de las matemáticas en la economía, la borrosidad entra cuando los símbolos a, b, c se identifican con personas, firmas o fincas individuales. La identificación de un símbolo bien definido con la realidad a menudo ambigua y borrosa invita a una falta de precisión y oscurece los conceptos. Si las ciencias sociales, incluida la economía, se consideran como tecnología ¿blanda? en comparación con la tecnología ¿dura? de las ciencias naturales, los estudios del desarrollo se han llegado a considerar como la parte más vulnerable de la ¿ciencia económica?. En economía del desarrollo, la pregunta importante es: ¿cuáles son las fuentes del desarrollo? Debemos confesar que no podemos responder esta pregunta, que no sabemos qué ocasiona el desarrollo exitoso.

Contradicción

Desde hace varios años se ha instalado la idea de que existe una deliberada política oficial para perjudicar el desarrollo de las empresas privadas. Análisis sobre la intervención nociva de ministros y secretarios en el funcionamiento de la economía se reiteran con fervor militante. Economistas del establishment insisten con apelaciones a la ausencia de un amigable clima de negocio. Dirigentes de cámaras empresarias advierten sobre lo que consideran inseguridad jurídica que aleja inversiones. Todas esas observaciones críticas describen un escenario negativo para el mundo empresario, que derivan en lamentos sobre la dificultad que enfrenta el sector privado para expandir sus potencialidades de crecimiento. En un momento se llegó a especular que esa reacción estaba motivada en resistencias políticas o prejuicios ideológicos. En otra instancia, en presiones sectoriales para obtener algún tipo de beneficio impositivo o facilidades de financiamiento.

La tierra agrícola ya vale casi la mitad del PBI en la Argentina

La soja lo hizo. El potente negocio que gira alrededor de ese cultivo provocó una fuerte revalorización del principal activo con que cuenta la Argentina: sus tierras agrícolas. Desde 2001, según un estudio de la Bolsa de Comercio de Rosario, el valor de los campos registró un aumento en dólares superior al 120% . Así, las más de 31 millones de hectáreas que hay en producción pasaron a valer la friolera de 155.000 millones de dólares, el equivalente a 42% del PBI . O más del dinero que se necesitaría para cancelar la deuda externa, ubicada hoy en US$ 127.000 millones.

Los datos sobre cuánto cuesta la superficie que este año aportará una cosecha de casi 100 millones de toneladas y 30.000 millones de dólares en exportaciones fueron calculados por los economistas rosarinos multiplicando la superficie sembrada en la campaña 2009/10 (algo más de 31 millones de hectáreas) por unos 5.000 dólares, el precio promedio por hectárea. Es que, según su ubicación y aptitudes productivas, el valor de un campo puede variar significativamente, desde menos de 1.000 dólares a picos de 16.000 dólares en las mejores zonas agrícolas.

Es el caso de la llamada zona maicera (donde, en realidad, hoy abunda la soja), ubicada entre el sur de Santa Fe y el norte de Buenos Aires. Allí, la cotización de la hectárea agrícola pasó de unos 4.000 dólares en 2000 a unos 15.000 dólares en la actualidad.

Pero como la divisa se depreció cerca del 70% desde entonces, el análisis partió de un valor base para principios del milenio de 6.800 dólares por hectárea. “El incremento real habría sido de 121%”, determinaron los expertos.

Las cifras coinciden con las que publica la inmobiliaria especializada Compañía Argentina de Tierras. Para 2010, la firma calculó que en los partidos de Salto, Pergamino o Rojas los precios de los campos promediaban los 15.500 dólares en marzo pasado. Solamente en un año, habían aumentado más de 20% en dólares.

El fuerte crecimiento de la soja en el esquema agrícola argentino tuvo que ver mucho con esta revalorización. En 2000/01, el poroto ocupaba menos del 40% del área sembrada, mientras que ahora su participación trepa a más del 58%.

Pero el informe de la Bolsa aclara que “el valor de la tierra aplicada a otros cultivos no se ha incrementado tanto”. Esto explica por qué el promedio nacional es apenas una tercera parte del costo de la mejor tierra agrícola.

“El precio de la tierra depende, fundamentalmente, del precio del bien que produce esa tierra. Y esto se puede ver claramente teniendo en cuenta el precio que tenía la soja en 2000/01, cuando su valor FOB llegaba a 160 dólares, contra alrededor de los 500 dólares o más a que cotiza en los últimos tiempos”, razonó el trabajo.

El alto valor de la tierra agrícola ha sido un argumento muchas veces utilizado por el Gobierno para desacreditar los reclamos del agro. Según el razonamiento, no tienen razones las quejas de un chacarero de 100 hectáreas del sur santafesino por el hecho sencillo de que dispone de un capital cercano al millón y medio de dólares, lo que a los ojos de cualquier mortal lo convierte en un millonario.

Sin embargo, según diferentes estudios, en un año de excelentes precios como el actual, la rentabilidad del sector productor (antes de impuestos) se podría ubicar entre 3.000 y 4.000 millones de dólares. Es decir, el retorno que recibe el sector equivale a 2 a 2,5% del valor de la tierra que cultiva.