“Hay que discutir la composición del crecimiento”

“No es igual especializarse en call center que en servicios empresariales de alta ingeniería”. Sintética y lineal, la frase define la postura de uno de los más reconocidos y brillantes estudiosos del desarrollo industrial. Un encuentro con el licenciado Fernando Porta, quien parece haber pensado con mil enfoques diferentes cada una de las cuestiones que aborda, es una aventura que ordena y enriquece el pensamiento de quien lo escucha. “El objetivo último de toda política económica debiera ser el bienestar de la gente, esto que parece obvio no lo es”, señaló el especialista en economía internacional y economía industrial e investigador principal del Centro REDES, antes que el grabador fuera silenciado. El encuentro se desarrolló así:

-Aunque creo conocer la respuesta pregunto: ¿ortodoxo o heterodoxo?
-(se ríe) Ortodoxo no soy así que debo ser heterodoxo, pero lo soy de varias heterodoxias, porque no soy ortodoxo de ninguna heterodoxia.

Impacto de la crisis internacional sobre la economía argentina

El trabajo analiza el impacto de la crisis financiera internacional de 2008 sobre la economía argentina desde la perspectiva del sector externo. Siguiendo el enfoque de algunos expertos, la hipótesis que se plantea es que la crisis no fue la única responsable de detener el prolongado crecimiento que había comenzado sobre 2003.

En este sentido, al momento de desatarse la crisis internacional, en la Argentina ya se había puesto en marcha una dinámica de factores internos que empezaban a erosionar los pilares del crecimiento. Pero paradójicamente, algunas características propias del país, que en principio podrían considerase negativas, atenuaron los canales de transmisión de crisis permitiendo limitar el shock externo. Y conjuntamente con la aún robusta situación macroeconómica lograron una rápida recuperación. Sin embargo, esta problemática aún no resuelta podría complicar las perspectivas futuras de la economía.

Concentración que condiciona un plan de desarrollo

Tal como venían reclamando sectores de la mediana y pequeña empresa prácticamente desde la salida de la convertibilidad, finalmente se abrió el debate acerca del modelo de desarrollo industrial. “La puesta en marcha del Plan Industrial 2020 es un paso importante, aunque por ahora establezca metas y objetivos pero no las medidas a través de las cuales se lograrán, pero la discusión del modelo de desarrollo ya tomó estado público”, afirmó Rubén Fabrizio, gerente de la cámara que agrupa a los fabricantes locales de bienes de capital (Cipibic), expresando la opinión de la mayoría de integrantes de la pequeña y mediana empresa nacional, cuyos intereses no siempre se comparten con los de los grupos económicos más concentrados, sean éstos de capital nacional o extranjero. La coincidencia alcanzada en esta primera etapa sobre los principales lineamientos del plan industrial abre el espacio ahora a tratar otras cuestiones, como la excesiva concentración industrial en algunos rubros, y los límites que imponen los grupos económicos más poderosos a un desarrollo productivo más integrado. O a analizar cómo se evita, además, “el desmantelamiento de sectores manufactureros de mayor complejidad tecnológica” cediendo ese espacio al aprovisionamiento externo, preocupación planteada en los foros de debate por Cipibic.

La industria de bienes de capital es una de las once cadenas productivas seleccionadas por el Plan Industrial en los que se buscará un desarrollo articulado entre sus diferentes eslabones, resolviendo las carencias que puedan presentarse en cada uno de ellos. Algunas de esas falencias fueron planteadas en los foros de discusión por Cipibic, integrante de la Asociación de Industriales Metalúrgicos (Admira), resumidos por Rubén Fabrizio al ser consultado por Página/12.

“Hay medidas que deberían ser previas a una definición más global sobre la implementación del plan, algunas de forma inmediata, como la ampliación de la vigencia del bono fiscal de compensación de (la baja de) aranceles (para la importación de bienes de capital), que vence el 31 de diciembre próximo. Otras tienen que ver con la inversión pública, como la de establecer un mínimo de integración nacional en el equipamiento para obras de infraestructura, por ejemplo en el sector energético. Está vigente una ley de compre nacional que no se cumple. O con regímenes sectoriales como el de la minería, que les da libertad para importar a las empresas concesionarias de áreas de explotación. Ahí los fabricantes nacionales de bienes de capital perdemos a dos puntas: por un lado porque nos desplazan del equipamiento para las actividades de extracción, pero como además las mismas empresas se llevan el material en crudo, sin elaboración, también perdemos la oportunidad de proveer equipos a un sector que podría estar refinando o manufacturando los minerales en el país.”

El sector fabricante de bienes de capital ha vivido una suerte de paradoja dentro de la trayectoria de la industria en el país. Es un área de muy elevado nivel tecnológico, porque los equipos y maquinarias que fabrica suelen requerir un “trabajo a medida” y de alta precisión. Trabaja para grandes empresas, pero está compuesto mayoritariamente por empresas medianas –no son extraños los casos de firmas que no atienden más de un solo pedido por vez–. Son originalmente empresas familiares, de capital nacional, y lo han seguido siendo a través del tiempo, porque raramente alguna firma concentrada tenga interés de integrar a su pool una unidad de negocios que únicamente trabaje para diseñarle una máquina o instalación ante el inicio de un nuevo proceso o ampliación a una línea más de producción.

Por otra parte, por fabricar productos “a medida” y de gran volumen, también se vio beneficiada de una suerte de “protección natural” frente a la importación. Aunque no siempre es así. “Hay bodegas nuevas en Mendoza que están trayendo maquinaria y equipo de Italia y Francia, porque bajaron mucho los precios por la crisis y aquí todavía siguen gozando de beneficios para importar. En la industria láctea, por la caída de la actividad en el sector, se ven afectados algunos proveedores tradicionales de equipos en ese rubro. Y un caso particular es el de calderería pesada, que históricamente estaba protegido por trabajar a medida y por el volumen y peso de los equipos, pero hoy España está enviando tanques de material liviano que reemplazan al proveedor local”, describió Fabrizio.

La cámara de industriales y proyectos de ingeniería de bienes de capital alertó, en los foros en los que participó, de algunas tendencias que se vienen dando que contrarían los objetivos planteados en el Plan Industrial 2020. Dichas tendencias no sólo tendrían que ver con la crisis internacional, sino también por el rol dominante que están ocupando grupos empresarios en los principales rubros de exportación de manufacturas del país. Esas desviaciones y contradicciones son:

n Mientras el Plan 2020 fija una ambiciosa meta de superávit en la balanza comercial industrial para dentro de una década, la tendencia actual es a un déficit creciente. Los rubros más dinámicos del comercio mundial están controlados por empresas extranjeras que son las que hacen uso más frecuente de la importación de insumos, equipos y otros bienes de capital aprovechando su fluida vinculación externa. Es decir, son los que más exportan pero también los que más importan, y esto último en forma creciente. El complejo automotor y el complejo agroalimentario son dos claros ejemplos.

n El Plan 2020 plantea facilitar el acceso de toda la industria, principalmente la mediana y pequeña, a los insumos “difundidos” o de uso indispensable para determinadas ramas. El sector de bienes de capital, y más en general todo el rubro metalúrgico, sigue padeciendo las dificultades de acceso a insumos básicos cuya provisión está fuertemente concentrada en el país. Y a pesar de algunas políticas que se han planteado para atender el problema, están lejos de haber dado respuesta. Los casos del acero y del aluminio son ejemplo de ello, y no los únicos.

n El Plan 2020 también promueve un “salto exportador” para aquellas empresas manufactureras que todavía no han accedido al mercado mundial. La tendencia actual es que el acceso al comercio exterior se está cerrando para aquellas empresas que habían dado los primeros pasos en encararlo, debido al cambio de precios relativos que le ha hecho perder competitividad a la oferta argentina. “No son solamente los productos asiáticos los que compiten, ahora también los europeos aparecen con precios muy bajos en cualquier mercado”, indicó Fabrizio.

Para los sectores manufactureros compuestos predominantemente por empresas medianas y pequeñas, como ocurre con la mayoría en el rubro metalúrgico y el de bienes de capital en particular, el planeamiento de mediano plazo necesariamente debe articularse con medidas de coyuntura que hagan transitable el proceso. Son sectores que pelean, a la vez, con las restricciones externas o estructurales que afectan al conjunto de la economía argentina, pero a la vez con el rol de los grupos dominantes en el ámbito local que distorsionan precios y condiciones de acceso a productos y mercados. Son los que reclaman “mayor protección efectiva, en vez de megadevaluaciones o transferencias directas sin contraprestación, que usualmente van en beneficio de los grupos dominantes”, tal como planteaba un documento de diagnóstico presentado por Cipibic antes del inicio de la ronda de debates del Plan 2020.

En el mismo documento se advertía que era necesario confrontar con la propuesta de “sectores que plantean que la mejor opción para la Argentina pasa por consolidar un perfil de especialización productivo industrial estrechamente ligado al procesamiento de recursos básicos, derivado de los sectores agropecuario, hidrocarburífero y minero”. Y señalaba que la imposición de ese modelo bajo la política neoliberal había derivado en “el desmantelamiento de las manufacturas de mayor complejidad y densidad tecnológica, en particular las relacionadas con la fabricación nacional de bienes de capital”.

Pese a la notable recuperación de la actividad industrial y el empleo a partir de 2003, señala el mismo documento, en paralelo se ha dado un nuevo ciclo de concentración del capital que ha profundizado algunas condiciones antes planteadas. Para lograr las metas que ahora se proponen en materia de beneficios para el sector laboral, mejorar la distribución del ingreso y lograr una nueva configuración regional para la producción industrial, será necesario tener en cuenta tales limitaciones, sostiene. El sector de bienes de capital espera la próxima convocatoria oficial para plantearlo.

Concentración que condiciona un plan de desarrollo

Tal como venían reclamando sectores de la mediana y pequeña empresa prácticamente desde la salida de la convertibilidad, finalmente se abrió el debate acerca del modelo de desarrollo industrial. “La puesta en marcha del Plan Industrial 2020 es un paso importante, aunque por ahora establezca metas y objetivos pero no las medidas a través de las cuales se lograrán, pero la discusión del modelo de desarrollo ya tomó estado público”, afirmó Rubén Fabrizio, gerente de la cámara que agrupa a los fabricantes locales de bienes de capital (Cipibic), expresando la opinión de la mayoría de integrantes de la pequeña y mediana empresa nacional, cuyos intereses no siempre se comparten con los de los grupos económicos más concentrados, sean éstos de capital nacional o extranjero. La coincidencia alcanzada en esta primera etapa sobre los principales lineamientos del plan industrial abre el espacio ahora a tratar otras cuestiones, como la excesiva concentración industrial en algunos rubros, y los límites que imponen los grupos económicos más poderosos a un desarrollo productivo más integrado. O a analizar cómo se evita, además, “el desmantelamiento de sectores manufactureros de mayor complejidad tecnológica” cediendo ese espacio al aprovisionamiento externo, preocupación planteada en los foros de debate por Cipibic.

La industria de bienes de capital es una de las once cadenas productivas seleccionadas por el Plan Industrial en los que se buscará un desarrollo articulado entre sus diferentes eslabones, resolviendo las carencias que puedan presentarse en cada uno de ellos. Algunas de esas falencias fueron planteadas en los foros de discusión por Cipibic, integrante de la Asociación de Industriales Metalúrgicos (Admira), resumidos por Rubén Fabrizio al ser consultado por Página/12.

“Hay medidas que deberían ser previas a una definición más global sobre la implementación del plan, algunas de forma inmediata, como la ampliación de la vigencia del bono fiscal de compensación de (la baja de) aranceles (para la importación de bienes de capital), que vence el 31 de diciembre próximo. Otras tienen que ver con la inversión pública, como la de establecer un mínimo de integración nacional en el equipamiento para obras de infraestructura, por ejemplo en el sector energético. Está vigente una ley de compre nacional que no se cumple. O con regímenes sectoriales como el de la minería, que les da libertad para importar a las empresas concesionarias de áreas de explotación. Ahí los fabricantes nacionales de bienes de capital perdemos a dos puntas: por un lado porque nos desplazan del equipamiento para las actividades de extracción, pero como además las mismas empresas se llevan el material en crudo, sin elaboración, también perdemos la oportunidad de proveer equipos a un sector que podría estar refinando o manufacturando los minerales en el país.”

El sector fabricante de bienes de capital ha vivido una suerte de paradoja dentro de la trayectoria de la industria en el país. Es un área de muy elevado nivel tecnológico, porque los equipos y maquinarias que fabrica suelen requerir un “trabajo a medida” y de alta precisión. Trabaja para grandes empresas, pero está compuesto mayoritariamente por empresas medianas –no son extraños los casos de firmas que no atienden más de un solo pedido por vez–. Son originalmente empresas familiares, de capital nacional, y lo han seguido siendo a través del tiempo, porque raramente alguna firma concentrada tenga interés de integrar a su pool una unidad de negocios que únicamente trabaje para diseñarle una máquina o instalación ante el inicio de un nuevo proceso o ampliación a una línea más de producción.

Por otra parte, por fabricar productos “a medida” y de gran volumen, también se vio beneficiada de una suerte de “protección natural” frente a la importación. Aunque no siempre es así. “Hay bodegas nuevas en Mendoza que están trayendo maquinaria y equipo de Italia y Francia, porque bajaron mucho los precios por la crisis y aquí todavía siguen gozando de beneficios para importar. En la industria láctea, por la caída de la actividad en el sector, se ven afectados algunos proveedores tradicionales de equipos en ese rubro. Y un caso particular es el de calderería pesada, que históricamente estaba protegido por trabajar a medida y por el volumen y peso de los equipos, pero hoy España está enviando tanques de material liviano que reemplazan al proveedor local”, describió Fabrizio.

La cámara de industriales y proyectos de ingeniería de bienes de capital alertó, en los foros en los que participó, de algunas tendencias que se vienen dando que contrarían los objetivos planteados en el Plan Industrial 2020. Dichas tendencias no sólo tendrían que ver con la crisis internacional, sino también por el rol dominante que están ocupando grupos empresarios en los principales rubros de exportación de manufacturas del país. Esas desviaciones y contradicciones son:

n Mientras el Plan 2020 fija una ambiciosa meta de superávit en la balanza comercial industrial para dentro de una década, la tendencia actual es a un déficit creciente. Los rubros más dinámicos del comercio mundial están controlados por empresas extranjeras que son las que hacen uso más frecuente de la importación de insumos, equipos y otros bienes de capital aprovechando su fluida vinculación externa. Es decir, son los que más exportan pero también los que más importan, y esto último en forma creciente. El complejo automotor y el complejo agroalimentario son dos claros ejemplos.

n El Plan 2020 plantea facilitar el acceso de toda la industria, principalmente la mediana y pequeña, a los insumos “difundidos” o de uso indispensable para determinadas ramas. El sector de bienes de capital, y más en general todo el rubro metalúrgico, sigue padeciendo las dificultades de acceso a insumos básicos cuya provisión está fuertemente concentrada en el país. Y a pesar de algunas políticas que se han planteado para atender el problema, están lejos de haber dado respuesta. Los casos del acero y del aluminio son ejemplo de ello, y no los únicos.

n El Plan 2020 también promueve un “salto exportador” para aquellas empresas manufactureras que todavía no han accedido al mercado mundial. La tendencia actual es que el acceso al comercio exterior se está cerrando para aquellas empresas que habían dado los primeros pasos en encararlo, debido al cambio de precios relativos que le ha hecho perder competitividad a la oferta argentina. “No son solamente los productos asiáticos los que compiten, ahora también los europeos aparecen con precios muy bajos en cualquier mercado”, indicó Fabrizio.

Para los sectores manufactureros compuestos predominantemente por empresas medianas y pequeñas, como ocurre con la mayoría en el rubro metalúrgico y el de bienes de capital en particular, el planeamiento de mediano plazo necesariamente debe articularse con medidas de coyuntura que hagan transitable el proceso. Son sectores que pelean, a la vez, con las restricciones externas o estructurales que afectan al conjunto de la economía argentina, pero a la vez con el rol de los grupos dominantes en el ámbito local que distorsionan precios y condiciones de acceso a productos y mercados. Son los que reclaman “mayor protección efectiva, en vez de megadevaluaciones o transferencias directas sin contraprestación, que usualmente van en beneficio de los grupos dominantes”, tal como planteaba un documento de diagnóstico presentado por Cipibic antes del inicio de la ronda de debates del Plan 2020.

En el mismo documento se advertía que era necesario confrontar con la propuesta de “sectores que plantean que la mejor opción para la Argentina pasa por consolidar un perfil de especialización productivo industrial estrechamente ligado al procesamiento de recursos básicos, derivado de los sectores agropecuario, hidrocarburífero y minero”. Y señalaba que la imposición de ese modelo bajo la política neoliberal había derivado en “el desmantelamiento de las manufacturas de mayor complejidad y densidad tecnológica, en particular las relacionadas con la fabricación nacional de bienes de capital”.

Pese a la notable recuperación de la actividad industrial y el empleo a partir de 2003, señala el mismo documento, en paralelo se ha dado un nuevo ciclo de concentración del capital que ha profundizado algunas condiciones antes planteadas. Para lograr las metas que ahora se proponen en materia de beneficios para el sector laboral, mejorar la distribución del ingreso y lograr una nueva configuración regional para la producción industrial, será necesario tener en cuenta tales limitaciones, sostiene. El sector de bienes de capital espera la próxima convocatoria oficial para plantearlo.

Por más riqueza y empleo

El plan que presentó el Gobierno es el producto de once foros sectoriales en el que participaron todos los actores involucrados. El objetivo es crecer a un 5% anual y crear un millón y medio de nuevos puestos en ocho años.

El martes pasado, en la ampliación de la planta industrial de la empresa Corven, en Venado Tuerto, la presidenta Cristina Fernández presentó el Plan Estratégico Industrial 2020, que al igual que lo hiciera un mes atrás con el Plan Estratégico Agroalimentario, plantea metas de crecimiento para el sector, enfocando a la creación de nuevos empleos y a la renovación tecnológica. El plan es el resultado del trabajo de once foros sectoriales en los que participaron los diferentes actores sociales del sector: empresarios, obreros, investigadores y funcionarios. “Los foros platearon un debate participativo y federal en los que hemos acordado una estrategia con todos los sectores productivos que nos permitirá profundizar el proceso de reindustrialización iniciado en el país en 2003”, sostiene la ministra de Industria, Débora Giorgi. “Este debate y las políticas planteadas nos permitirá capitalizar las oportunidades que nos brinda el mundo, como país emergente, en el nuevo contexto internacional”, completa.

Los objetivos que se traza el plan son llegar a un crecimiento anual del 5 % del PBI y del 7 % en el caso del productor industrial. Con respecto a la balanza comercial aspira alcanzar para 2020, 167.000 millones de dólares de exportaciones y 139.000 millones de dólares en importaciones. En el plano laboral, las metas son reducir el desempleo al 5 % a partir de la creación de un millón y medio de nuevos puestos de trabajo. En cuanto a la inversión, el objetivo es que para 2020 llegue a representar el 28 % del PBI.

Tanto los objetivos del plan como las conclusiones fueron plasmados en un libro que expresa los nueve acuerdos generales alcanzados por todos los participantes de los foros, que atraviesan todos los sectores y que son la columna vertebral de la política industrial en los próximos 10 años, ya que establecen cómo alcanzar esos objetivos. Tal como se señala en el prólogo, “se trata de mantener un Estado presente que planifique estratégicamente la política industrial con una visión de país, el sostenimiento de un mercado interno pujante alentando la inversión y preservado de la competencia desleal y dar un salto exportador en nuestra industria fortaleciendo las ventas con mayor valor agregado, más integración productiva y más comercio regional y sur-sur”.

También se resalta la relevancia de industrializar la ruralidad y federalizar la industrialización a través de la agregación de valor a las materias primas en origen, crear nuevos polos productivos en todas las provincias e impulsar la radicación de industrias y pymes en cadenas traccionadas por los recursos naturales, generando un tejido industrial denso en el territorio.
Los otros acuerdos incluyen la necesidad de tener una adecuada provisión de insumos difundidos (aceros especiales e inoxidables, termoplásticos, químicos, pasta celulósica, etc.) a escala y precios competitivos, desarrollar la industria de equipos, insumos y servicios para las materias primas agropecuarias y minerales, profundizar la financiación a medida de cada uno de los sectores y desarrollar recursos humanos de calidad e incorporación de innovación, diseño y marketing.

En tanto, las estrategias sectoriales van desde la creación de herramientas de financiación específicas a cada sector, a la defensa contra la competencia desleal, sustituir importaciones y, en ese contexto, fomentar la llegada de empresas mundiales para fabricar en el país. El Plan incluye profundizar la creación de polos productivos regionales y promover la incorporación de tecnología e innovación, entre otras iniciativas. En ese sentido, Giorgi destaca la política que viene llevando adelante su cartera en la creación de parques industriales. “Antes, la gente usaba los parques para aprender manejo o jugar al fútbol, porque estaban casi abandonados. Desde el 2003 hasta hoy creamos 200 parque más que le dieron espacio a 5.500 nuevas pymes y generaron 160.000 puestos de trabajo”, señala.

Objetivos.
En los foros de cada sector se establecieron objetivos de producción y de generación de empleo para 2020. Así, en el caso del sector avícola se proyectó producir 3,1 millones de toneladas, lo que representa un 91 % más respecto al año pasado y 50.000 nuevos empleos, un aumento del 25 %. En el sector lácteo, las estimaciones son de elevar la producción en un 76 % y llegar a los 43.000 empleos, 2.000 más que en la actualidad. Para el calzado, el objetivo es llegar a los 200 millones de pares, 90 % más que el año pasado y generar 12.000 nuevos empleos. Textil e indumentaria es uno de los rubros que presenta mayor dinamismo ya que la meta es aumentar un 157 % la producción y crear 250.000 empleos. El sector automotriz también seguirá creciendo velozmente, con un 164 % más de producción y 300.000 nuevos puestos de trabajo. En bienes de capital, es donde se espera el mayor salto de producción, con un aumento del 290 % y 44.000 empleos nuevos.

Repercusiones.
Diferentes cámaras empresarias ligadas a la industria expresaron su apoyo al plan oficial. El titular de la Unión Industrial Argentina, José Ignacio de Mendiguren, sostuvo que “para la industria, las medidas son a largo plazo; por eso la primer señal importante es que el Gobierno convoque a pensar a diez años por delante”. Destacó que “del plan participaron todos los actores de la cadena productiva”.
La Confederación General Empresaria (Cgera) también ponderó los lineamientos del plan. Marcelo Fernández, presidente de la entidad, destacó la posibilidad de participar en los foros de discusión. “Hemos trabajado codo a codo con el Gobierno, otros empresarios, trabajadores y especialistas para confluir en un diagnóstico que evidentemente ha permitido a las autoridades plantear estas metas ambiciosas, posibles y alentadoras”. Fernández también destacó el rol que puede cumplir el sector que representa en este nuevo plan a largo plazo. “Las pymes nacionales y la burguesía argentina serán el principal socio del Gobierno y el motor de la estrategia para alcanzar los objetivos planteados”, aseguró.
Otro de los que resaltó los objetivos del plan fue el presidente de la Federación de Industriales Santafesinos, Carlos Bertone. “Estamos satisfechos porque ahora hay un plan industrial a 10 años que fue construido con empresarios, trabajadores, Estado y más de 20 universidades”, sostuvo el directivo.

Plan Estratégico Agroalimentario y Agroindustrial

El Plan Estratégico Agroalimentario y Agroindustrial Participativo y Federal (PEA ) pretende promover a través de las políticas públicas y la intervención del Estado, una visión compartida de todos los actores sociales vinculados al Sector Agroalimentario y Agroindustrial. Se funda en el pensamiento humanista de base nacional y popular. Desde esta base busca poner en acción objetivos centrales de creación de riqueza sustentable con valor agregado y garantía de seguridad alimentaria nutricional.

Para ello habrá de valerse de políticas activas destinadas a aumentar la capacidad regulatoria del Estado, teniendo como mirada estratégica el impulso a las formas de asociatividad y cooperación entre actores. De este modo se busca asegurar la eficiencia productiva, la equidad territorial, la inclusión y justicia social.

Perón sostenía que “el plan de gobierno no es una improvisación, sino el producto de una profunda meditación; un acopio grande de antecedentes referentes a los problemas que ha tenido el país desde muchos años atrás” .

Plan Integral de Política Industrial 2020

El Plan Integral de Política Industrial 2020 (PIN2020) forma parte de las actuaciones sectoriales de la Estrategia de Economía Sostenible, aprobada en diciembre de 2009. Esta estrategia conforma toda la acción del Gobierno dirigida a renovar el modelo de crecimiento de la economía española, haciéndolo mas eficiente en el uso de recursos y mas sostenible en los ámbitos económico, medioambiental y social.

El PIN2020 ofrece un marco de actuación de carácter fundamentalmente estructural, con vocación de estabilidad en el largo plazo, que configure la política industrial española de la próxima década. Las principales características de la nueva orientación de la política industrial son: la recuperación del protagonismo de la actividad industrial como motor de crecimiento y creador de empleo; el enfoque transversal, dirigido prioritariamente a la mejora de la competitividad, de las actuaciones de apoyo a la industria; y la coordinación de la política española con las directrices de la nueva política industrial europea.

Una oposición incapaz y vapuleada

Un empate técnico entre Eduardo Duhalde y Ricardo Alfonsín por un lejano segundo lugar mostraba anoche a una oposición vencida por el fuego amigo y por la vieja propensión social a votar con la economía como prioridad. La economía mueve las elecciones aquí y en cualquier país del mundo. El default de la oposición fue la noticia más relevante de las primeras elecciones primarias argentinas. No obstante, volvió a surgir una Argentina peronista. Entre Cristina Kirchner , Duhalde y Alberto Rodríguez Saá se llevaron casi el 70% de los votos, un porcentaje muy parecido al que el peronismo había juntado, también con fórmulas distintas, en el caótico 2003.

Sin embargo, sería arbitrario colocar a la Presidenta y a Duhalde en un mismo paquete político e ideológico, más allá del origen común en un mismo partido. De hecho, fueron Duhalde y Elisa Carrió los opositores más duros y confrontativos con el oficialismo durante la campaña electoral. Duhalde pudo ascender, al final de una noche larga y contradictoria, al chato podio de los opositores; Carrió no logró eso.

Informe de Coyuntura

La economía argentina exhibió en el período comprendido entre los años 2002 y 2010 una de las tasas de crecimiento más elevadas de su historia reciente, al expandirse a una tasa anual acumulativa del 7,6%. De acuerdo a los datos del INDEC, en el 2010 la economía Argentina generaba un 59,9% más de valor agregado que en el 2001 y un 106,8% más que en 1991. En términos per cápita, el crecimiento también fue muy considerable. El valor agregado por habitante (a valores constantes) creció un 46,0% entre los años 1993 y 2010.