Volver al mundo como deudor

Un nuevo ciclo de endeudamiento está en marcha a toda velocidad. En sus primeros seis meses de gestión, el Ministerio de Hacienda y Finanzas incrementó la deuda un 17 por ciento en dólares. De la mano del pago a los fondos buitre, la colocación de letras del Tesoro y el crédito de corto plazo solicitado por el Banco Central pasó de 160.000 a 187.000 millones de dólares. La magnitud del incremento en los pasivos externos del país es la más relevante para un período tan breve de tiempo desde 1994, marcando un quiebre con la etapa reciente de desendeudamiento.

Un informe elaborado por el Instituto de Trabajo y Economía (ITE) de la Fundación Germán Abdala advierte que la colocación de títulos por más de 27.000 millones de dólares en seis meses redundará en un incremento de entre 2000 y 4500 millones de dólares en pagos de deuda para los próximos tres años. Pero la búsqueda de fondos en el mercado financiero internacional no se limita al Estado Nacional. En lo que va del año recurrieron a ese mecanismo provincias y empresas privadas que ya acumulan un stock total de 7000 millones de dólares en nueva deuda. La cuenta pública y corporativa seguirá aumentando, ya que los exiguos niveles de endeudamiento heredados facilitan el inicio vertiginoso de emisión de bonos impulsado por el Palacio de Hacienda.

Una característica saliente de la etapa inicial de este ciclo de endeudamiento es que los fondos generados por la emisión de deuda y el ingreso de capitales especulativos no son destinados a financiar inversiones productivas sino gastos corrientes, cubrir el déficit externo y abastecer la fuga de capitales. “La envergadura del nuevo ciclo de endeudamiento no sería posible si no fuese por los niveles de deuda externa pública históricamente bajos heredados de la anterior administración”, advirtió a este diario Juan Manuel Telechea, economista del ITE. “Dada la creciente exposición al sector externo que hoy tiene la economía argentina, como consecuencia de la liberalización abrupta del mercado de cambios, el acceso al crédito constituye en el nuevo esquema una herramienta para moderar los efectos contractivos de las políticas de ajuste, evitando en el corto plazo una recesión todavía más severa que la actual”, consideró el investigador del equipo dependiente de ATE y ITE.

La reinserción plena de la Argentina en los mercados financieros internacionales –endeudamiento, desregulación, apertura y convocatoria a los capitales extranjeros– no representa un riesgo inmediato para el país, pero lo devuelve a la misma lógica que lo llevó a su peor crisis. “Para que el endeudamiento no se vuelva una bola de nieve, el acceso a los mercados internacionales debe ser prudencial y estratégico, en el sentido de que el flujo de capitales debe generar a mediano plazo las condiciones de repago del endeudamiento, de modo de evitar los consabidos efectos negativos”, consideró Telechea. Los elevados niveles de fuga de capitales observados durante el primer trimestre –4231 millones durante el primer trimestre– representan una señal de alarma temprana sobre el destino del incremento de los dólares financieros.

“El Gobierno usa el endeudamiento externo para tapar agujeros y estimular la actividad financiera, que es uno de las pocos sectores que crece. Hay una concepción extraña, donde parece que el déficit fiscal financiado con el Banco Central es inflacionario y recesivo. Sin embargo, el déficit financiado con deuda externa es muy bueno. Cambiemos va a terminar 2016 con 20 puntos más de inflación, en recesión y más endeudada”, advirtió el ex viceministro de Economía y docente de la Universidad Arturo Jauretche Emmanuel Alvarez Agis.

Pero incluso aquellos que celebran que Argentina sea nuevamente una “economía de mercado”, como el director de la tradicional consultora porteña Econométrica, Ramiro Castiñeira, advierten que el endeudamiento externo no es ninguna panacea. “Una economía de mercado no te asegura el éxito, pero te permite evitar el fracaso y en este juego te puede ir mal. Argentina corre riesgos de siempre por no tener una economía preparada para la apertura, pero el ajuste habría sido brutal si no se hubiese endeudado”, indicó a este diario el economista que, de todos modos, reivindica la desregulación cambiaria y financiera.

Página/12 - 7 de julio de 2016

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