Sin proyecto nacional no hay desarrollo

Gabriel Rocca


Eduardo Dvorkin es uno de los tecnólogos más prestigiosos de la Argentina. En esta entrevista con Nexciencia, analiza el retroceso que para el sistema nacional de ciencia y tecnología implicaron los dos años del gobierno de Cambiemos, detalla la cantidad de iniciativas que fueron discontinuadas, pronostica una nueva fuga de cerebros y sostiene que sin la tracción del Estado no hay desarrollo posible.

“Nosotros veíamos un cambio en el proyecto de país, pero el ministro continuaba, con la aclaración de que esa continuidad era la garantía de que se iba a mantener el estilo en ciencia y tecnología (CyT). Hoy resulta claro que, por más que haya seguido el ministro, el viceministro -que ahora es el presidente del CONICET-, y a una cantidad de funcionarios, el proyecto en CyT cambió”, asegura, y se explaya: “Para un país que pone como eje la valorización financiera, la primarización de la producción, que reemplaza producción por importación, el tema de la CyT, a lo sumo, va a ser algo ornamental. Y eso es lo que estamos viendo”. La opinión, contundente, le pertenece Eduardo Dvorkin uno de los principales referentes de la simulación computacional en nuestro país.

Dvorkin estudió ingeniería en la UBA y se doctoró en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). Dirigió el Centro de Simulación Computacional para Aplicaciones Tecnológicas, en el Polo Científico de Palermo, y participó en el desarrollo de algunas de las iniciativas tecnológicas más emblemáticas de la última década, como los satélites ARSAT 1 y 2 y la supercomputadora TUPAC. Además, cuenta con numerosas publicaciones en las que analiza y propone políticas para que Argentina pueda avanzar en el sendero del desarrollo industrial basado en la ciencia y la tecnología.

– ¿Nos podría dar algún ejemplo de ese cambio al que hace referencia?

– Empecemos por los satélites, que son lo más famosos. ¿Que pasó ahí? Si Argentina necesita un satélite de comunicaciones estamos ante una disyuntiva. Una opción sería que el país saliera a hacer shopping de satélites. En ese caso, podemos conseguir satélites con tecnología más avanzada y más baratos que ARSAT 1 y 2 . Eso es verdad. Lo que no podemos es desarrollar una industria nacional de satélites, ni formar gente joven, ni crear un entramado de empresas del Estado y pymes con el sistema nacional de CyT. Seguramente podremos comprar un satélite más barato para el ARSAT 3. Estamos yendo en ese sentido. Otro ejemplo: en la Fábrica Argentina de Aviones se seguían produciendo los Pampa, los Pucará, y también se había empezado a producir un avión que era el IA100. En lugar de seguir impulsando estos aviones se decidió comprarle a Estados Unidos los Texan, que son muy parecidos. Al comprar un Texan me ahorro la curva de aprendizaje, estoy comprando una tecnología que ya vuela. Lo que no hago es desarrollar una industria aeronáutica, no formo técnicos, no involucro instituciones científicas. En Fabricaciones Militares se estaban produciendo vagones tolva, chalecos antibalas. Todo eso era industria argentina, que daba laburo a los egresados de Exactas y de Ingeniería. Todo eso se vino abajo. El sistema SARA, que es un dron argentino se canceló. ¿Vamos a usar drones? Probablemente sí, pero vamos a comprarlos afuera.

 “El sistema SARA, que es un dron argentino se   canceló. ¿Vamos a usar drones? Probablemente sí,   pero vamos a comprarlos afuera”, se lamenta Dvorkin.   Foto: Diana Martinez Llaser. Exactas Comunicación.

– Usted estaba al frente del Centro de Simulación Computacional y decidió renunciar, ¿por qué?

– Yo tenía claro que este gobierno iba a llevar adelante un modelo que yo llamo de neoliberalismo periférico, ¿Por qué periférico? Bueno, Angela Merkel en Alemania, Macron en Francia, Barack Obama en Estados Unidos, son todos gobiernos neoliberales pero no destruyeron su sistema de CyT, ni su base industrial. En cambio, estos gobiernos que hacen neoliberalismo desde la periferia sí lo están destruyendo. Yo recuerdo cuando Daniel Filmus dijo que los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner no fueron gobiernos que apoyaron a la ciencia, sino que se apoyaron en la ciencia. Es una distinción fundamental. Una cosa es apoyar la ciencia porque “algo de guita les tengo que dar” y otra es porque la necesito. Es necesario entender que un país que no basa su desarrollo en la creación de tecnología autónoma, está condenado. Fijate lo que está pasando con los ingresos al CONICET. Uno podría decir: “bueno están tratando de ahorrar presupuesto”. Pero, en realidad, esos recursos son irrelevantes en términos del presupuesto nacional. Lo que están tratando de hacer es introducir la idea del ajuste, de cortar grasa, como dicen los empresarios. Los institutos del CONICET están recibiendo para sus gastos corrientes un 20 por ciento menos de fondos que el año pasado y eso sin tener en cuenta la inflación. Es decir, los están estrangulando. Entonces, cada vez menos chicos de los que hoy se están recibiendo en Exactas, Sociales, Filosofía o Ingeniería van a tener como una salida laboral posible la carrera científica. Esto puede dar lugar al inicio de un nuevo proceso de fuga de cerebros en Argentina. Todo eso está en peligro.

– Desde el gobierno se viene insistiendo mucho con el modelo del emprendedor tecnológico individual. ¿Se puede pensar en un desarrollo tecnológico sin una presencia fuerte del Estado?

– Yo recomiendo la lectura de una investigadora ítaloamericana, Mariana Mazzucato, profesora de la University College London, que habla del Estado emprendedor. Ella da ejemplos históricos. Es notable que cuando uno habla del libre comercio, del Estado chico, uno suele pensar que se trata de una política de Estados Unidos. Bueno, el primer tipo que metió al Estado en la tarea de hacerse cargo de la producción industrial fue George Washington. Washington tenía muchos problemas con los mosquetes que usaban para pelear contra los ingleses. Cuando un mosquete se rompía, no encontraban los repuestos adecuados para arreglarlos. Entonces, dicta el primer decreto que utiliza el poder de compra del Estado. Estableció que el gobierno americano sólo le va comprar armas a aquellos que utilicen partes estandarizadas en su fabricación. Después, la expansión del ferrocarril, con la conquista del oeste, fue a partir de la tracción del gobierno de los Estados Unidos. Todos los progresos en aviación, en energía nuclear, fueron traccionados por el gobierno. Con “tracción” quiero decir, usar el poder de compra del Estado, o sea, definir qué voy a comprar y, obviamente, lo voy a comprar a empresas estadounidenses. Todas esas enormes empresas de biotecnología que están en Cambridge, Massachusetts, todas trabajan asociadas con laboratorios nacionales o trabajan bajo contrato del Estado americano. Lo mismo sucede en Silicon Valley y con empresas como la Boeing. Es decir, en Estados Unidos no se concibe ninguno de estos desarrollos sin la presencia del Estado. Mazzucato, hace un despiece de los iPhones, detalla todas las tecnologías que incluye ese aparato y en cada una de ellas te indica la agencia del gobierno de Estados Unidos que impulsó su desarrollo.

– ¿No hay ejemplo histórico de desarrollo de un país basado en el impulso exclusivo del mercado?

– No. Y mucho menos en Europa, Japón, o Corea. Fijate lo que pasó en Corea con la famosa LG. Los dueños de LG querían poner una fábrica textil pero el dictador de Corea del Sur los llamó y les dijo que el país necesitaba una fábrica de cables. Y si no, no ponían nada. Entonces pusieron una fábrica de cables y por tracción del gobierno surcoreano fueron evolucionando hasta transformarse en una gran empresa de electrónica. El tema del desarrollo impulsado por emprendedores no existe.

– ¿Estamos a tiempo para revertir, a partir de un política distinta, el daño que les están provocando a estos sectores?

“Hay que tenerlo claro: sin dólares no hay desarrollo posible”, sentencia Dvorkin. Foto: Diana Martinez Llaser. Exactas Comunicación.

Yo creo que, a diferencia de lo que pasa en la física, la irreversibilidad no existe. Eso sí, creo que hay cosas que nos va a costar muchísimo retomar. No creo que podamos desarrollar una industria automotriz nacional. Sí quizás ponerle ciertas condiciones a la industria automotriz. En el tema de energía, fijate la barbaridad que estamos haciendo: como el petróleo en el mundo está más barato, estamos posponiendo producción nacional para importar petróleo. El autoabastecimiento petrolero no pasa por comprar petróleo según sea más caro o más barato. Al autoabastecimiento petrolero yo lo pienso como algo similar a lo que es la minería en Australia. La minería en Australia no es solamente la parte extractiva, es fabricar todo el equipamiento aguas arriba y es procesar lo que se saca. Y Vaca Muerta es nuestra gran posibilidad pero requiere de mucha inversión. La YPF nacionalizada había empezado a invertir pero ahora el petroleo nacional tiene como competencia el petróleo importado, que va a ser barato en tanto a los países centrales les convenga. Yo creo que en algunos lugares al tren lo vamos a perder, pero eso no quiere decir que no sea recuperable. Todo es recuperable.

– ¿Cuáles serían los principales obstáculos que habría que superar en el marco de un proceso que retome un proyecto nacional de desarrollo basado en la CyT?

– Mirá, hay un tema que es más de las ciencias sociales y que está relacionado con lo que se llama “la batalla cultural”. Yo me acuerdo que los estadounidenses rechazaban los primeros coches japoneses que entraron en Estados Unidos y decían: “I buy american”. En cambio, en Argentina, todo lo que podemos importar lo importamos, lo hace desde el pibe que quiere tener un iPhone, hasta el rabino Bergman que se va a Chile a comprar dos televisores. Entonces, cómo convencés a estos señores, de que un país es prestigioso no porque permita el acceso a bienes importados sino porque desarrolla una industria fuerte en la que vamos a laburar nosotros y nuestros hijos. Pero tenemos muchas de esas taras. Mercedes Marcó del Pont se preguntaba cómo convencer a la gente de que comprar dólares libremente no constituye un derecho humano. En cuanto aplicamos un restricción aparece una viejita en televisión quejándose de que no puede comprar dólares. Lo cierto es que el tema de la restricción externa nos va a caer como un rayo en cualquier proceso de recuperación de la industria nacional. Hay que tenerlo claro: sin dólares no hay desarrollo posible. Tenemos una brecha enorme y esa brecha la vamos a tener que cubrir de alguna forma que no va a resultar simpática. A eso va a haber que encontrarle una solución.

El ajuste en el INTI?

“El INTI en un país que no se industrializa no tiene sentido. Ahora, ¿qué quieren? Primero, achicar el INTI. ¿Qué parte dejarían? Las partes que sirven para que un producto argentino tenga un sello oficial que garantiza que cumple con ciertas normas ISO; eso tiene que quedar porque sino destruirían hasta las industrias monopólicas, porque ninguna empresa puede garantizarse a sí misma que cumple con ciertas normas de calidad. Pero todo lo que es desarrollo, apoyo a pymes, investigación, no les interesa porque no es el modelo de país que ellos impulsan. Ahora bien, respecto de la posibilidad de que TECNALIA se haga cargo del INTI, TECNALIA es un empresa del tamaño del INTI. ¿Cuál es la gobernanza de TECNALIA? Esta integrada por el Estado Vasco, empresas españolas y alguna empresa francesa. Tiene gran peso de la industria española. ¿Cuál es el problema acá? Obviamente, las industrias que están compitiendo con nosotros se hacen cargo de la cabeza tecnológica de nuestra industria pyme. Es como que Coca Cola nombre como CEO a un empleado de Pepsi o como que Argentina nombre como ministro de energía a un empleado de Shell (risas)”.

El acuerdo de libre comercio con la Unión Europea?

“Yo creo que para el país va a tener un doble impacto negativo. Por un lado, la baja de aranceles en los productos industrializados va a terminar de liquidar lo poco que queda de industria. Seamos concretos: Donald Trump, el presidente de Estados Unidos, el país industrial más poderoso de la Tierra, decide aumentar enormemento los derechos de importación del biodiesel, del acero y del alumnio, y nosotros pretendemos libre comercio nada menos que con la Unión Europea que es un monstruo industrial contra el que no podemos competir. Me parece una locura. El otro tema que nos va a perjudicar fuertemente es que, la carne que hoy subsidian los países europeos la van a pasar a importar de Argentina, porque la nuestra es mejor y más barata. Eso va a golpear a los productores agropecuarios europeos pero también nos va golpear a nosotros, porque sin retenciones, el precio de la carne en la Argentina, va a ser el mismo que va a tener que pagar un consumidor en Berlín o en París. Es decir que vamos a estar atentando contra la mesa de los argentinos por un lado y contra el trabajo de los argentinos por la pérdida de puesto de trabajo industriales por el otro”.

 

Nex Ciencia Exactas UBA - 11 de abril de 2018

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