Por la Patria

Jorge Gaggero
El doble aniversario de hoy, 2 de abril, invita a persistir en memoria e historia. A 30 años del anuncio del programa que definió el rumbo económico-social del país y a 24 del anuncio de la aventura de Malvinas. Las mismas palabras de José Alfredo Martínez de Hoz de 1976 fueron repetidas por Fortunato Galtieri en 1982: se ha tomado –se animaron a decir- “una decisión por la patria” que “no supone discriminaciones contra ninguna militancia cívica ni factor social alguno”. El “programa del 2 de abril” supuso el inicio del segundo “ciclo largo de endeudamiento” de la Argentina, un período de sustancial estancamiento de la economía y retroceso de la sociedad. Dios sabrá hasta cuando (y hasta dónde) nos atará este ciclo de deuda. El primero se le debe a Bernardino Rivadavia y duró 123 años: hasta 1947, cuando el país canceló toda su deuda externa y proclamó una muy breve “independencia económica”. La clarinada de Malvinas terminó con el gobierno del “Proceso” pero ayudó a su sobrevida económico-social, al hundir a la mayor parte de los argentinos aún más hondo en un pozo de su historia.

Cuando José Alfredo dijo lo suyo los peronistas estaban demasiado enfrentados consigo mismo y agobiados por la memoria de “Isabel” como para decir algo. Algunos de ellos incluso coincidían con la propuesta militar; debe recordarse, una vez más, que el “Rodrigazo” fue un efímero ensayo general del programa del “Proceso”. Sí reaccionaron los radicales, el 14 de abril, a través de un largo documento firmado, “a título personal”, por los cuadros económicos de la UCR * (los artífices de la exitosa gestión del presidente Arturo Illía).

Los economistas de la UCR comienzan yendo al hueso del programa: “el plan enunciado contiene elementos que implican una fuerte e injusta transferencia de ingresos”. Se referían “al tipo de cambio, la reforma impositiva, los precios de los bienes de consumo y la política de remuneraciones”. La mecánica de tal transferencia sería alimentada, anticipan, por “la regresividad de la reforma impositiva, la liberación abrupta del sistema de precios y el simultáneo control de los salarios”. Esta receta tendrá larga vida.

Resulta clave el análisis de la cuestión tributaria. “Es un agravio que el Estado obtenga gran parte de sus recursos del impuesto indirecto –sostienen-…, al tiempo que elimina la escala progresiva para los contribuyentes de altos ingresos”. Al sector agropecuario, “se lo favorece decididamente con la política cambiaria y se suprime el impuesto sucesorio”. El balance: “Se producen modificaciones que implican sustanciales retrocesos desde el punto de vista de la equidad, no sólo con respecto a la reforma [peronista] de 1973, sino también al régimen existente en la década del 30, cuando se modernizó el sistema impositivo argentino”. En otras palabras, advertían que se iba a retroceder medio siglo en materia tributaria. Desde entonces sumamos, desde la misma perspectiva de análisis, otras tres décadas de atraso. La pintura del escenario tributario realizada por los economistas de la UCR no ha perdido actualidad, por cierto.

Lo mismo sucede con el cuadro energético: “Cabe destacar que la política de dejar librada la exploración [de hidrocarburos] a la iniciativa privada no garantiza el descubrimiento de nuevos yacimientos. En la Argentina, la casi totalidad de los yacimientos ha sido descubierta por YPF”.

La profética “Conclusión” del valioso documento no tiene desperdicio: “Se ha partido de la concepción de que favoreciendo los intereses empresarios y creándoles un ambiente de seguridad y libertad, sin interferencias del Estado, se puede lograr una recuperación de la economía argentina, por el sólo juego de las fuerzas de mercado y el incentivo de la ganancia de los empresarios. De este juego resultarán más favorecidos los intereses particulares que los generales, aumentará la desocupación y, consecuentemente, la inestabilidad económica y social del país”. En otras palabras, estos economistas heterodoxos le decían a sus colegas, los ortodoxos blindados, que no habían leído siquiera a su mentor Adam Smith (ver sus reflexiones acerca del daño que produce ceder el poder a los empresarios en “La riqueza de las naciones”).

También arriesgan un pronóstico en el plano político: “La opinión pública llegará a la conclusión de que este gobierno ha tenido por finalidad la protección de intereses de grupos, lo que configurará una agresión de clase que, con el transcurso del tiempo, revalorizará al gobierno pasado…. No podrá alegar [la dictadura militar] falta de experiencia”. Los radicales históricos terminan su alegato al borde de la imprudencia**: “En efecto, iguales razones condujeron al fracaso de la ‘Revolución Libertadora’ y a la revalorización del peronismo que, en 1955, estaba desprestigiado en sus propias bases”.

A la distancia, después de conocidos los hechos de estas últimas tres décadas, no cabe esperar certeza total de estos bastante lúcidos augures. Al menos en dos cuestiones relevantes se equivocaron. La primera: les tocó a ellos -no a los peronistas- hacerse cargo, en la primera etapa de gobierno democrático, de la pesada herencia del “Proceso”. La segunda: los autodenominados “peronistas”, sobrevivientes del descalabro previo, no emplearían su turno -durante los 90- en rescatar sus raíces históricas ni honrar a sus muchos mártires, sino en realizar casi todo lo que Martínez de Hoz no pudo lograr (y, en algunas cuestiones, ni siquiera soñar).

* Carranza, Roque G,; Concepción, Alfredo J J.; Delconte, Juan Carlos; Elizalde, Felix Gilberto; García Vázquez, Enrique; Grinspun, Bernardo; López, Germán.

** El autor de estas líneas accedió hacia mayo de 1976 al texto completo de este documento. Le entregó una copia al hoy Senador por la UCR Rodolfo Terragno -que publicaba entonces el pretigioso mensuario político “Cuestionario”-, sugiriéndole su difusión. Lo publicó completo en Julio de 1976, último número de esa revista. Días después una bomba voló parte de las oficinas de “Cuestionario”, llevándose la puerta de entrada. En Setiembre, ambos nos encontramos en Caracas (Venezuela) donde pasamos una larga temporada.

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