¿Y si la depresión llegó para quedarse?

“Una economía de EE.UU. cuyo estado normal es la demanda inadecuada, que sólo se acerca al pleno empleo cuando la empuja alguna burbuja” ¿Y si lo que estamos viviendo es la nueva normalidad? ¿Y si esta situación similar a la depresión perdura no por un año sino por décadas? Lo planteó Larry Summers en la última conferencia de investigación del FMI: la evidencia sugiere que EE.UU. se ha convertido en una economía cuyo estado normal es una depresión moderada, cuyos breves episodios de prosperidad ocurren sólo gracias a las burbujas y al endeudamiento insostenible.

Desafiando a la economía convencional: un paradigma ético del desarrollo

La ética del desarrollo es un tema que contribuye al estudio del crecimiento, el cual frecuentemente es olvidado en el campo de la economía, inclusive en la línea pluralista de la economía social. La ética del desarrollo en ese contexto argumenta que la sociedades más que la suma de individuos y que la economía lo es también de preferencias individuales. A diferencia del positivismo de la economía convencional, el desarrollo no es visto como crecimiento en un sentido estrecho de expansión material del bienestar, si no como el enriquecimiento cualitativo de los seres humanos en todos los aspectos relevantes de la vida humana.

La estructura económica del (sub)desarrollo y el equilibrio general o ¿qué ocurrió con la teoría del desarrollo?

El desarrollo económico es un tema ausente en la discusión académica y económica general, a partir de que en 1981 el súbito incremento de las tasas de interés en los mercados internacionales de fondos se tradujo en inflación, desequilibrio fiscal, desempleo y contracción del producto bruto para muchos países no desarrollados.

No hay luz ni final del túnel

La batalla es política. Es una batalla de ideas. En un mundo en crisis, y una crisis que se ha ido profundizando y convirtiendo en social y política, Argentina y la región juegan la carta fuerte de instrumentar políticas que van a contramano del pensamiento dominante. Y no pueden darse el lujo –ni cometer el error– de ir solos. Esta semana se congregaron en Buenos Aires dos encuentros académicos de carácter internacional para debatir sobre la crisis mundial, las características de la etapa para América latina y los dilemas que presenta el futuro. Funcionarios de primera línea del Gobierno expusieron allí las respuestas dadas en materia de política macroeconómica y plantearon su diagnóstico. Defendieron los instrumentos y los explicaron como pocas veces lo habían hecho antes –si es que hubo alguna vez anterior–, señalando que el propósito es anticiparse a consecuencias más graves que podrían derivarse de la crisis mundial. Encontraron el consenso de importantes pensadores heterodoxos del mundo y algún cuestionamiento a la forma en que se aplican las medidas de parte de expertos locales. Un debate tan útil como imprescindible, teniendo en cuenta, como allí se dijo, que lo peor de la crisis todavía está por venir.

Libor: qué pasó con la tasa más famosa

La “London Interbank Offered Rate”, la tasa a la cual los bancos se prestan entre sí, es la principal tasa de interés en el mercado mayorista de dinero para libras, dólares y euros. Indica a qué tasa están consiguiendo el dinero las entidades en el proceso de prestarse unas a otras para balancear diariamente sus libros.

La Libor sirve, además, como referencia para el precio de instrumentos como swaps y futuros. Según varias estimaciones, unos 350 billones en derivados y otros productos financieros están atados a ella. También hay tasas de créditos e hipotecas que dependen de la Libor.

La City busca salir del oprobio

Lady Hogg no necesita darse ínfulas. Hija de ministro, esposa de diputado, es el prototipo del establishment inglés seguro de sí, “nacido para gobernar”. Fue periodista, asesora del primer ministro John Major, presidenta del grupo inversor 3i y administradora de la BBC. La baronesa, de 66 años, necesitará de todo su temple para lograr la más peligrosa de las misiones: encontrar quien administre y elabore la famosa Libor (London Interbank Offered Rate), la tasa de interés interbancario, eje del escándalo del siglo.

Tropezar dos veces con la misma piedra

Aunque el negocio, como de costumbre, ha regresado al sector financiero, la devastación económica del mundo real causada por la crisis persiste, al igual que la fragilidad subyacente del sistema financiero. No hemos aprendido las lecciones de la crisis financiera mundial (CFG) y así se ha despilfarrado la oportunidad de llevar adelante una verdadera reestructuración del sistema financiero, que es necesaria para evitar otro crash.

Entre dos alternativas

Las crisis no tienen una causa dominante y única. “Innovación financiera”, “burbujas que crecieron y estallan”, “fraude financiero”, “crisis de las finanzas”, “falta de competitividad” o “especulación” son insuficientes. Aceptar alguna de ellas implica considerar a la crisis como un shock a un sistema estable y eso representa una trampa analítica. Como demostró Hyman Minsky, la inestabilidad financiera y las crisis son endémicas al sistema.

La cosa es más complicada

La inflación es un proceso más dinámico y complejo que la explicación que ofrece la teoría ortodoxa. Desde esa visión, los aumentos de precios responden a un exceso de demanda, una sobreexpansión del gasto público o una emisión monetaria descontrolada. La inflación estructural que usualmente aqueja a los países latinoamericanos no es ocasionada por políticas fiscales o monetarias laxas. Las causas de la inflación están ligadas a las transformaciones propias del proceso de desarrollo que generan desproporcionalidades, cuellos de botella y finalmente cambios en los precios relativos cuando la economía es sometida a shocks. La inflación, en sí misma, es un proceso dinámico complejo que involucra una pugna por la distribución del ingreso. Eventualmente da pie a la aparición de mecanismos defensivos. La institucionalización de conductas defensivas lleva a la existencia de inercia inflacionaria o aceleración de la misma.