Por qué importa el dinero

Nuestra conferencia Mission Oriented Finance Mission explora cómo orientar la financiación hacia lo que Hyman Minsky llamó “el desarrollo en capital de la economía”, definido en un sentido amplio, para incluir la inversión privada, la inversión en infraestructuras públicas y la inversión en desarrollo humano.

Pero para entender cómo, hay que entender qué es el dinero y por qué importa. Después de todo, las finanzas son el proceso por el que se pone el dinero en manos de quienes están dispuestos a gastarlo.

Cabeza fría, corazón caliente

Lejos están ya aquellos años dorados de los Estados de bienestar, una forma de capitalismo keynesiano, desenvuelta para superar la depresión europea de la segunda post guerra y contener el avance del comunismo, que se agotó a mediados de los años setenta. Hoy impera un modelo de acumulación que privilegia a la especulación financiera, generando un escenario planetario de gran inestabilidad. La Argentina fue entre 1976 y 2002 uno de los espacios nacionales en los que más hondo hizo pie ese modelo. Uno de sus correlatos más gravosos fue su gran deuda externa, multiplicada gracias al Blindaje y el Megacanje implementados entre 2000 y 2001, y a pesar de la solvencia recuperada durante la última década, aparece como una herida que todavía supura.

Planificación y divisas

Dejando de lado a quienes creen que todo se reduce a una cuestión de equilibrios presupuestarios, que son los mismos que anhelan que el sector público no intervenga en prácticamente nada, existe un consenso bastante extendido acerca de cuáles son los factores clave para sostener el crecimiento de la economía. La enumeración es breve. Partiendo del efecto principal, y estructural, de los procesos de crecimiento de largo plazo en la economía local, la escasez de divisas, se proponen todos aquellos factores que la contrarresten. La urgencia pasa hoy por recuperar el autoabastecimiento energético y una sustitución de importaciones más efectiva, comenzando por la principal rama de la industria. En segundo lugar, como el excedente de divisas no es sólo lo que se deja de importar sino el neto del comercio exterior, es igualmente importante aumentar exportaciones. Bajo esta idea-objetivo debería limitarse la falsa dicotomía campo-industria. En tercer lugar, las divisas no se van solamente por importaciones. Todos los pagos al exterior restan dólares y, con ello, crecimiento: este es, por ejemplo, el efecto real de un mal arreglo en materia de deuda externa, algo que los buitres internos nunca explicitan en su menú de predicción de desastres.

Las contradicciones del capitalismo

David Harvey es profesor de Antropología y Geografía en el Graduate Center de la City University of New York (CUNY). Lleva más de 40 años dando clase sobre El Capital de Marx y es autor de un “Companion” en dos volúmenes de la magna obra de Marx. Esa “lectura minuciosa” del El Capital se basa en una serie de 13 conferencias, cuyos videos ha hecho Harvey accesibles en la Red.

Su último libro es Seventeen Contradictions and the End of Capitalism. Comienza partiendo de la intuición de Marx—que la crisis periódica es endémica en las economías capitalistas—y continúa tratando de ofrecer un análisis de la actual coyuntura histórica. Hablamos con Harvey en Londres la semana pasada. La entrevista la realizó Jonathan Derbyshire para la revista inglesa Prospect.

Patrón de Reproducción del capital. La unidad económico/política del capital.

El análisis en las ciencias sociales sufre un infértil proceso de fragmentación, justificado por la idea de la especialización. El supuesto epistémico que justifica lo anterior es la idea que en tanto se alcancen las partes últimas (“átomos”: la parte sin partes), por agregación podremos explicar la vida societal. Con ello se asume la realidad social conformada por “cosas” y se difuminan las relaciones sociales que la articulan. Dividir y desgarrarr, inherentes a la fragmentación, trae consigo, a su vez, la pérdida de comprensión de la actividad unificante de la vida en sociedad, la que le otorga sentido a los múltiples procesos, los que se presentan así de manera dispersa y desconectados En nuestro tiempo dicha actividad unificante es la lógica del capital, la que como un tornado, atrapa, absorbe, hace girar y eleva por los aires todas las relaciones que encuentra a su paso, reorganizándolas.

Discusión: ante el peligro de un mal acuerdo del Mercosur y la Unión Europea

Las raudas negociaciones actuales entre el Mercosur y la Unión Europea (UE) para alcanzar un acuerdo comercial y económico de amplia liberalización tienen características llamativas y no casualmente confusas. Los medios de prensa y voceros oficiosos hablan de demoras y dificultades, pero no informan en forma detallada sobre ellas ni sobre su significación.

Debate sobre la desigualdad

Desde Londres

La polémica sobre el economista francés Thomas Piketty se ha convertido en sinónimo de debate sobre la desigualdad. Con un sorprendente tercer lugar en las ventas de Amazon en Estados Unidos a casi tres meses de salir a la venta, con una segunda edición en camino, han aparecido críticas a presuntas incongruencias en los datos de El Capital en el siglo XXI que buscan minar la tesis fundamental del libro, que sostiene que la creciente desigualdad del capitalismo es inherente al sistema.

Según publicó el viernes pasado Chris Giles, editor económico del diario Financial Times, en la primera plana del diario, Piketty comete errores en las proyecciones que hace para épocas en las que no había información, en el método que usa para distintos países y en un uso tendencioso de las estadísticas para probar su principal tesis.

La nota del Financial Times produjo una avalancha de cables y comentarios en los principales diarios de derecha del mundo anglosajón que tomaron el veredicto de Giles como la definitiva descalificación del libro de Piketty. La excepción a este regodeo fue un medio de incuestionable filiación capitalista: la revista The Economist. Según el semanario británico, las críticas de Giles eran cuestionables y muchos de los detractores del libro no se habían tomado el trabajo de leerlo e ignoraban que la mayoría de los datos provenían del World Top Income Database, un índice que nadie cuestiona. “Hay un par de errores que parecen ser de transcripción o de ajustes hechos a datos que requieren una evaluación del investigador”, subraya el semanario británico.

El fundamento para la tesis principal del libro, sostenida con un voluminoso examen de datos de los últimos 300 años, es que la riqueza ha aumentado a mayor velocidad que el crecimiento económico en estos tres siglos y que eso ha impactado en la desigualdad que, de seguir así, será en este siglo XXI semejante a la que existía en el victoriano siglo XIX. La crítica más sólida que se ha hecho a esta tesis viene por izquierda y es que, lejos de exagerar el estado de cosas, Piketty subestima la real dimensión de la desigualdad.

Según James Henry, autor de The price of offshore revisited y profesor de la Universidad de Columbia, el gran error de Piketty es el cálculo que hace sobre la riqueza oculta en guaridas o paraísos fiscales. “Hay unos 21 millones de millones de dólares ocultos en guaridas fiscales. La mitad de esta suma está en manos de las 91.000 personas más ricas del mundo, un 0,001 por ciento de la población mundial, que controla una tercera parte de toda la riqueza mundial. Piketty ha subestimado esta cifra. Este es el principal cuestionamiento que se le puede hacer. El resto es trivial”, indicó Henry a Página/12.

En la carta de respuesta a Giles que publicó el mismo Financial Times Piketty reconoce la necesidad de una mejor contabilización de esa riqueza oculta. “En realidad es muy posible que mis propias estimaciones no tomen plenamente en cuenta la riqueza offshore o en guaridas fiscales, algo que profundizaría la desigualdad”, señala el economista. Los datos de Piketty provienen de otro investigador de la Paris School of Economics, Gabriel Zucman, quien estima en unos 8 millones de millones de dólares la riqueza oculta en las guaridas fiscales, cálculo hecho en base a los datos disponibles macroeconómicos (balanza de pagos, por ejemplo) y los activos financieros, dejando fuera todo otro tipo de acumulación de riqueza (yates, obras de arte, etc.)

Sumándose a la polémica en la edición del matutino británico The Guardian este lunes, Paul Mason, editor económico del Channel 4 británico, señaló que las críticas de Giles (y las de otros medios de derecha) se basan en erróneas cifras oficiales. “Las conclusiones del Financial Times apenas se diferencian de las de Piketty en el análisis de Suecia y Francia. Lo hacen en el del Reino Unido y Estados Unidos. La razón es obvia. Desde tiempos inmemoriales los ricos tienen una especial aversión a declarar su riqueza. Con la reestructuración capitalista de 1979 se ha promovido la acumulación de riqueza oculta que obligó a Piketty a una mezcla de datos de herencia y encuestas junto a cálculos”, escribe Mason. Ni siquiera las cifras oficiales son congruentes. El HMRC, oficina impositiva del Reino, estima que el 10 por ciento más rico del Reino Unido tiene un 70 por ciento de la riqueza. La Oficina Nacional de Estadísticas, en cambio, estima que sólo tienen el 44 por ciento. El crecimiento de las guaridas o paraísos fiscales desde los ‘70 ha vuelto mucho más impreciso el cálculo de la riqueza (patrimonio personal que incluye depósitos, acciones, inmuebles, etc). El de los ingresos es mucho más rastreable: la diferencia genera todo tipo de incongruencias en la recolección de datos.

En Estados Unidos, Sam Pizzigati, del Institute for Policy Studies de Washington, habla de una “paradoja americana” para explicar este desfasaje. “Entre los datos que tenemos sobre la desigualdad de ingresos y de riqueza hay una profunda desconexión que equivale a una paradoja. El análisis de la curva de ingresos nos dice que ha habido un enorme crecimiento de la desigualdad entre los más ricos y el resto. Pero cuando analizamos la desigualdad de riqueza, vemos que la diferencia es ínfima. La explicación más lógica de esta diferencia es la riqueza oculta en paraísos fiscales. Si no, habría que pensar que esta gente se gasta 5000 dólares en cenas cada noche del año”, señaló Pizzigati a Página/12.

El impacto de este desfasaje en los niveles de desigualdad de una sociedad queda en claro en un estudio específico sobre Argentina, “Fuga de Capitales III (2002-2012)”, que halló un aumento del coeficiente de Gini de 0,42 a 0,49 puntos una vez que se corrigen las encuestas oficiales para incluir los ingresos no declarados y se contabilizan los fondos fugados a paraísos fiscales. “Si aceptamos que el stock fugado alcanza los 400 mil millones de dólares, equivalente a 15 veces el nivel de reservas del Banco Central, el coeficiente de desigualdad salta entonces de 0,43 a 0,49. Muchos piensan que en realidad la suma es aún mayor si se toman en cuenta las manipulaciones contables de empresas multinacionales y otros factores. Pero aún con esta cifra ‘conservadora’, vemos que el salto que da la medición de la desigualdad neutraliza los avances logrados en una mejor distribución del ingreso por el crecimiento económico y las fuertes políticas sociales del gobierno argentino durante el período 2003-2010”, indicó a Página/12 uno de los autores del informe, Jorge Gaggero.

En momentos en que, como se ha visto en las elecciones europeas, se está pagando un alto precio por desatender a estas tendencias profundas, convendría que el debate que se ha disparado con la publicación del libro de Piketty no sea ignorado con argumentos endebles.

Dossier: La teoría económica y su enseñanza, en cuestión

Este Dossier consta de los 3 siguientes textos:

1) Philip Pilkington: “La visión del mundo sraffiana y la visión del mundo marginalista: buenas razones para el pluralismo académico”

2) Ha-Joon Chang y Jonathan Aldred: “Después del crack, necesitamos una revolución en el modo de enseñar la economía”

3) Matías Vernengo: “Los debates sobre el ‘capital’: una breve introducción”