Lección de democracia

Rossana Rossanda
Cuánta confusión en las noticias y comentarios sobre las convulsas jornadas que se viven entre Atenas y Bruselas para ocultar una evidencia: está en marcha un intento de golpear al gobierno Tsipras por ser subversivo respecto a la Europa de los mercados. Subversivo por haber recuperado en su país el primado de la política, recurriendo al voto popular. Angela Merkel y el complejo financiero alemán y europeo no lo soportan. Se le corta la respiración a Grecia negándole un recorte del reembolso de la modesta deuda griega, mientras que Alemania solicitó y consiguió la anulación de otra deuda bien distinta en 1953. Hoy condonar la deuda a los griegos representa no más del 2 % de la cuentas continentales, y hace falta mucha desfachatez para olvidar que este producto de las desventuradas cuentas griegas no es obra de Syriza sino de los “respetables” gobiernos que le han precedido, tipo Papandreu o Samarás. Habría sido y sigue siendo elemental conceder a Atenas el tiempo y el respiro necesarios para cerrar el agujero. Pero el objetivo principal de estos días estriba en hacer pagar a Tsipras la audacia de haberse dirigido – contra el parecer de los autodenominados líderes europeos – al voto popular.

Piénsese en el peligro: ¿qué sucedería si Italia, o más probablemente, la España de Podemos, siguiera el ejemplo de Tsipras? Para los demás valientes heraldos de la democracia parlamentaria no resulta del todo fácil declarar la nulidad de un voto popular tan explícito. Ni se puede olvidar que dos de los protagonistas no son precisamente los representantes más íntegros de la dura limpieza de las reglas económicas. El líder de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, tiene encima una denuncia por evasión de capitales; sobre Christine Lagarde pende la acusación de haber violado las reglas de un arbitraje al conceder al millonario francés Bernard Tapie 400 mil euros de más respecto a lo devuelto al Credit Lyonnais.

No obstante, es esto lo que intenta Angela Merkel, mientras la "europeísta” La Repubblica no duda en tachar de narcisismo (es decir, de estar enamorado de sí mismo) a un Yanis Varufakis que se quita de en medio – gesto desconocido en nuestra esfera política – para allanar el camino del gobierno en ese país.

No es cierto en el caso Matteo Renzi, que aleja de sí hasta 2018 cualquier consulta electoral como para que pueda esperarse una palabra de compostura institucional. Pero si se esperaría de la quebrantada oposición que en cuestiones de principios ha callado todos estos años por razones de vileza.

No es casualidad que la excepción griega ponga de relieve en qué medida la única ley que vale en la Unión Europea es la del más fuerte, en este caso los bancos y los acreedores alemanes, y que la primera víctima sea el país del mundo que más ha hecho por introducir la democracia política.

Sin Permiso - 12 de julio de 2015

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