Gran eclipse sobre el TLCAN

Alejandro Nadal

 

La renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte comienza hoy (miércoles 16 de agosto). Las condiciones han cambiado mucho desde los primeros intercambios que habrían de dar forma al TLCAN. Por aquellos tiempos los negociadores de los tres gobiernos, convencidos de las extraordinarias bondades del libre comercio, repetían sin cesar que el nuevo acuerdo comercial sería un rotundo éxito.

La prensa internacional de negocios se derretía en elogios sobre las novedades del pacto, el primero que involucraba países de muy distinto grado de desarrollo. El contenido del tratado iría mucho más lejos de la simple desgravación arancelaria o la eliminación de un sistema de cuotas y abarcaría temas sobre inversiones directas, política industrial, propiedad intelectual, compras de gobierno, regulaciones del sector servicios, así como un capítulo sobre solución de controversias. Carla Hills, representante de comercio de Estados Unidos, repetía sin cesar que con el TLCAN todas las partes saldrían beneficiadas y la prosperidad alcanzaría a todos los habitantes de América del Norte. El gobierno mexicano le hacía coro con la idea de que nuestro país entraría de lleno al primer mundo. Y la promesa de las reformas pro-mercado que introducía el gobierno de Salinas supuestamente garantizaban un proceso de crecimiento de largo alcance.

Hoy las circunstancias han cambiado. Para acercarse a la mesa de una renegociación sería indispensable tener a la mano una evaluación integral de los efectos que el TLCAN ha tenido sobre la economía mexicana y las perspectivas de su desarrollo. Desgraciadamente, no existe por el lado del gobierno mexicano una valoración completa, validada bajos el protocolo de un escrutinio profesional y abierto, sobre los efectos reales del tratado en la sociedad y la economía en su conjunto. Los efectos sobre la creación de empleos, la evolución de salarios, el impacto sobre el tejido industrial, el desempeño del sector servicios, los flujos de inversión directa, las repercusiones en el agro mexicano, por mencionar algunos temas, debieran ser incorporados en esa evaluación del tratado y las perspectivas de una estrategia general de desarrollo del país.

Es cierto que la integración económica entre las tres economías de la región se ha profundizado y que los flujos de comercio e inversiones se expandieron de manera notable. Pero hay algo inquietante en ese proceso de integración: más de 80 por ciento de las exportaciones mexicanas están dirigidas a Estados Unidos. Es decir, desde el punto de vista de diversificación de mercados el TLCAN es un rotundo fracaso.

El superávit de México en la balanza bilateral con Estados Unidos es visto por muchos como una muestra de que el tratado fue benéfico para nuestro país. Sin embargo, se necesita un análisis más cuidadoso antes de saltar a esa conclusión. Por ejemplo, se requiere examinar el impacto del TLCAN sobre la balanza comercial en su conjunto para alcanzar una visión más certera. Lo cierto es que la balanza comercial de México con el resto del mundo ha mantenido un déficit crónico y el superávit con Estados Unidos no permite cancelar ese resultado negativo. Por eso hoy el déficit en la cuenta corriente de México representa 2.7 por ciento del PIB.

Pero subsisten muchos otros problemas. Uno de ellos es el destino del proyecto de industrialización en México. Una parte importante de las exportaciones mexicanas proviene de la industria maquiladora. Pero el contenido nacional de dichas exportaciones se ha mantenido bajo. Un estudio de Castillo y De Vries (Journal of International Trade and Economic Development, julio de 2017) muestra que el valor agregado de contenido nacional en las exportaciones de las maquiladoras no rebasa 13 por ciento. Esto significa que la débil integración con el resto de la economía impide descansar en las maquiladoras como motor de crecimiento.

Otra investigación de Jorge E. Mendoza Cota, del Colegio de la Frontera Norte (publicada en la revista Norteamérica 2015) confirma que las exportaciones de manufacturas están marcadas por una fuerte dependencia de importaciones de bienes de capital e insumos intermedios. Lo más grave es que la economía mexicana mantiene un importante déficit manufacturero con las economías de China, Japón, Corea y la Unión Europea. Ese estado de cosas no va a cambiar en el futuro cercano.

El TLCAN codificó y contribuyó a profundizar un proceso de integración económica que ya estaba en marcha en la región. La pregunta que hoy es importante formular es si ese instrumento es la mejor manera de proseguir con esa integración o si sería mejor explorar senderos alternativos. La renegociación que hoy exige Estados Unidos es una oportunidad para enfrentar ésta y otras preguntas.

El 21 de agosto podrá observarse un eclipse solar total sobre buena parte del territorio estadounidense. En México se observará como eclipse parcial. En tiempos de las supersticiones, el evento podría interpretarse como portador de malos augurios. Quizás hoy sería bueno verlo como invitación a repensar las profecías sobre el gran éxito que supuestamente tendría el TLCAN.

- Alejandro Nadal, Economista. Es miembro del Consejo Editorial de Sin Permiso.

 

Sinpermiso - 17 de agosto de 2017

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