Escoba nueva

Pablo Galand
A partir del mes que viene, el Indec publicará un nuevo índice de precios, que es la consecuencia de un trabajo que llevó más de un año de elaboración. El dato no pasará inadvertido si se tiene en cuenta que desde 2007 los números que da a conocer el organismo público dejaron de ser creíbles tanto para los principales actores sociales y económicos del país como para el ciudadano de a pie que hace sus compras habituales. Los aumentos salariales acordados en paritarias, el salario mínimo vital y móvil, los haberes jubilatorios y la Asignación Universal por Hijo dejaron de tomar como referencia el IPC a la hora de ajustar valores. También dejó de tener una correlación con lo que marcan las tasas de interés de los bancos o la variación a precios corrientes que indican las ventas.

Con el objetivo de recuperar la credibilidad, el Gobierno saca a la cancha desde el mes que viene el Índice de Precios al Consumidor Nacional Urbano (IPC-Nu), que medirá la variación que se registre en todo el país en enero con respecto a diciembre del año pasado y que reemplazará al que se difundía hasta ahora y que abarcaba únicamente la región metropolitana. Este nuevo índice cuenta con el aval de 15 universidades nacionales, las direcciones de estadísticas de todas las provincias y al asesoramiento técnico del National Bureau of Statistics (NBS) de China. También del Fondo Monetario Internacional, que en diciembre pasado aprobó la nueva metodología de medición.

Una de las novedades que traerá el IPC-Nu es que trabajará con seis canastas regionales que cubrirán todo el territorio nacional. Ellas son Noroeste, Noreste, Cuyo, Pampeana, Gran Buenos Aires y Patagonia. Cada canasta estará integrada por 520 variedades entre productos y servicios, de las cuales 478 serán comunes y el resto obedecerá a las particularidades de consumo de cada región. Con esta nueva metodología se estudiarán 200.000 precios mensuales en 12.000 negocios, que incluirá a 100 localidades de todo el país y estarán afectados más de 500 encuestadores. Como sucedía con el anterior índice, los precios promedios no serán publicados. Desde el Indec sostienen que lo que mide el IPC no son los precios sino su variación, y entienden que su publicación dispararía polémicas que sólo servirían para generar confusión.

Para determinar cuáles iban a ser las variedades que integran cada canasta, el Indec llevó adelante una Encuesta Nacional de Gastos de Hogares (Enghu) que comenzó en febrero de 2012 y se prolongó durante un año. Durante ese tiempo se relevaron datos en 37 mil hogares de todo el país para detectar las pautas de consumo de la población argentina. En una primera etapa, se centró la información en los gastos de esos hogares y luego se recabaron datos acerca de los ingresos. Con ese material en las manos, se empezó a determinar cuáles son los precios que se van a tomar en cuenta y como se los medirá. Cada uno de los pasos que llevó la confección y definición de esta nueva metodología fue llevado adelante de manera conjunta por los técnicos del Indec y del FMI.

Como consecuencia de esta nueva metodología, las canastas serán muy diferentes de la actual, ya que la anterior Enghu fue de hace nueve años y por lo tanto marcaba otros patrones de consumo. Por ejemplo, a partir de la nueva encuesta pasaron a tomar mayor relevancia los productos electrónicos; en lo que tiene que ver con la alimentación, los artículos congelados semielaborados, y también se observó en una menor incidencia en referencia a la prestación de servicios referidos a la salud. Esto llevó a que, por ejemplo, en el caso de la canasta del Gran Buenos Aires su composición sea muy diferente de la que se regía con el IPC-Gba. Es por eso que la nueva canasta cuenta con 80 variedades más que las que integraban la anterior.

La participación del FMI en la confección del nuevo IPC no sólo constituyó un aporte desde lo técnico sino que también ayudó para que comience a modificar su percepción acerca del Indec. Luego del trabajo en conjunto con funcionarios locales, los técnicos del FMI confeccionaron un informe interno sobre la solvencia del nuevo índice de precios para ponerlo bajo la consideración del directorio del organismo financiero que encabeza la francesa Christine Lagarde. Fue así que el 10 de diciembre el FMI aprobó la nueva metodología y dio el aval para que se publique a partir de febrero.

El aval del FMI le permite al Gobierno argentino avanzar sobre dos frentes. Por un lado, constituye un paso importante para que el organismo levante la moción de censura que dispuso en febrero del año pasado, cuando señaló la “falta de credibilidad en la información oficial” respecto de las estadísticas que marcaba el IPC. La moción sigue vigente pero al haber dado el visto bueno al nuevo índice, en los despachos oficiales estiman que en la próxima reunión del directorio, que se celebrará en el mes de marzo, el FMI dará marcha atrás con la medida. Además, la aprobación despejó la posibilidad de que la Argentina reciba una sanción más fuerte, como podría ser la exclusión de las naciones miembro del FMI.

El segundo elemento que auspicia el aval del Fondo tiene que ver con la posibilidad que se le abre al país de restablecer lazos con los organismos financieros internacionales, luego del default declarado en enero de 2002, durante la breve presidencia de Adolfo Rodríguez Saá. Vale recordar que dentro de las negociaciones que la Argentina viene llevando a cabo con el Club de París para lograr un acuerdo con respecto a la deuda con este grupo, uno de los requisitos es restablecer relaciones con el FMI.

Pero más allá de lo que pueda pasar con respecto a los organismos internacionales, es importante la credibilidad que pueda generar el nuevo IPC para volver a ser considerado como un termómetro válido a la hora de medir el índice inflacionario. Los especialistas consultados por Veintitrés sostienen que lo que determinará la confiabilidad de la nueva metodología será el número que marque la publicación de febrero. En el Indec no se han hecho “simulacros” con la nueva canasta, por lo tanto, nadie se aventura a señalar si lo que marque el IPC-Nu estará en la sintonía de lo que venía dando el IPC-GBA o si se acercará a lo que marcan las consultoras privadas. De todos modos, especulan que la variación podrá ser mayor debido a que los subsidios en los servicios y el transporte tienen un impacto mayor en la región metropolitana que en el resto del país.

“Mucha de la credibilidad que pueda llegar a tener el nuevo IPC va a depender del número que dé, de la metodología que se aplique y de qué transparente sea la medición”, señala el economista Rodrigo Álvarez, de la consultora Analytica. “Nadie va a esperar que marque el 28 por ciento anual como publica el IPC-Congreso, que creo que sobreestima el dato inflacionario. Pero tampoco puede marcar el 10% como viene señalando hasta ahora el Indec. Lo peor que le puede pasar al Gobierno es quedarse corto con este índice nuevo. Que la gente diga: ‘es más de lo mismo’. En cuanto se instale esa sensación, el Gobierno pierde una nueva oportunidad en la materia”, completa Álvarez.
Marina Dal Poggetto, de la consultora Bein & Asociados, prefiere ser cauta a la hora de medir las expectativas de credibilidad que puede generar este nuevo índice. “Lo que tenemos hasta ahora es un cambio metodológico que va a tener alcance nacional, a diferencia del anterior, que cubría sólo el Gran Buenos Aires. Con lo cual, por ahora, hay una expectativa de que el número refleje algo más parecido a lo que se supone es la inflación real. Una vara creíble sería el primer paso, pero no suficiente, para bajar la inflación”, sostiene Dal Poggetto.

Ambos economistas coinciden en que el momento en que sale a la cancha el nuevo índice puede convertirse en un factor que no ayude a su credibilidad. “Tras la salida de Guillermo Moreno, se produjeron dos fenómenos que llevaron a un aceleramiento de la inflación: se produjo una suba del tipo de cambio y las empresas hicieron colchón antes de cerrar el acuerdo de precios. Por lo tanto, el nuevo IPC llega en el peor momento porque se da en un contexto de la aceleración inflacionaria que es objetiva. Cómo va a reflejar el nuevo índice esa aceleración inflacionaria es una incógnita”, sostiene Álvarez.

Dal Poggetto adelanta que el reciente aumento del transporte público en la región metropolitana va a ser un elemento que marcará una diferencia entre los números que arrojen el nuevo índice del Indec y los de las consultoras privadas. “En nuestras estimaciones, la suba del boleto de colectivo pega en un uno por ciento de lo que sería la medición tradicional que alcanza el área metropolitana. Pero como el nuevo IPC va a tener una cobertura nacional, el impacto de ese aumento va a ser justamente la mitad, es decir un 0,5%. Por lo tanto, ahí ya va a surgir una diferencia que va a ser motivo de discusión”, advierte la economista del Estudio Bein, una de las consultoras privadas que realiza trabajo de medición de la inflación.

Se verá a lo largo de este año si las nuevas estadísticas vuelven a ser tenidas en cuenta tanto por los que toman decisiones en la Argentina como por los que tratan de llenar el changuito en el supermercado. Las cartas están echadas.

El nuevo IPC-NU

El flamante IPC trabajará con seis canastas regionales: Noroeste, Noreste, Cuyo, Pampeana, Gran Buenos Aires y Patagonia. Cada canasta estará integrada por 520 variedades entre productos y servicios.

478 de esas variedades serán comunes y el resto obedecerá a las particularidades de consumo de cada región.

200.000 serán los precios mensuales que estudiará la nueva medición.

500 agentes estarán abocados a recabar la información.

12.000 negocios de 100 localidades de todo el país cubrirá la nueva medición.

Revista Veintitres - 23 de enero de 2014

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