El poder financiero supera al de los Estados
Profesor del Instituto de Investigación de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), presentó en ese ámbito una teoría en la que diferencia los sistemas financieros de la actual conformación de complejos bancarios con tamaño suficiente para influir en las decisiones no sólo de países sino de entes supranacionales, como el G-20. Ugarteche es crítico del Fondo Monetario Internacional, sobre el cual está escribiendo una historia en varios volúmenes, y defiende el Banco del Sur como un instrumento para superar la proverbial restricción externa de los países periféricos. El especialista sostiene que «en la lógica del FMI, la Argentina es imbancable.
–En su escrito sobre la genealogía de la arquitectura financiera hace especial hincapié en la falta de un mecanismo de arbitraje para reestructuraciones de deuda. ¿El ataque de los fondos buitre a la Argentina es una consecuencia de no contar con un marco normativo?
–Si existiese un mecanismo de arbitraje no habría lugar para estos grupos de presión. El complejo financiero –liderado por unos pocos bancos de inversión– necesita que los países donde invierten se porten de una cierta manera, que en este caso es con ajuste para pagar a los acreedores. Lo que no quieren es que se demuestre que no es necesario jugar con sus reglas. Lo paradójico es que las reglas de juego que imponen son para concentrar sus ganancias; no para distribuirlas ni para favorecer un aumento del ingreso en el otro. Por eso, si quiero concentrar el ingreso, el modelo argentino es actualmente una espina para estos grupos.
–¿Por qué?
–Porque decirle al Fondo Monetario: «Ustedes nos han metido en este atolladero, le hicieron el favor al complejo bancario y financiero. Son culpables de que nuestra deuda pasara de 40.000 millones de dólares a 120.000 millones en dos años. Y, como somos una economía nacional, eso es inaceptable y no vamos a seguir ajustando a la población para pagar los intereses», es un mal ejemplo. El objetivo del complejo es concentrar, requiere que se le baje el salario a la gente. Pero la Argentina muestra que el complejo los metió en un problema, que no sirve para salir de él y que el Fondo es funcional a los bancos, pidiendo la baja de salarios, como ahora. Entonces el país rompe con el FMI, recompra la deuda haciéndoles perder dinero y mejora la distribución interna. Bajo la lógica del Fondo, la Argentina es imbancable. ¿Qué pasaría si otros imitan a la Argentina? El problema es que se vuelva un modelo para otros. Por eso la prensa internacional no va a decir que la Argentina está creciendo a tasas altas. Tampoco va a decir que el nivel de reservas es razonable o que el tipo de cambio es el indicado, ya que la idea del complejo es que el país aprecie su moneda porque eso concentra el ingreso. Ahí empiezan las presiones contra un país, tratar de sacarlo de escena.
–¿Esas presiones pueden comprometer la estabilidad de gobiernos?
–¿Se olvida de Venezuela, Ecuador, Honduras, Paraguay? Puedo seguir... Se usan distintas argumentaciones para sacar a un presidente, pero siempre detrás están estos grupos. La campaña contra Venezuela es clarísima. Solamente que aquí el modelo es más articulado. Este es un país industrializado en el contexto de América del Sur y aquí la reactivación de la economía se hizo con distribución del ingreso. En la Argentina los salarios llegaron a caer un 25% del PIB y ahora subieron al 40%. Esto quiere decir que la parte de ganancias que concentra el complejo bancario se achicó, y es lo que genera resistencia. Brasil no logró romper con la lógica del complejo, aunque sí lo hicieron Venezuela y Ecuador.
–¿Se puede volver al sistema financiero después de una ruptura como la que llevó a cabo la Argentina?
–El impacto no es tanto por la parte internacional, sino por la interna. La cesación de pagos en el mercado secundario de los bonos en 2003 ha cerrado el mercado para la Argentina. Sólo puede tener bonos en moneda nacional. Este es el costo de tener un modelo distinto. Argentina está inventando sobre la marcha. Si lograra convencer a Brasil de tener una posición conjunta en el G-20 en términos de cómo llevar el enfrentamiento con el complejo bancario, le haría un servicio a la comunidad internacional. Pero hacerlo es enfrentarse al G-7 y dentro de éste al complejo financiero, que es más poderoso que los Estados.
–Para compensar la falta de financiamiento externo se utilizan reservas. ¿Existe algún límite o riesgo para aplicar esta herramienta?
–Sí, es riesgoso por lo siguiente: cuando bajas el nivel de reservas, los que están mirando ese stock para anticipar el tipo de cambio se asustan y comienzan a retirar dinero de manera acelerada. Por lo tanto, cualquier política que apunte bajar el nivel de reservas es una política que va a tener enfrente la reacción de compra de divisas de parte de actores que de otra manera no comprarían esas divisas, con lo cual las reservas bajan más rápido. Es una especie de profecía autocumplida. Es lo que pasó en los últimos años y derivó en la aplicación en el control para la compra de moneda extranjera en la Argentina.
–El establishment financiero sostiene que si el país relaja los controles de capitales llegarán más inversiones. ¿Puede ser una solución?
–Cuando se abren las cuentas de capital, toda la inversión que hace la Reserva Federal para paliar la situación de Estados Unidos –esto es, darle liquidez a su economía– se traslada directamente a los precios internacionales de los commodities, pero también a los bancos en los países donde hay tasas de interés reales positivas, como el caso de Brasil, dando como resultado una apreciación del real. Una vez que ese capital ingresa, se traslada a la bolsa de valores, compra bonos del Tesoro brasileño, con lo cual obtiene una rentabilidad alta e induce a que otros ingresen a este mercado. Atrae así a otros capitales. Por eso, cada vez que hay una inyección en Estados Unidos vemos un aumento en el precio de los commodities y una apreciación en las monedas de los países. Pero, el día en que la tasa de interés de Estados Unidos regrese a un nivel normal, todo ese dinero de corto plazo vuelve a casa, liderando un proceso de fuga de capital. Y cuando esos fondos se van, se van todos.
–Entonces, ¿el impacto en la suba de los commodities se soluciona por el lado de la balanza comercial?
–Si se impide el ingreso de capitales especulativos, el país se ahorra el impacto de la salida. Pero el sector financiero, que es uno en todo el mundo, son apenas 10 bancos, no va a estar contento con el control de capitales. Son los mismos 10 bancos que impidieron a Alemania y Francia que introdujeran la tasa Tobin (impuesto a las transferencias) en la Eurozona. Esto es porque los bancos no viven de la estabilidad de los mercados, sino de la inestabilidad. Los que prestan buscan la estabilidad; los que invierten, no. Esta es la principal diferencia entre los bancos demasiado grandes para quebrar y los normales.
–¿Qué función cumplen los organismos multilaterales de crédito?
–En primer lugar, los organismos multilaterales, y estoy pensando más que nada en el FMI, fueron diseñados para asegurar la estabilidad sistémica. Dado que ni la estabilidad hoy es importante ni el sistema existe, el Fondo se convirtió en una especie de ente decorativo o de cobrador para algunas economías pequeñas que todavía tienen deudas externas. La nueva configuración no requiere de deudas externas, sino de bonos internos con alta rentabilidad que permita el ingreso de capitales. La falta de sistema implica que no se establezca la relación acreedor y deudor, porque es una relación de inversionistas.
–¿Se puede seguir esperando un cambio de enfoque del FMI?
–Hay varios puntos de vista. Hay uno que sostiene que existen cambios en marcha, como el artículo 6º, que se comenzó a discutir en los 70. Madame Lagarde le dio una tónica de preocupación por el mundo. Es una preocupación saludable, porque se había vuelto una entidad norte-sur, y ahora está recuperando el rol de institución multilateral. Lo que no está haciendo, y creo que no puede, es un cambio de piel donde las formas de funcionamiento reflejan las estructuras de poder mundial. No creo que el Tesoro y los gobiernos europeos vayan a renunciar a manejar la discusión como lo vienen haciendo. No van a ampliar la participación ni van a quitar la cláusula del veto para Estados Unidos. Si no la eliminan es lo mismo que nada. Tampoco van a cambiar la manera en la que se eligen las autoridades el organismo.
–El Fondo le dio una suerte de ultimátum a la Argentina por el manejo de sus estadísticas.
–Es el Fondo el que quiere acusar a la Argentina del tema de la inflación, mientras que guarda una gran amnesia sobre su responsabilidad en la crisis del país en 2001. Si uno mira las propias predicciones del FMI sobre cómo apareció la crisis, se ve la manera en que subestimaron la caída de los pIb de varios países. Si uno dijera que el problema es de cifras, que expliquen cómo consistentemente subestimaron la caída e hicieron los cálculos cada trimestre corrigiendo sus propias estadísticas. Ese no es problema de la Argentina sino del oficio del Fondo. De todas maneras, parece necesario un cambio. No puede ser que para algunos la inflación sea de 9% y para otros alcance entre 21 o 22% Tiene que haber verosimilitud. Tampoco entiendo para qué el gobierno argentino le pidió ayuda al Fondo en el tema.
–¿Cuál es el rol del G-20?
–Recordemos que el G-20 lo convocó Bush en noviembre de 2008, cuando se derrumbó Lehman Brothers, y en una primera instancia eran sólo los bancos centrales. El objetivo fue sumar los grandes deudores mundiales con los grandes acreedores. Los grandes deudores eran del G-7. Los acreedores del FMI son Arabia Saudita, Brasil, Argentina, México, China, India, Rusia, Corea del Sur y Malasia. El objetivo fue llegar a algún tipo de acuerdo, pero este encuentro tiene la peculiaridad de que los deudores quieren imponer sus condiciones. Esto es un sinsentido. Lo único que quieren es que los acreedores pongan el dinero para salvar al complejo financiero. Y esta lógica no sólo no se va a modificar, sino que se va a fortalecer a partir de la presencia de los bancos en la secretaría del G-20.
–¿La creación del Banco del Sur es importante en este escenario?
–El Banco del Sur no es un Fondo Monetario. Es un banco de desarrollo productivo. Podría emitir bonos sudamericanos que aglutinen el riesgo de todos los países, para que los bancos centrales compren esos papeles para financiar proyectos de inversión, que tengan que ver con seguridad alimenticia, energética, salud y/o vivienda. Este es el mecanismo a través del cual el Banco del Sur podría circular ahorros regionales. El bono debería estar en un peso sudamericano, que funcione para el promedio de las economías de la región. Lo otro es tener, como Asia, un fondo multilateral de reservas. Por lo que vemos, la imposibilidad de los países de la Eurozona de emitir bonos europeos los está llevando a profundizar la crisis financiera actual.
–¿Cuál es la alternativa para los países en problemas de la Eurozona?
–Creo que Grecia tendría que salirse del Euro. España no puede salirse por el tamaño de su sistema bancario. Si bien sus bancos no están entre los «demasiado grandes para caer», podrían estarlo. El Santander y el Vizcaya son muy importantes y creo que le tienen terror a la posibilidad de una quiebra. Si España fuera más racional, y hemos descubierto que no lo es, hubiese emitido bonos y habría reducido el riesgo de Europa, bajando la tasa de interés de 6% de España a 1,5% promedio de la Eurozona. Estaríamos hablando de otra cosa.
Oscar Ugarteche estuvo en Buenos Aires para participar de sendas jornadas en el Banco Central de la Republica Argentina y en el CEMOP. Durante su visita también brindó una charla en el IADE sobre el tema de este trabajo.
Revista Acción - primera quincena de diciembre de 2012