¿Saben qué dijo la OEA? Nada

Rafael Cuevas Molina

 

La opinión que no cuenta es la mía, la de un guatemalteco que no pudo vivir su vida en su país porque la vida en él fue un infierno. Voy a reiterar algunos hechos y cifras que ya muchos conocen, pero que es necesario volver a listar para recordar algunas cosas que  nos pasan hoy.

Nací en 1954, año en el que, con el apoyo abierto y descarado de los Estados Unidos, se dio un golpe de Estado que marcó toda la segunda mitad del siglo XX. Como se sabe, el golpe fue contra Jacobo Árbenz Guzmán, a la sazón presidente constitucional de Guatemala, electo con todas las de la ley pero que se atrevió a desafiar algunas leyes no escritas de nuestro “hemisferio occidental”, como gustan decir los gringos. La primera y más importante, llevar a cabo una reforma agraria que confiscó tierras ociosas de una trasnacional bananera que era propiedad del hermano del jefe de la CIA. De ahí en adelante la maledicencia sobre lo que pasaba en Guatemala no cesó hasta que se dio un putch que desencadenó una de las épocas más negras no solo de Guatemala sino de toda América Latina.

¿Saben qué dijo la OEA? Nada.

De ahí en adelante la lista de atrocidades que se encadenaron por más de cincuenta años no tiene parangón. Vean ustedes: la bicoca de 250,000 muertos, 40,000 desaparecidos, 2,000,000 de desplazados internos y 250,000 hacia el exterior. Se desató una verdadera guerra de exterminio comandada por el Ejército del país respaldada por los grupos económicos y políticos que veían en el fantasma con el que se asustaba en ese tiempo, el comunismo, el fin de las bondades de las que gozaban.

Fue una carnicería feroz y sin parangón. ¿Saben qué dijo la OEA? Nada.

El 1982, en el marco de esa masacre que algunos han llamado guerra, pero que no fue sino una planificada estrategia de aniquilamiento de todo lo que oliera a oposición de un régimen cavernario, más próximo al período Colonial que al Republicano, se quemó por parte de la Policía Nacional la Embajada de España que había sido tomada por estudiantes y campesinos, con el embajador y todo el personal de la Embajada adentro, teniendo como saldo 32 muertos por carbonización y asfixia. ¿Conocen alguna barbarie similar? ¿No? Pues bueno, ¿saben qué dijo la OEA? Nada.

En el marco de la estrategia de Tierra Arrasada, más de 200 aldeas del altiplano occidental, habitado casi exclusivamente por población de origen maya, fueron arrasadas. Cuando se dice arrasadas es que no quedó nada más que escombros humeantes sobre la faz de la tierra. Las descripciones de lo que pasó en tales arrasamientos es brutal: asesinato de ancianos en primer lugar, para borrar la memoria, fundamental para los grupos indígenas; asesinato de mujeres, incluso las embarazadas, a quienes llegó a extraérsele los fetos del vientre; violación sistemática de las mujeres de las aldeas ocupadas y destruidas; apropiación de niños menores como mascotas o para ser dados en adopción a oficiales; apropiación de tierras, etc., etc., etc. Todo eso se hizo público en su momento, me consta porque personalmente participé en esos años en la denuncia de lo que estaba pasando. ¿Saben qué dijo la OEA? Nada.

La OEA no dijo nada entre otras razones, pero principalmente por ella, porque los Estados Unidos estaban involucrados hasta el cuello en lo que estaba pasando en Centroamérica, y no querían ningún entorpecimiento a lo que estaba haciendo. Y la OEA, por eso, no abrió la boca.

La OEA cambió un poquito cuando los países que conforman el ALBA y algunos más tuvieron una posición de peso en ella. Por eso se condenó y se excluyó transitoriamente a Honduras tras el golpe de Estado del 2009 y se resolvió pedir a Cuba que se reintegrara a su seno. Cuba digna no aceptó y no aceptará; por eso es un faro de dignidad que no debemos perder nunca de vista.

Ahora se la toma con Venezuela y Venezuela se va de la OEA. Ojalá otros se fueran y dejaran eso como un cascarón vacío en el que solo vociferara, encaramado sobre los sillones de terciopelo, los Estados Unidos.

Es la opinión de alguien que no cuenta pero que ha vivido los años de la OEA, es decir, la segunda mitad del siglo XX, y cree que estaríamos mejor sin ella.

 

Con Nuestra América - 29 de abril de 2017

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