¿País polarizado?

El politólogo Juan Pablo Luna cuestiona la idea de que Chile esté polarizado. La que sí lo está es nuestra clase política, cada vez más personalista, estridente, siempre atenta a sacar provecho de escándalos contingentes, escribe. En la tercera columna de esta serie, Luna sugiere que lo que le pasa a Chile es que está cruzado por un descontento social al que hoy se suman “desesperanza y el hastío”. Nuestra clase política no es capaz de leer y representar ese descontento, advierte.

Chile entre votos y balas

En pleno desarrollo del proceso constituyente, y de la postergación de las elecciones por la pandemia, el clima social y político de Chile está enrarecido. La violencia desatada por el gobierno de Piñera para reprimir el estallido social de 2019 continúa, en tanto que los hechos ocurridos por entonces permanecen en la impunidad y cientos de manifestantes siguen detenidos sin condena. No es extraño que todas las instituciones del Estado hayan sido cuestionadas durante este año y medio de crisis y se haya hecho necesario abrir un proceso de cambio constitucional.

El despertar de los que sobran

La rebelión chilena desapareció de los medios y de las redes, aunque su desenlace per-manece abierto. En el horizonte se vislumbra la elección Constituyente de abril, mientras en el camino asoma una reacción conservadora que está agazapada y espera su oportunidad. El cansancio crece, la unidad se agrieta, la represión no mengua, pero las iluminaciones simbólicas y la fuerza descubierta por la sociedad durante el estallido siguen alimentando la ilusión de un cambio real. ¿Qué está pasando allende la cordillera?