Retrato de una mujer traicionada

Hace unos días la presidenta Dilma Rousseff ordenó liberar inmediatamente poco menos de mil millones de dólares para atender las enmiendas parlamentarias al presupuesto anual. Anunció, además, que en septiembre serán liberados otros dos mil millones de dólares. Esa montaña de dinero será empleada por los señores parlamentarios para atender intereses parroquiales de sus feudos electorales. En Brasil el presupuesto nacional, una vez aprobado por el Congreso, autoriza al Poder Ejecutivo a gastar, es decir, dice cuánto el gobierno puede disponer a lo largo del año, promoviendo cortes o ajustes. Impone un tope y nada más. No obliga al gobierno a cumplir lo que ha sido propuesto por él y aprobado por los parlamentarios. Es parte del juego. De la misma forma, es parte del ritual que, en el Congreso, la propuesta original sufra un sinfín de enmiendas de los parlamentarios. Ya la liberación de recursos para atender la demanda de diputados y senadores depende del Ejecutivo, en un ciclo vicioso de presiones y contrapresiones.

Los límites del lulismo

El Partido de los Trabajadores (PT) nació hacia fines de la dictadura como una fuerza antisistémica, de firme anclaje en los movimientos sociales, así como crítica de las experiencias del populismo desarrollista. Su carácter antisistémico suponía una oposición a los pactos entre élites que habían definido los momentos trascendentes de la historia política brasileña.

Discurso del ex presidente Lula Da Silva en inauguración de UMET

El jueves 16 de mayo la Universidad Metropolitana para el Educación y el Trabajo (UMET) hizo su presentación formal en sociedad. La inauguración se realizó en la sede de esta casa de estudio ubicada en Sarmiento 2037 y se trata de la primera experiencia universitaria promovida por trabajadores en toda Latinoamérica.

Presentamos a continuación el discurso de apertura que estuvo a cargo del ex presidente brasilero Luiz Inácio Lula da Silva.

Brasil, el legado económico de Lula: éxitos y límites

El presidente Lula deja un poder plebiscitado, tanto por la prensa internacional como por los ciudadanos de su país. Cuatro de cinco brasileños apoyan su política. Ha entrado en la historia por la puerta grande, como Vargas o Kubitschek. La popularidad del presidente supera ampliamente la de su partido, el PT, lo que hace que se hable de “lulismo” para subrayar la importancia de la personalidad del primer mandatario en su éxito.

Sería erróneo explicar la gran popularidad del presidente solamente por su carisma en los sectores más desheredados de la población. Ello es innegable. Otros factores intervienen, como la mejora de la situación social en un país “enfermo” de inequidad, sobre todo de aquella que afecta a los más pobres, o los avances en la situación económica en un contexto internacional favorable desde la aparición de China como nuevo aliado comercial. Sería igualmente erróneo atribuir los éxitos económicos y sociales a la gestión llevada a cabo por su predecesor, el presidente Fernando Henrique Cardoso, argumentando que la política seguida por Lula sería una continuidad de aquella definida por Cardoso: ortodoxa en el aspecto monetario (altas tasas de interés) y fiscal (superávit presupuestario primario). Si bien se trata de una explicación en cierta medida fundada, peca de simplista. Los regímenes de crecimiento no son los mismos y las respuestas a las crisis son diferentes.