Los mercados atacan Lisboa

Roberto Montoya
La agencia de calificación Moody’s vaticinó que Portugal necesitará pronto un segundo rescate financiero. Paralelamente, la Bolsa de Valores cayó en picada esta semana y ensombreció más el panorama. Las agencias de calificación de riesgo estadounidenses parecieran decididas a desestabilizar el euro sea como sea. Si diez días atrás era contra Grecia contra quien volvían a centrar sus ataques, igualando al valor de los bonos de su deuda externa con los “bonos basura”, estos últimos días los golpes fueron lanzados contra Portugal, equiparando sorpresivamente también el nivel de su solvencia para pagar la deuda externa con los “bonos basura”. “Es como un puñetazo en el estómago”, dijo el flamante primer ministro portugués, el conservador Pedro Passos Coelho, sorprendido por la actitud asumida por una agencia de gran referencia para ‘los mercados’.

El nuevo Gobierno de centroderecha portugués mostraba su asombro, habida cuenta que desde el primer momento aceptó precisamente la presión de los mercados y las condiciones impuestas por el FMI y el Banco Central Europeo para recibir 78.000 millones de euros de ayuda, y endureció para ello aún más el ajustazo aplicado por el Gobierno socialista saliente.

Moody’s vaticinó, también, que Portugal necesitará dentro de poco de una segunda ayuda, de un segundo rescate.

Como suele pasar cada vez que una de estas poderosas agencias de calificación o rating apunta con su dedo acusador a un país de la zona euro, no sólo la Bolsa de Portugal cayó ese día en picada, sino que cayeron todas las Bolsas europeas y afectó directamente la cotización del euro.

Italia fue, en esta ocasión, también seriamente afectada por el tsunami que se inició en Portugal y sacudió a Grecia, España e Irlanda.

Un simple informe negativo como el de Moody’s supone, en la práctica, que el o los países afectados tienen que ofrecer pagar un interés mucho más elevado para colocar sus bonos de deuda pública.

Así como la solvente Alemania pagaba estos días un 2,9% de interés por los bonos a 10 años de su deuda, Italia se veía obligada a pagar un 5,25% por sus bonos, España el 5,65% y Portugal un 12,9%.

Pero la agresividad de Moody’s no quedó allí. La agencia estadounidense valoró, igualmente, que al menos 26 entidades financieras europeas –entre ellas seis españolas– no superarán la prueba de esfuerzo, un test anual que realiza la Autoridad Bancaria Europa (EBA) para comprobar la capacidad de resistencia de los bancos para enfrentar situaciones financieras adversas. El test de este año, que se realiza a 91 entidades, se dará a conocer el próximo viernes.

Según un memorando interno de la EBA dado a conocer por la agencia británica Reuters, aquellas entidades que no superen la prueba de esfuerzo serán sometidas a una estricta vigilancia para que su mala situación no se deteriore aún más y pueda contagiar a otras.

A ese tipo de entidades se les dará plazo hasta fines de septiembre para presentar un plan de viabilidad y tres meses más para implementado.

La Unión Europea respondió con dureza a los informes de Moody’s, que, junto a Fitch y S&P controlan el 90% del mercado de calificación de riesgo y hacen a menudo desestabilizar gobiernos, cambiar decisiones de inversores o disparar las Bolsas.

Angela Merkel dijo que no había que hacer tanto caso a los informes de dichas agencias. De hecho, este tipo de agencias perdieron gran credibilidad desde el momento en que ninguna de ellas pronosticó la hecatombe financiera que se inició en 2008. Es más, estas agencias no tuvieron capacidad para diagnosticar la quiebra de un gigante como Enron, e incluso Lehmann Brothers –cuya caída dio origen, en efecto dominó, a la actual crisis– tuvo buenas calificaciones hasta último momento, hasta que cayó en pedazos.

Sin embargo, los informes de estas agencias han vuelto a convertirse en rompedero de cabezas en la zona euro.

El ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, dijo que ya era hora de “romper el oligopolio de las agencias de calificación”.

Ésa es una idea que lanzó Alemania desde que comenzó la actual crisis financiera mundial. Angela Merkel, y hasta organizaciones alternativas, como Attac, son partidarios de crear agencias de calificación de riesgo europeas, para poder contrarrestar el oligopolio estadounidense.

En Portugal, su presidente, Aníbal Cavaço Silva, arremetió contra esas oscuras entidades: “Es una prueba de que la falta de transparencia y objetividad de las agencias de notación norteamericanas es una amenaza a la estabilidad de la economía europea, de la zona euro y del bienestar de los ciudadanos”, dijo.

Según la legislación de Estados Unidos, la Reserva Federal prácticamente impone a los inversores la consulta a estas tres empresas neoyorquinas, que cuentan también con sedes en Londres, defendiendo los intereses del dólar, y en menor medida, de la libra esterlina. Reino Unido no forma parte de la zona euro.

Estas agencias han sido acusadas de chantajear a empresas, a cambio de mejorar su imagen y su nivel de calificación de solvencia.

Hay préstamos a empresas que están supeditados a que éstas no caigan de determinado nivel de calificación de riesgo, y si estos caen la operación se suspende, con sanciones económicas incluidas de por medio, por lo que muchas sociedades buscan desesperadamente la bendición de las agencias.

En España, Attac, junto a los Afectados por la Hipoteca –parte del movimiento de los indignados– y fuerzas de izquierda, han logrado llevar ante los tribunales a las tres grandes agencias estadounidenses, haciéndolos responsables por los perjuicios económicos provocados por sus informes.

Entre sus argumentos, esgrimen el nuevo artículo 284 del Código Penal, que penaliza la difusión de “noticias o rumores sobre personas o empresas, en las que a sabiendas se ofrecieren datos económicos total o parcialmente falsos”.

Paradójicamente, en los propios estatutos del Banco Central Europeo (BCE) se especifica que no comprará bonos de deuda de ningún país que no hayan sido calificados de máxima solvencia previamente por las agencias estadounidenses.

Ante la encerrona que eso supone, el propio presidente del BCE, Jean-Claude Trichet, rompió el jueves las reglas y haciendo caso omiso a la calificación negativa de Moody’s sobre Portugal, aceptó que el BCE compre bonos de la deuda de ese país.

La crisis financiera, que en esta ocasión sacude principalmente a Europa y Estados Unidos, está exacerbando este tipo de choques de intereses dentro del capitalismo más desarrollado. Las agencias y los mercados presionan y desestabilizan gobiernos y se libran enconadas batallas entre el dólar y el euro.

China, cual árbitro mundial, ayuda a unos y otros. Ayuda al dólar, comprando deuda estadounidense –es el principal acreedor de Estados Unidos– y Wen Jibao, su primer ministro, ofrece en su última visita a Euopa ayuda también a la UE, invirtiendo en bancos y grandes empresas, como lo viene haciendo desde hace tiempo ya en África y América latina.

China es ya la segunda potencia económica mundial y pocos dudan de que se convierta en la primera a corto plazo.

Miradas al Sur - Domingo 10 de julio de 2011

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