El rey de los sofistas. Respuesta a Domingo Cavallo

Abraham Leonardo Gak*
Domingo Cavallo descalificó la propuesta de los economistas del Plan Fénix, al definirlo como “un fraude intelectual”. La réplica no se hizo esperar: “La política de Cavallo, que continuó el proyecto iniciado por la última dictadura militar, se tradujo en beneficios para unos pocos”. Respuesta del Plan Fenix a una diatriba de Domingo Cavallo.

Domingo Cavallo ha publicado en el diario La Nación, el pasado 22 noviembre,, un artículo en el que califica de “prueba histórica de un fraude intelectual” a la propuesta del Plan Fénix de un dólar alto para mejorar la competitividad del sector exportador argentino, el abandono de la convertibilidad y la promoción de la pesificación de depósitos y contratos en dólares.

Voy a dejar de lado la utilización mañosa de estadísticas –herramienta que suelen manejar con mucha habilidad los sofistas– por haber sido ya replicada por otros colegas.

El artículo pretende reducir la propuesta del Grupo Fénix al abandono de la convertibilidad y a la devaluación del peso, ocultando el conjunto de propuestas encaminadas hacia un plan estratégico económico y social en el que estos dos temas están incluidos. Al mismo tiempo, le adjudica una responsabilidad intelectual por la “traumática discontinuidad en las reglas de juego de la economía que se produjo alrededor del Año Nuevo de 2002”.

Conviene recordar que el Proyecto Estratégico Plan Fénix de la Universidad de Buenos Aires es una propuesta elaborada desde la universidad pública como un aporte hacia la comunidad, en cumplimiento de una función básica del estatuto universitario como lo es colocar sus conocimientos al servicio de la sociedad. En ese sentido, el objetivo ha sido señalar un camino de recuperación económica y sobre todo de redistribución del ingreso que garantice una vida digna para todas/os nuestras/os conciudadanas/os, rompiendo con el discurso único instalado, acorde con el Consenso de Washington. En este sentido, no hemos sido ni somos gobierno y defendemos a rajatabla nuestra independencia y libertad de pensamiento.

Para nosotros, la estrategia del dólar alto es una condición necesaria –aunque no suficiente– para instalar un modelo económico diferente. No se puede ignorar que la convertibilidad –y la apreciación cambiaria inédita que generó– junto con la apertura indiscriminada de los mercados han sido una verdadera bomba neutrónica que implosionó en nuestro país, produciendo el cierre de miles de pequeñas, medianas y algunas grandes empresas, una desocupación descomunal, una caída del Producto de más del 10 por ciento y niveles de pobreza e indigencia que aún hoy nos cuesta remontar. En este sentido, reivindicamos nuestra responsabilidad en la “traumática discontinuidad en las reglas de juego de la economía que se produjo alrededor del Año Nuevo de 2002”.

También es bueno recordar que quien rompió la estructura de la convertibilidad fue el propio ex ministro Cavallo el 3 de diciembre de 2001, luego de llevar a cabo –con la complicidad del FMI– un megacanje que no sólo empeoró el escenario de la deuda sino que también significó el pago de comisiones fraudulentas, por las que ahora el ex ministro debe rendir cuentas ante la Justicia. Tanto el megacanje como el “corralito” fueron esfuerzos desesperados para evitar una catástrofe. Fue realmente la Crónica de una muerte anunciada que dejó de ser un giro literario para referirse a una triste realidad, ya que no fue sólo una sino muchas las muertes que precedieron a la búsqueda de un nuevo camino.

El verdadero fraude intelectual es adjudicarnos como único aporte la propuesta de un dólar alto y pretender además borrar la verdadera diferencia que nos separa en materia económica y en muchas más. La realidad es que la política de Cavallo, que continuó el proyecto iniciado por la última dictadura militar, se tradujo en beneficios para unos pocos, de afuera y de adentro, contribuyendo incluso a una extranjerización inédita de nuestra economía. En cambio, nuestro pensamiento está dirigido a ofrecer caminos que nos coloquen en el mundo como un país soberano, independiente y sensible a las necesidades de todas/os y cada una/o de sus habitantes.

Por este motivo, nuestra propuesta excede ampliamente la estrategia del dólar alto. Incluye la recuperación de la presencia del Estado en la mediación, regulación y promoción económica; volver a tener el manejo de la política cambiaria, monetaria y fiscal, pasos indispensables para salir de la terrible crisis a la que nos llevaron precisamente las políticas con las que Cavallo castigó a la sociedad argentina, ayudado por las complicidades internas y externas que él ha sabido cultivar.

Omite reconocer nuestra propuesta de renegociación de la deuda externa, llevada al límite de lo impagable justamente por quien hoy pretende ser juez de un proceso en el que no ha tenido por suerte ninguna participación. Hablamos también de recuperar la moneda local, colocando a la actividad financiera al servicio de la transformación social y productiva. Nos referimos a la necesidad de acordar una nueva agenda en materia de políticas de fomento productivo y tecnológico, incluyendo una nueva política industrial que abarque las interrelaciones entre la industria, el agro y las demás ramas de la economía. Postulamos también la necesidad de la generación de empleo, que conlleve una mejora de su calidad y que favorezca especialmente a los trabajadores menos calificados.

Asimismo, hemos señalado la necesidad del apoyo y la reconversión de las estructuras productivas de las economías regionales, con especial preferencia hacia el segmento de la pequeña producción rural y urbana.

Con la inestimable colaboración de nuestros colegas integrantes del Plan Fénix, hemos planteado además la necesidad de lograr un mejor y eficiente Estado que contemple el fortalecimiento de aquellas instituciones y programas que promuevan nuevos equilibrios en los planos de la redistribución del ingreso. Hemos marcado la necesidad de corregir el desequilibrio generado por la insuficiencia en la provisión de bienes públicos (salud, educación, justicia, etc.), que afecta negativamente los ingresos públicos y, en consecuencia, contribuye a su déficit.

Tampoco hemos dejado de señalar la necesidad de tener una presencia de fuerte perfil en las negociaciones multilaterales y un creciente compromiso con la integración latinoamericana.

Finalmente, con ánimo de no cansar a los lectores, a esta lista no exhaustiva sumamos la necesidad de promover patrones de comportamiento empresario que se asemejen, en todo lo posible, a los esperables en mercados eficientes.

Tal vez Cavallo, con la sensibilidad que lo distingue para captar los intereses de los poderosos, considere que los efectos de la crisis mundial limitan los alcances y las ventajas de la aplicación de nuestras propuestas y piense que ha llegado el momento de la revancha. Le diría que no se ilusione. Hay caminos que las/os argentinas/os no queremos volver a transitar. Con dificultades, con retrocesos y avances, nuestro país alcanzará las metas que, a doscientos años del nacimiento de nuestra patria, razonablemente se merece una sociedad solidaria y equitativa.

Recibir la crítica del ex ministro de Economía nos ubica en el campo del pensamiento económico y ético en el que queremos estar.

*Contador público. Profesor honorario de la Universidad de Buenos Aires, profesor honorario de la Universidad Nacional de Salta. Es el director del Proyecto Estratégico Plan Fénix de la UBA. Entre 1993 y 2007 fue rector de la Escuela Superior de Comercio Carlos Pellegrini.

[color=336600]Fuente: Página 12 - 29.11.2009[/color]

Noticias relacionadas

Ricardo Aronskind. Milei lo expresó con toda claridad: la inflación es un fenómeno exclusivamente monetario. Y como...
Gopal Ezequiel Martínez, Julián Zícari. En las elecciones presidenciales de 1999 de Argentina, Domingo Cavallo y su partido político,...

Compartir en