El pueblo siempre vuelve

Bárbara Komarovsky


Natalia escucha el escenario. Es maestra. Tiene 36 años. Dice: “lo importante es que las intervenciones empiezan a estar centradas en el futuro. Hay que dejarse de joder con las diferencias”. José “Pepe” Mujica, Lula Da Silva, Cristina Fernández y Alberto Fernández hablan en Plaza de Mayo.

Es el festejo por el Día de los Derechos Humanos y los 38 años ininterrumpidos de democracia. Natalia llegó con amigos. Para muchos fue la Plaza del reencuentro: primera vuelta de miles que volvían a verse las caras, a bailar y brindar. Hubo expectativas por el desenlace de la política y la economía. Puestos de choripán, hamburguesas y bondiolas sobre las brasas. Remeras a la venta con consignas feministas de “Mamita kerida, glamour popular”, agendas con caras de Estela de Carlotto, Diana Sacayán, Evita y Cristina. Otras de Alex Kicillof y si, también llegaron las agendas con las caras de Alberto Fernández. Cerca de la Catedral un hombre vendía camparis con naranja. Cuando el ida y vuelta se hizo incesante, aparecieron cervezas, fernet y bebidas varias.

En la Plaza hubo carteles de Luz y Fuerza y de municipios bonaerenses: La Matanza, la “República” de Almirante Brown, Hurlingham y San Martín. Cerca de las 15, en las calles del microcentro aparecían los últimos oficinistas andando en el distrito financiero entre locales vacíos y en alquiler. Uno de venta de ropa de hombre ocupa cuatro vidrieras inmensas. El centro tiene otro andar en esta ¿pospandemia? Mientras el escenario prueba sonido, cinco chicas se alejan un poco y conversan. Son Ticiana, Katherina, Ailén –con su bebé Tahiel de 7 meses en brazos- Macarena y Verónica. Llegaron desde Pablo Nogués, municipio de Malvinas Argentinas. Para algunas es la primera vez en la Plaza. Vienen a “acompañar a los compañeros”. Verónica, de 27, es la única que habla: “hasta ahora” está “conforme” con el Gobierno de Alberto “porque se pone a la altura de la gente pobre”. En la Plaza hay dos mensajes del Encuentro Peronista: “La unidad es superior al conflicto” y “El todo es superior a las partes”.  No lo dice, pero son consignas de Jorge Bergoglio. En una de las fuentes, una pareja conversa. “Vinimos a apoyar al gobierno nacional y popular y a solidarizarnos con Lula”, dice Carlos, 57 años, trabajador de sanidad que durante la pandemia contrajo Covid-19 y estuvo internado aunque no complicado.. El viernes por la mañana se dio tercera dosis de vacuna. “Lo que pasó fue una catástrofe para el país y para el mundo”, dice. A su pareja, Fabiana, de 60, se le llenan de lágrimas los ojos. “Es de emoción”, apura y se entusiasma: “Esto es una fiesta”.

¿Por qué no cambias como el sol? –se escucha la música de Charly García desde el escenario.

Pasadas las cuatro de la tarde ingresan columnas del movimiento Evita por Avenida de Mayo. Vienen con banda de música: saxo, bombos, redoblante. Luego ingresa la agrupación Vía Campesina. Vicente está en la primera línea. Tiene 53 años, viene de El Jagüel, partido de Esteban Echeverría. Dice que hoy se festeja pero reclama trabajo y tierra para todxs. “Hay algunos que incluso no tienen techo. Los que están ahí sentados –mira hacia la Casa Rosada– tienen que tomar nota de esto”.

Foto: Luis Angeletti

–Feliz día de la democracia para todosss y todasss –lanza la locutora desde el escenario. Suenan Massacre y Barbi Recanati, quien luego del primer tema pide “que esta democracia dure una eternidad”. “Maldición, va a ser un día hermoso”, advierte un cartel sobre Avenida de Mayo y evoca el tema de Los Redondos. El escenario anuncia que el pañuelo de Madres de Plaza de Mayo estará en Naciones Unidas.

Foto: Luis Angeletti

Eduardo Sinigoj tiene 65 años. Está parado cerca de la Catedral con Cecilia. “Estoy acá para dejar el legado de que la participación es imperiosa”, expresa y se refiere a “lo importante” de que los medios expresen algo diferente a lo que pregona la tele. “Los dirigentes tienen que comunicar, comunicar y comunicar”. En la calle aparece el Secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti, de camisa blanca y sin corbata. La gente pide selfies y saluda. “Vine a esta Plaza hace 38 años inaugurando una nueva etapa. Hoy quiero ver a Cristina y a Lula, que me gustaría que fuera el próximo presidente de Brasil”, dice antes de perderse entre el gentío. Sobre las seis de la tarde, las columnas de La Cámpora que ingresaron por Diagonal Norte ocupan toda la avenida Rivadavia. Desde el escenario el locutor insta a “no dejarse llevar por los discursos de odio”. Arriba ponen a Gilda. Amameee, ámame suavecito, ámame despacito, ámame como solo tú sabes amar.

Camilo tiene 27 años, es obrero. Está con su compañera. Lleva la remera de “Juicio y castigo”. “Estoy acá porque pienso que la democracia tiene que ser un sistema más justo, hay que recordar a los desaparecidos de la dictadura pero también de la democracia. Quiero festejar que esto sigue funcionando, mal, pero sigue funcionando”, dice. Está a metros de la Pirámide de Mayo, donde madres y abuelas hicieron sus primeras rondas. A las siete ingresan al escenario la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela Carlotto, las referentes de Madres línea fundadora Taty Almeida y Vera Jarach y de Familiares, Lita Boitano. “Madres de la Plaza, el pueblo las abraza”, corea y aplaude la multitud. Suena el himno nacional. La calle arma un pequeño pogo. Y otro cantito: “Patria sí, colonia no”. A las siete y media llega el momento: Cristina, Lula, Alberto, Mujica y Lucía Topolansky salen a escena. “Néstor no se murió, Néstor vive en el pueblo la puta madre que lo parió”, corea la calle. La Vice agita a la Plaza, baila y se mueve a sus anchas. La Plaza cantan algunas de los lemas de las políticas públicas de la gestión 2003-2015, que continúan hoy. Una de las más aclamadas: la asignación universal por hijo.

Foto: Luis Angeletti

Mujica lanza: “Recuerden la fecha y cuiden lo que tienen”. “La democracia no es perfecta porque los humanos no lo somos”, dice. Lula aclara que va a hablar “despacito” en portugués. La calle ovaciona. Lula sigue. Habla de los ex presidentes con los que compartió su tiempo: Néstor Kirchner, Hugo Chávez, Evo Morales, Tabaré Vázquez y Pepe Mujica, Fernando Lugo, Michelle Bachellet y Rafael Correa. “Eran compañeros progresistas, socialistas y humanistas. Fue el mejor momento de la democracia en la Patria Grande”, dice. Agradece la “solidaridad” del pueblo argentino, habla de cuando el juez Sergio Moro decidió enviarlo a la prisión. Destaca el “coraje” de Alberto cuando en plena campaña presidencial lo visitó en la cárcel. “La democracia no es un pacto de silencio, es un momento extraordinario para construir una sociedad justa y humanitaria”, dice. “Compañero Alberto, tenga la certeza de que en cualquier situación estaré a tu lado”.

Antes de las ocho habla Cristina.

Foto: Luis Angeletti

–¿Cómo están? –pregunta.

–Biennn –responde la calle.

–No los escuché –agita.

–Bieeeeennnnn.

— Y yo mejor, de verlos de vuelta en esta Plaza –arenga.

Foto: Luis Angeletti

Pide a las agrupaciones que enrollen las banderas. “Dale, un ratito nada más, después siempre arriba y adelante”, dice. Cristina dice que la Plaza le recuerda la del 14 de junio de 1982, tras el desastre de la Guerra de Malvinas. “Ese día el pueblo le dijo basta a la dictadura militar”, dice. Cristina evoca los tiempos en que los presidentes de América Latina caminaban juntos por Plaza de Mayo, en los festejos del Bicentenario. “Fue un momento único en la historia, de incluir al ciudadano para generar autonomía para tomar decisiones, tales como la reestructuración de deuda”. Habla. Y habla. Kirchner y Lula, dice, le pagaron al FMI el mismo día. Mariana Díaz tiene 43 años. Es maestra. Vive en Garín, partido de Escobar. “Salí de la escuela y vine a festejar la democracia, a estar presente después de todo lo que pasó. Hay que defender a esta democracia joven y fortalecerla, porque hoy los golpes son de otra manera”, dice. Cuando Cristina dice que “esta vez no vinieron con botas sino con togas de jueces y medios hegemónicos», ella sonríe. Cristina sigue: “Ahora se condena en los medios y se pone el sello en la Justicia”.

El jueves a la noche, en una cena, Lula contó la cantidad de horas que la televisión dijo que era un ladrón. Cristina lo menciona en el escenario. Dice que a ella la habían acusado de cinco asociaciones ilícitas, una con sus hijos Máximo y Florencia. “Buscaban la desaparición política de los dirigentes. Pero no importa, acá estamos otra vez. Esto no es cuestión de personas, el pueblo siempre vuelve y encuentra el camino”. Dice “volver” y la Plaza, responde. Cristina habla de la deuda millonaria con el FMI, de Alberto y Alfonsín. La calle aplaude. “Sí, aplaudan”, dice ella. “En 1989 el FMI le soltó la mano a Alfonsín y no pudo terminar su gobierno”. “Presidente, yo siempre digo: ante las grandes adversidades, grandes acciones. A la Argentina no le faltan dólares, esos dólares están afuera. Necesitamos que el Fondo Monetario Internacional nos ayude a recuperarlos”, cierra y pide a Alberto que convoque a los partidos con representación parlamentaria a aprobar el plan de pago al FMI e insta a no abandonar la calle “para defender a la Patria y a sus hijos”.

Foto: Luis Angeletti

Néstor Ricardo Moreno llegó desde Berisso. En una de las bocas del Subte A habla con sus compañeros de la John William Cooke. “Durante la pandemia vi a mucha gente angustiada por la imposibilidad de ganar su sustento, triste pero resistiendo. Me dolió muchísimo ver gente que no podía llevar un plato de comida a la casa. Creo que la respuesta del Estado fue buena teniendo en cuenta que era una situación difícil. Este es un gobierno que trata de buscar una síntesis de distintas posturas, pienso que la salida de la crisis es con la gente adentro, no con el hambre de la gente”. Néstor pide más “decisión”. “En la economía, por ejemplo, se trata de distribuir. Quiero un Gobierno con más actitud, con más kirchnerismo. Se necesita más firmeza porque no se puede conformar a todo el mundo. No hay que perder la base electoral, no se puede joder a la gente que está acá”, dice y mira alrededor.

Cerca de las 20:30 el Presidente dice que el 10 de diciembre es un día de celebración. Recuerda la derogación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final en la presidencia de Kirchner. Y dice: “Ante los negacionistas no podemos quedarnos en silencio”. Mara festeja. Es investigadora del Conicet y había planteado su preocupación al ver la jura de Victoria Villarruel “por las víctimas del terrorismo”. “No olvidemos a los genocidas ni tampoco a los que nos endeudan”, sigue Alberto. “Cristina, no tengas miedo, si el FMI me suelta la mano, me voy a agarrar de la mano de cada uno de los argentinos y las argentinas”. Reconoce que “las jubilaciones están atrás” pero dice que aún están por “encima de la inflación”. Menciona la aprobación de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) y la de los 1.000 días y promete: “El año que viene haré todo lo posible para que el crecimiento llegue a todos”. La Plaza aplaude.  Alberto habla de la Justicia. “Tiene que funcionar sin perseguir ni encubrir”. Y a Cristina: “Estoy con vos. Sé de tu inocencia y de tu honestidad”.

La noche, cae. Se arma pogo en la Plaza. Lita Boitano baila cumbia en el escenario. Suena L-Gante. Dos mujeres se besan. Las columnas inician la retirada. La fiesta termina. Hay expectativa.

Foto: Luis Angeletti

 

El Cohete a la Luna - 12 de diciembre de 2021

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