El drama de la Generación Z y el desempleo ilustrado: “Cuando entramos a la universidad nos decían tranquilas, antes de un año van a encontrar pega y eso no fue así”

Isabel Plant - Colomba Bolognesi

En Chile, hoy uno de cada tres desempleados tiene título universitario. Así, los jóvenes que recién entran al mercado laboral, título en mano, se enfrentan a un escenario de saturación de carreras, exigencias de experiencia imposible y nuevas desigualdades. Muchos egresados hoy trabajan en empleos temporales, mientras lidian con la incertidumbre. "Los chicos que entran con gratuidad, la mayoría de las veces son primera generación universitaria. Tiene a toda una familia detrás que tiene puestas las esperanzas en ese estudiante para que saque a la familia de la pobreza. Y este estudia, y luego ve que gana las mismas lucas que gana su papá, que solo llegó a cuarto medio”, explican una experta.

“Cuando entramos a la universidad nos decían, ‘tranquilas, que apenas salgan van a encontrar pega, todas, antes de un año’ y eso no fue así”, dice Florencia Amenábar. Tiene 25 años, es titulada de Obstetricia de la Universidad del Desarrollo desde el año pasado y hoy, como muchos de su generación, está trabajando en algo distinto a lo que estudió, debido a la falta de empleo.

“Estuve en un centro médico desde marzo hasta como hace un mes, como matrona clínica, pero no tenía sueldo base, sino que ganaba por paciente. Pero como el flujo de pacientes era nulo, salía mucho más caro llegar al centro versus lo que me pagaban”, dice, sobre una carrera específica impactada por los cambios demográficos en el país.

“Ahora estoy trabajando de babysitter, porque está muy difícil encontrar trabajo. En la mayoría en que hay postulaciones abiertas piden como mínimo dos años de experiencia. También exigen muchos cursos, como diplomado, magíster. Varias de mis amigas están en las mismas, trabajando también de babysitter o en otras cosas nada que ver con la matronería”.

Su caso no es aislado. Carlota S. tiene 28 años y es arquitecta titulada de la Universidad Diego Portales. Está sin trabajo desde diciembre de 2024 y, mientras busca otro empleo, trabaja part time de mesera en una banquetera.

“Me hice una lista de muchas oficinas de arquitectura, mando mi CV y mi portafolio. Y de como 80 oficinas me han contestado quince”, cuenta. “Todos me dicen que no están buscando. Yo te podría decir que en internet, en los últimos dos meses ha habido ofertas como para treinta arquitectos, nada más”. 

Y está, nuevamente, el tema de la experiencia. “Yo creo que las empresas o las oficinas no están teniendo en este momento la capacidad económica para estar contratando. Entonces prefieren no arriesgarse. Por qué van a contratar a alguien al que le tienen que dar tiempo para que aprenda, cuando pueden contratar al que ya sabe”, dice Carlota.

Las cifras de desempleo en Chile tienen prendidas todas las alarmas; la semana pasada, el INE informó un 8,9% de desocupación en el segundo trimestre del año, lo que marca un aumento en comparación al mismo periodo del 2024. El dato que pegó duro: una creación de 0% de puestos de trabajo. Algunos de los principales afectados por el desempleo son hombres mayores de 55, las mujeres y, también, la Generación Z, que está adentrándose en un mercado laboral, mientras este se estanca y también se transforma.

Además, otro factor alarmante: un tercio de los desocupados (333.014) tienen educación superior completa. Es decir: uno de cada tres desempleados hoy en el país, tiene título. ¿Puede ser que la educación superior, tras décadas de simbolizar la llave a una mejor vida y movilidad social, ya no es sinónimo de empleo?

La Generación Z y el mercado

Nacidos entre fines de los 90 y los 2010, la Generación Z ha sido por años diseccionada en su aproximación particular al mundo laboral y retratada como un desafío para las empresas: jóvenes que priorizan bienestar personal -físico y mental-, flexibilidad de horarios o sentido de propósito, lo que ha obligado a las organizaciones a adaptarse para atraer el talento joven. ¿Pero qué pasa cuando el mercado laboral se estanca y ya no hay puestos de trabajo abundantes que llenar?

En Estados Unidos, por ejemplo, se comienza a avistar el mismo fenómeno, de cesantes con título universitario. En marzo pasado, el desempleo para los jóvenes de entre 22 a 27 años subió un 5,8 por ciento, la mayor alza en cuatro años; el New York Times reporta que la tasa de desempleo para los norteamericanos graduados universitarios ha aumentado más que para los demás trabajadores en los últimos años, preguntándose en un reportaje si ha comenzado el “declive del trabajo ilustrado”.

“Según los últimos datos, tanto a nivel de Latinoamérica como de Chile todavía sería recomendable asistir a la Universidad, por efectos económicos y de proyección profesional”, contrasta Dante Castillo, sociólogo y doctor en Educación, parte de la Escuela de Psicología de la USACH.  Al ser consultado por el impacto de la gratuidad -que aumentó en un 20 por ciento la cantidad de graduados en el país, desde su implementación en 2017-, Castillo explica: “Uno podría tener mucha gratuidad, pero si tiene estrategias para poder incorporar a esos profesionales que van a egresar de ese estímulo”, dice. Sobre el problema de los titulados sin trabajo, agrega: “La universidad en Chile es más lenta para poder responder a estos ajustes que se advierten en el mercado laboral. Va a tener que revisarse y adaptarse a la rapidez del mercado laboral”.

 “La participación de egresados de educación superior al mercado laboral ha disminuido respecto de años anteriores y esa es la alerta que se está levantando. En el caso de Chile, tiene que ver primero con el tipo de universidades; esta disminución relativa en el acceso al mercado laboral de los egresados no los afecta de manera homogénea. Por otra parte, hay algunas áreas del conocimiento, algunas carreras, que también tienen dificultades por saturación del mercado laboral”, dice Castillo.

Hay carreras, como obstetricia, que están quedando rezagadas por la falta de nacimientos, y otras tantas que se ha estado alertando están saturadas a nivel de mercado, que van de Psicología, a Derecho o Enfermería.

Francisco Astudillo tiene 29 años se licenció en Historia, es sociólogo de la Universidad Católica, y obtuvo la Pedagogía a través del programa de Formación Profesional para Docentes en la UDP. En su caso, dice, la falta de trabajo se ha visto afectada por el corte en horas de Historia en las mallas escolares. “Estoy sin trabajo, he estado haciendo reemplazos todo este año. Hice uno en marzo y abril y luego nada. Ahora me salieron dos semanas en un colegio en San Bernardo, esto es así”. 

“Desde octubre del año pasado que vengo ocupando todas las plataformas para docentes, he buscado de manera activa y me han llamado en total dos veces, y solo para reemplazos. Hoy encontrar un profe de Ciencia es muy difícil, pero si se abre una vacante para profe de Historia tienes fácilmente cien postulantes. Es complicado mi rubro”, dice.  

Nuevas desigualdades

“En las postulaciones por LinkedIn, por ejemplo, aparece que ya más de cien personas postularon al trabajo. En Laborum, no sé, 800 personas para un puesto de trabajo. Es demasiado. Lo más difícil es sentir que ni siquiera te responden de vuelta. Como que uno postula a pegas y siente que está hablando con una pared”, dice Stephanie Adomaitis, de 26 años. Es enfermera de la Universidad del Desarrollo, se tituló en 2023, y desde entonces ha tenido trabajos esporádicos, como procedimientos a domicilio a través de una empresa de salud.

“Si hubiera sabido que sería así, habría estudiado otra cosa”, dice Stephanie. “La verdad es que nunca pensé que iba a estar en esta situación, porque sentía que enfermería es muy amplio, y lo es, pero te piden mucha experiencia y los sueldos son indignantes. Te piden muchos cursos y diplomados, que no he hecho ninguno porque sé que eso no me asegura trabajo”.

Estudiantes de carreras universitarias

La experiencia de Stephanie -que hace eco con otros representantes de la Generación Z consultados- es otro problema que le ha aparecido en el camino a los recién egresados, tras años de modificaciones en mallas curriculares, donde las universidades ofrecen sacar segundas carreras en solo un par de semestres, o añadir un año de estudios para terminar con un título de magíster, por ejemplo. Una especie de “inflación” de los títulos.

“Hoy día hay una necesidad de estudiar postgrado, o educación continua. Un seminario, un diplomado, algo de perfeccionamiento que te permita diferenciarte, lo que replica nuevamente el tema de la desigualdad social, porque el estudiante que entró en gratuidad no va a tener la opción de perfeccionamiento”, dice Cecilia Besser, directora de la Clínica Psicológica de la Universidad Diego Portales, experta en temas de salud estudiantil.

Sobre las características particulares de la Generación Z, y cómo los afecta directamente el salir a buscar trabajos en medio de un alza del desempleo, Besser explica: “No hemos visto indicadores de desempleo y salud mental, pero sí hemos visto un aumento feroz en consultas, por montones de factores. Uno de ellos es el desempleo. Los chicos que entran con gratuidad, la mayoría de las veces son primera generación universitaria. Tiene a toda una familia detrás que tiene puestas las esperanzas en ese estudiante para que saque a la familia de la pobreza. Y este estudia, y luego ve que gana las mismas lucas que gana su papá, que solo llegó a cuarto medio”.

Besser dice que en entre los estudiantes que consultan a la Clínica Psicológica, había siempre alumnos de primer año con problemas de adaptación, o luego más grandes con problemas de estrés. “Pero hoy en día lo que tenemos son estudiantes de último año que están angustiadísimos con la inserción en el mundo laboral”.

La experta sí especifica que, igualmente, lo que ve es que a pesar de no encontrar trabajo en sus áreas de estudio, la Generación Z está lanzándose a trabajar en lo que encuentra: “Es frustrante, pero no están en sus casas, salen a buscar”.

Tal como lo hace Florencia Amenábar, la joven matrona que hoy vive de ser babysitter, a la espera de dedicarse a lo que estudió. Ella sentencia: “Es muy fome haber estudiado algo que me encanta y no poder ejercer. Pensé que me iba a demorar un poco en encontrar trabajo, pero nunca que iba ser tan difícil”.

 

Fuente: The Clinic - Agosto 2025

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