La rosa en el tejado

Los vientos de la veleta de la Argentina están soplando del norte. Es en vano buscar un quinto horizonte porque no existe en la rosa de los vientos ni tuvo presencia cuando se llamó tercera posición.

Seguramente si la veleta virase al sur volvería a guiar a las golondrinas y los sueños de generaciones a las que les extraviaron el rumbo.

A su vez, cuando la antena de la Argentina capte el gran rumor del mundo que obliga a jugar a las escondidas a los directorios de la globalización, recién entonces se opacarán las voces cibernéticas de los cajeros que pagan la plata de los demás en mezquinas cuotas por semana calendario.

La mayoría aguarda el momento de rescatar la fantasía, que es a la vez la antena y la veleta que le devuelva las utopías a la conciencia del hombre.

¿Cómo conciliar los versos de un poeta que amaba la veleta y la antena porque las dos vibraban en su tejado como una rosa?

¿Es que habrá habido un momento en que dejaron de soplar otros vientos que los del norte y ya no hubo más rosas en nuestro tejado?

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