Trump y el modelo de sustitución de importaciones

Alejandro Rofman

 

Donald Trump asumió a inicios de enero su cargo de presidente de los Estados Unidos de América A poco de principiar su mandato Trump se propuso llevar adelante postulados básicos expuestos en su campaña electoral y que fueron estandartes de la principal consigna levantada en dicha campaña: “Hagamos grande a Estados Unidos nuevamente”

Un tema central de la referida campaña aparece destacado entre todos los demás en tanto perfila un enfoque sobre la conducción económica del país que no se condice con los antecedentes del hoy presidente, con los postulados históricos del partido Republicano que lo llevó como candidato y como vocero destacado del pensamiento de la derecha norteamericana. Se trata de la consigna referida a la necesidad de evitar que productos manufacturados que consumen los norteamericanos  sean producidos por empresas nacionales o extranjeras fuera del territorio estadounidense reduciendo así el nivel de empleo nacional. Esos productos luego son importados al país líder en la escena mundial contemporánea y así se generan grandes negocios para los propietarios de tales empresas al pagar menos niveles salariales.

En el ideario republicano y en el de la mayoría de los dirigentes políticos y empresariales del país del Norte prima fervientemente el espíritu del libre mercado como consigna central del desarrollo capitalista. Las decisiones sobre inversión de las empresas, entre otras fundamentales para el devenir  de la economía estadounidense, deben efectuarse sin la intervención del estado como agente que altere o distorsione los precios relativos de insumos y factores productivos. En la base del desarrollo capitalista que propugna la dirigencia nacional casi sin fisuras- y mucho más en la del partido Republicano- predomina el absoluto respeto a las decisiones que se adopten en el mercado, sin interferencias en la determinación de valores que el mercado decida  para tales insumos o factores. Como los precios de los  insumos están dados por la determinación de tales  mercados y quien invierte no puede modificar el precio de los variados insumos que utiliza se acude al costo de la fuerza de trabajo como el factor central para reducir el costo final del producto. Desde hace varias décadas y muy particularmente a medida que la globalización capitalista mundial fue adquiriendo creciente presencia en la definición del escenario productivo para las grandes empresas trasnacionales éstas deslocalizaron sus inversiones en términos de trasladar de modo creciente las que se iban efectuando en aras de alcanzar mejor competitividad internacional hacia territorios donde  los salarios fueran sustancialmente menores que los que se deben afrontar dentro de los límites del espacio estadounidense. Y así la geografía industrial afincada  dentro  del país  norteamericano fue afectada  por decisiones de procesos productivos lideres (como la industria automotriz) que se fueron instalando en países del mundo donde producir partes o piezas o ensamblar los  automóviles de las marcas lideres tuviesen notorias ventajas en términos de  costos laborales. Se generó de este modo una creciente eliminación de puestos de trabajo estadounidenses en beneficio de países limítrofes (México) o distantes (sudeste asiático, por ejemplo) con niveles salariales muy inferiores a los que debían afrontar las empresas si completasen dentro de USA todo el proceso de producción. Extensas zonas de Estados Unidos se despoblaron de plantas manufactureras del sector automotriz con el consiguiente desempleo generalizado y se convirtieron en cementerios industriales. Para Trump hacer Estados Unidos “grande” era y es obligar a esas empresas a volver a invertir dentro de los límites del país.

¿Cómo asegurar rentabilidad a los propietarios de tales empresas? La solución propuesta por Trump es muy sencilla: proteccionismo amenazando a los empresarios que llevaban sus inversiones fuera del país que deberían pagar elevados impuestos aduaneros si persistían en las prácticas de traslado de las Inversiones y luego querían importar partes o todo el producto desde USA.

La sustitución de importaciones es una modalidad que adoptaron los países que se propusieron llevar adelante la estrategia de industrialización basada en la sustitución de importaciones. Fue nuestro proyecto entre mediados de los 30 y el inicio del Dictadura Militar en 1976 con altibajos y diferente voluntad oficial para llevarlo adelante. Pero fue muy valioso en etapas concretas de ese extenso periodo (1946-55), (1963-66), (1973-75), a partir de las cuales se generó un fuerte proletariado industrial, de la mano de la alianza entre empresarios nacionales, la clase trabajadora industrial y el estado. Su enunciado y su implementación fue siempre una experiencia difícil, muy combatida por la derecha económica y política, y el FMI, alianza que tras el cruento golpe militar de 1976 logro derrotar el proyecto sustitutivo de fortalecimiento del mercado interno En el año 2003 se recuperó la conducción del estado dispuesto a poner en valor el trabajo nacional y sus fuentes laborales, que estuvo vigente durante doce años consecutivos hasta fines del 2015.

Trump, que en los otros niveles de su gobierno, se mueve con decisiones basadas en los principios más tradicionales del capitalismo de corte neoliberal (véase el caso de la salud pública o los derechos sociales básicos  como los de los migrantes, nombramiento de autoridades públicas y de un juez de la Suprema Corte,) en el plano económico innova con una iniciativa radicalmente opuesta al ideario capitalista, librecambista y promercado. El tema en discusión, entre otros, va a ser cuánto dinero va a configurar el conjunto de los subsidios estatales proteccionistas para compensar los mayores costos a las empresas involucradas en la campaña de invertir dentro y no fuera de USA y, de este modo, crear empleo, empresas que deben ganar dinero y responder así a sus accionistas.

Es paradojal que un gobernante de derecha muy definida, que reivindica una posición  abiertamente pro mercado capitalista, avance en un modelo de sustitución de importaciones cuando en otros países como el nuestro, la política económica actual va en franca contradicción con dicha posición. Aquí seguimos perdiendo empleo por la apertura externa, la baja de subsidios, la eliminación de impedimentos a la libre importación de aquello que aquí se produce, postulando el más crudo negocio financiero mientras que en el país en donde predomina  la virtud sacrosanta del capitalismo se la transgrede con medidas de cierre de mercados y aliento a la producción local con intervencionismo estatal protector que nuestros actuales conductores de la política económica argentina rechazan frontalmente.

 

*Economista. Presidente Honorario del IADE

 

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