El laboratorio jujeño

Desde su casa-cárcel en el barrio jujeño de Cuyaya y sentada en una silla de ruedas, con su pierna izquierda elevada producto de la trombosis venosa profunda que sufre desde el mes de junio, Milagro Sala repasa sus siete años de detención ilegal y reflexiona sobre la experiencia de la Organización Barrial Túpac Amaru, la persecución, el disciplinamiento a los dirigentes sociales y sindicales, el estado actual de Jujuy, las alianzas entre la UCR y el PJ en la provincia, la aspiración presidencial de Gerardo Morales.

El pedido popular de indulto vs la cárcel que quiere Gerardo Morales

Fernando Gómez, referente del Frente Milagro Sala, explicó que al haber “una intervención federal por parte de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, se podría utilizar el indulto que es una facultad constitucional que tiene el presidente”. A su vez, la dirigenta social denunció que Gerardo Morales dio la órden para que el Poder Judicial la envíe a una cárcel común.

Milagro como síntoma

Alejandro “Coco” Garfagnini es contundente: “Si Morales logra mandarla a Milagro de vuelta al penal, la mata”. Lo dice luego de haber recibido el informe de los peritos que viajaron a Jujuy en representación de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación.

Colonizada y antidemocrática

La continuidad de la privación de la libertad de Milagro Sala, sin que existan cargos que justifiquen la continuidad de una prisión preventiva de seis años; la maniobra del gobierno jujeño de Morales de agregar nuevas acusaciones con el fin de impedir su libertad, y la feroz campaña calumniosa y demonizadora desatada por los medios contra esta dirigente y su organización, revela que no se trata de causas judiciales sino de una persecución política orquestada por la clase dominante y los partidos que le responden.

Milagro, 2190 días como presa política

Se paró delante de la ventana de su despacho en la gobernación de Jujuy. Corrió la cortina y miró hacia afuera. Gerardo Morales intentó contar las carpas tipo iglú que cubrían la Plaza Belgrano en ese enero de 2016. Tenían techos de color naranja, amarillo, blanco, rojo, parecían formar la bandera de los pueblos originarios. Recorrió con la mirada tratando de divisar a su presa. No alcanzó a distinguir entre las mujeres sentadas a la sombra de los árboles a Milagro Sala.

El libreto de la condena se cumplió

“Soy cooperativista, me crié y viví en la calle”, dijo Patricia Cabana, Pachila. “Si me condenan por trabajar para darle una casa y un techo para mis hijos, para que no les pase lo que yo viví, hagan esa condena”. Pachila sabía que esa noche, el martes, podía no volver a su casa. Ahí, en la casa de la que no quiso irse, en lo que queda del Alto Comedero, donde la esperaban siete de sus hijos. El Tribunal encabezado por María Alejandra Tolaba, porque hay que nombrar a esa mujer que llegó a la presidencia de una justicia amañada con el poder político, la condenó a siete años de prisión, una de las 15 condenas del juicio conocido como Pibes Villeros.

Milagro y sus mil días

El viernes tuve la oportunidad de ver el documental sobre Milagro Sala, los mil días de su prisión, cautiverio… o secuestro. No voy a hacer un comentario sobre la calidad del documental, algo que me excede, sí diré que hoy volví a ver a Milagro. La visité hace ya tiempo en Alto Comedero y – con mis limitaciones– me creo un “soldado” de la militancia por su libertad.

Milagro

 

La fábrica de bloques, abandonada y saqueada, las dos salas de salud, abandonadas y con los vidrios rotos, las grandes escuelas que construyeron con el barrio pasaron a depender de la secretaría de educación, la inmensa pileta popular no tiene agua y se descascara, sin mantenimiento ni uso.