Mensaje del Presidente de la República Rafael Correa, al finalizar la campaña por el SI

Unos días antes de la votación el Presidente de la República de Ecuador, Rafael Correa, cerro el final de la campaña del SI por la nueva constitución. Recalcando la importancia histórica del momento, Correa manifestaba que esta no era una elección más, no era la elección de un presidente, o de un alcalde, no era la elección de representantes, era, la elección entre un nuevo modelo de sociedad, basado en principios de solidaridad, justicia y bienestar para todos y todas. A continuación trascribimos la totalidad del discurso. [size=xx-small][b]Artículos relacionados:[/b] . Referendo constitucional: el cambio ganó en Ecuador / María Victoria Romero* . El texto que refunda al país / María Laura Carpineta* . Ecuador hacia la refundación / Ángel Guerra Cabrera* [/size]

Queridas ciudadanas, queridos ciudadanos:

Este es un momento histórico para la Patria, en el que debemos proceder con la inteligencia y madurez suficientes, para actuar con la urgencia, con el amor, con la pasión por cambiar este pasado de oprobio y de vergüenza, de exclusión, de entrega de nuestros recursos, de privatizaciones, de falta de empleo, de salud, de vivienda; pasado en el que, los dueños del país, nos han escamoteado el desarrollo, la posibilidad real de ser, de actuar con soberanía, de vivir con escuelas dignas, con salud.

Estamos cumpliendo a cabalidad con el mandato del pueblo que, en las elecciones del 2006, con abrumadora mayoría, fuera de todo pronóstico, eligió nuestra propuesta revolucionaria para ir hacia un cambio definitivo del Ecuador; cambio en paz, en democracia; pero, cambio rápido y profundo.

No presentamos candidaturas para diputados al Congreso Nacional; pues, no podíamos ser parte del espacio, de las viejas prácticas del viejo país, de la vieja partidocracia. Era indispensable hacer realidad la consigna “que se vayan todos”. Con ello, se dio un mensaje claro de que el cambio que proponíamos era radical.

No hicimos concesiones a la partidocracia. Cumplimos, convocamos a la Asamblea Constituyente en nuestro primer acto como gobernantes y, ahora, tenemos una nueva carta política para el país, que rompe totalmente con el régimen de prebendas y privilegios consagrado en la Constitución del 98. Logramos desmantelar ese viejo orden y construir una nueva institucionalidad.

Nos dijeron “locos” cuando decidimos no presentar candidatos para el Congreso Nacional; pero, demostramos que nuestra apuesta de cambio tenía total respaldo del pueblo. El 15 de abril de 2007, logramos una de las respuestas más radicales del pueblo ecuatoriano, cuando dijo Sí a la consulta con el 82%.

Los hombres y mujeres de la Patria, cuando convocamos a las elecciones de representantes a la Asamblea, reconocieron en nuestros candidatos a verdaderos militantes de la democracia y eligieron a 80 de un total de 130 asambleístas. Por primera vez, en elecciones pluripersonales, un movimiento político ganó en 21, de las entonces 22 provincias del país. Se trata de un fenómeno histórico nacional. Por primera vez no hubo divisiones regionales; han sido los procesos más democráticos de los últimos años.

Todo ha sido aprobado por la inmensa mayoría del pueblo: la convocatoria a la Asamblea, su estatuto, los asambleístas; y, ahora, el texto constitucional.

La Asamblea Constituyente es el resultado de años de luchas sociales de trabajadores, maestros, indígenas, mujeres, ambientalistas, jóvenes, discapacitados, migrantes. Es un canto a la vida, lo mejor de cada uno de los ecuatorianos y de las ecuatorianas, fue redactada con el alma, con infinito amor.

Todos somos constituyentes, la nueva Carta Magna recoge las demandas de los distintos grupos sociales del Ecuador. Este proceso articula las demandas y los intereses que nacieron desde la resistencia que los sectores populares opusieron al neoliberalismo; y, desde las necesidades sentidas de modernización, democracia y transformación social del Estado.

Esta vez no se trata de elegir entre dos propuestas que representan los mismos intereses, la misma visión o entre los mismos sectores de poder; para elegir como y quien lo hace menos mal; esta vez, la elección es entre dos mundos, entre dos modelos de desarrollo completamente diferentes, en lo económico, en lo social, en lo político y en lo ambiental.

En lo económico, hemos vivido un “macro-descalabro”, una cadena de asaltos legales, una práctica terrible del despojo. Esta ha sido, en verdad, la violencia del hambre institucionalizada; el crimen propiciando los robos más descarados en contra de todos, con aspecto legal, con permisos de todo tipo, para que los asaltantes se hagan del botín, con apego a la ley.

Hemos vivido presos, maniatados, en un sistema económico en el que la voracidad del capital, la dominación del hombre por el hombre a través del dinero, reviste formas nuevas, todavía más violentas en sus efectos, que en el pasado.

Nuestros recursos, nuestra riqueza natural: el petróleo, las minas, hasta el agua y el aire, según ellos, tenían que ser privatizados, para que paguen todos y unos pocos nomás, cobren.

La situación del Ecuador era insostenible, mientras América Latina es la región más injusta del mundo, Ecuador se llevaba las palmas, porque el gasto social por persona llegó a ser: ¡la cuarta parte del promedio latinoamericano!

Para lograr mayores utilidades, ganancia sin medidas, necesitaban que se perdieran, que no existieran los derechos laborales; pues, el capital siempre requiere de mano de obra barata; muestra de ello, fueron las prácticas casi esclavistas de la tercerización laboral, de la flexibilización, del trabajo por horas; entonces, se precariza el mercado de trabajo, se deja en estado de vulnerabilidad a los trabajadores y a sus familias, sin posibilidades de acceder a todas las garantías que les corresponden: la seguridad social, el pago adecuado, la seguridad laboral, el respeto, el cariño.

Nosotros, en ejercicio del mandato que nos ha dado el pueblo, hemos dado al traste con esas políticas, hemos honrado nuestra promesa y se han eliminado esos sistemas de precarización laboral, estamos firmes en que se elimine definitivamente la tercerización, la flexibilización laboral, la contratación por horas; para nosotros, los seres humanos no son piezas, engranajes, herramientas de la producción; son seres humanos, en toda la extensión de la palabra, no pueden ser considerados piezas de producción, son seres humanos, con mayúsculas.

Ellos, embargaron al país, nos endeudaron, tanto, que cada uno de los ecuatorianos que nace, con su primer respiro, llega con más de 1.200 dólares de deuda bajo el brazo.

Es decir, cada ecuatoriano, no es dueño de una parte proporcional de los recursos, de la tierra, del cielo, el aire, el agua; pero, si somos deudores, sin haber comido ni bebido; somos deudores de una deuda que, además, ha sido pagada varias veces.

Ellos, se endeudaban para financiar la deuda, para pagar la deuda; se imaginan: tapar un hueco con un agujero más grande.

La economía es el resultado de un esfuerzo social. La capacidad de generar bienestar; con el esfuerzo mancomunado de todo un pueblo se logra un aporte inmenso, mucho más, si a ello se suma la utilización inteligente, sabia, de todo aquello que la naturaleza, la tierra, la Pacha Mama, nos entrega.

La partidocracia, la banca y el capital internacional, elaboraron a espaldas del pueblo una verdadera arma de destrucción masiva: la Constitución de 1998; y, entre gallos y media noche, establecieron disposiciones transitorias que posibilitaron la quiebra de los bancos, el feriado bancario, el atraco, el robo más grande que se ha llevado a efecto en contra de miles y miles de depositantes, en contra del Estado, que es de todos y de todas: más de ocho mil seiscientos millones de dólares, casi lo correspondiente a un año entero de presupuesto del Estado.

¿Acaso a cualquiera de nosotros, y somos la Patria entera, nos preguntaron, en algún momento, si estábamos de acuerdo? ¿Acaso, por sus protervos intereses, tuvieron la mínima intención de preguntarle al pueblo si estaba de acuerdo o no? ¿Acaso, a uno solo de nosotros, y somos la mayoría, nos preguntaron sobre los préstamos que hizo el Banco Central para los bancos que estaban quebrando?

¿Se imaginan cuántos colegios, hospitales, desayunos escolares, medicinas, caminos, se podrían hacer con esa cantidad de dinero?
Hoy nos acusan de que la nueva constitución costó entre tres mil a seis mil millones de dólares cuando el salvataje bancario costó de 6 mil a 8 mil millones de dólares.

Ahora, dan de gritos y se rasgan las vestiduras porque con el arma que construyeron ellos para esquilmar nuestra economía, la AGD, logramos que se revierta la situación. La AGD, cuando pasó a manos limpias, manos de representantes del pueblo, con responsabilidad, después de diez años en que nadie dijo nada, porque se trataba de sus compinches; diez años de terrible olvido, de impunidad, que fueron comprados con los mismos dineros que robaron.

Hemos procedido a incautar los bienes de quienes fueron los responsables del robo criminal; ahora, los mismos que permitieron el atraco, los cómplices y encubridores, se levantan en contra de los intereses del pueblo y dicen NO.

En cambio, nuestra propuesta de presente y de futuro, tiene que ver con la paz, con la solidaridad, con el respeto a la naturaleza. Nosotros, no queremos una sociedad de pobres, queremos una sociedad de propietarios, con desarrollo equitativo, una sociedad con mayor justicia.

La oposición intencional y maliciosamente confunde lo que es el fortalecimiento del Estado con un supuesto “hiper presidencialismo”. Nosotros trabajamos para lograr un Estado fuerte, no un estado autoritario. Un Estado que sea capaz de establecer políticas de largo aliento para lograr nuestra soberanía energética, nuestra soberanía alimentaria; prueba de ello, es que, paralelamente al fortalecimiento del Estado, se prevé el fortalecimiento de la sociedad. La participación ciudadana juega un rol decisivo, la organización de la sociedad en conjuntos críticos, que aporten con criterios y con acciones comunitarias, es de vital importancia para el desarrollo de la nación.
Para ello, nos planteamos la articulación de los tres tipos de economía para el nuevo sistema económico: la economía privada, la economía social y solidaria y la economía del Estado.

Nunca más la política social será la ambulancia que recoge los muertos que deja la política económica. Proponemos crear un estado de bienestar para que la sociedad tenga asegurada una vida digna, con empleo, salud gratuita, seguridad social para todas y todos los ecuatorianos, educación gratuita hasta la universidad.

Estamos trabajando para mejorar la calidad y esperanza de vida; y, para desarrollar las capacidades y potencialidades de la población.
Vamos hacia la construcción de un sistema económico; justo; democrático; productivo; solidario y sostenible, basado en la distribución equitativa, de los beneficios del desarrollo.

Buscamos establecer una convivencia armónica con la naturaleza, que mantenga, conserve y recupere a la naturaleza. La tierra es nuestra madre, es nuestro hogar, nuestro manantial de vida.

Nos convoca la celebración de la alegría, el “canto general” de esta masiva concurrencia; esta demostración de unidad, de solidaridad y de confianza en el futuro. Nos ha convocado la esperanza, la dicha de estar juntos, bajo un sueño común de libertad, de crecimiento equitativo, de salud; este cariño en alto, como un canto de dignidad, convocando a nacer.

Nosotros amamos la vida, honramos la vida, celebramos la vida en su máxima expresión de confraternidad, de democracia, aquí y ahora en que nos hemos dado cita miles de ciudadanos y de ciudadanas en un abrazo interminable de hermanos. Esta maravilla, este río vivo de conjunción de voluntades no es un punto de llegada, es un nuevo punto de partida, el inicio de la movilización masiva nacional de la esperanza, que ratifica la voluntad popular por el cambio radical, profundo y rápido, pacífico y en democracia, de la Patria.

Hemos llegado a esta hora decisiva, en estricto cumplimiento del mandato del pueblo, un mandato claramente expresado a favor del cambio.

A favor de tomar un camino distinto al que nos ofrecían por décadas los que quisieron privatizarlo todo, los que forzaron un proceso de migración masiva que ha afectado el tejido social, la estabilidad de cientos de miles de familias; los que propiciaron la crisis económica, política y moral más grande de nuestra historia.

Hemos enfrentado a enemigos muy poderosos, a grupos que -lo hemos visto-, no han tenido escrúpulos en mentir de manera contumaz, descarada; en manipular delicados sentimientos, creencias, elementos sagrados del imaginario popular; todo, por no perder sus privilegios, sus espacios, por no perder los hilos con que siempre han controlado y manipulado las conciencias.

Nos hemos enfrentado al enorme poder mediático, relevo de la partidocracia en ruina, voz directa de los poderosos, instrumento al servicio de intereses bastardos, que actúan y siempre han actuado a espaldas del pueblo, del público cautivo al que le han secuestrado los oídos, que todavía les cree; público, por suerte, cada vez menos numeroso.

Hemos atravesado por jornadas muy duras pero, siempre hemos sentido y nos ha inspirado la fe popular, la decisión, el coraje, la voluntad de cambio del pueblo ecuatoriano. Nos ha inspirado siempre ese profundo sentido de la SOLIDARIDAD que forma parte del SER ecuatoriano, así como esa sed de justicia; el ver, junto a nuestro pueblo, que nadie o casi nadie es indiferente ante el sufrimiento del prójimo, ante los abismos de desigualdad, ante la miseria de muchos y la opulencia insultante de muy pocos.

Este domingo tendremos en nuestras manos, la oportunidad de elegir un futuro mejor para nuestros hijos, para nuestros nietos; la oportunidad de hacer realidad el anhelado cambio; la oportunidad de tener, por fin, esa Patria para todos y todas, ese nuevo Ecuador, esa Patria Altiva y Soberana en la que han soñado tantas generaciones desde los tiempos de Espejo, de los mártires del 2 de Agosto y las gestas independentistas del 9 de Octubre y el 24 de Mayo; desde el movimiento antifloreano; desde Daquilema y la resistencia a la tiranía garciana; desde las montoneras alfaristas y la hermosa revolución de 1895.

Y, más tarde, desde todas las luchas sociales del siglo XX, entre ellas el 15 de noviembre de 1922, “La Gloriosa” de 1945, las luchas estudiantiles, obreras, campesinas de los años 60 y 70; desde los levantamientos indígenas de los años 90; desde todas esas manifestaciones fecundas de rebeldía, de patriotismo, de insurrección de la esperanza.

Esta no es una elección más, no es la elección de un presidente, peor de un alcalde, no es la elección de representantes a dignidades, es, la elección entre un nuevo modelo de sociedad, basado en principios de solidaridad, justicia y bienestar para todos y todas; o, lo mismo de siempre, lo mismo que habíamos tenido hasta hace poco, es decir: la ley del “todo para mí, nada para los demás”, de la corrupción, la ley del más fuerte, la ley del más “sabido”, el predominio de los grupos de poder que lo han controlado todo, del dominio de los “dueños del país”; de la prepotencia de los caciques; del abuso, de la justicia solo para los de poncho; del dominio de los banqueros corruptos.

Tenemos frente a nosotros, el próximo domingo, la oportunidad maravillosa de cambiar la historia, de fundar el nuevo Ecuador por el que hemos venido luchando desde hace muchas generaciones; ese cambio anhelado y siempre traicionado por los sucesivos gobiernos, por aquellos que una cosa decían en campaña y otra hacían una vez que tenían el poder.

Esta historia, nuestra historia, nos pertenece, como nos pertenece la herencia de dignidad legada por quienes ofrendaron su vida por la libertad.

Espejo, Bolívar, Alfaro, serían los primeros en acompañar la marcha de los trabajadores, de los maestros, de las madres que hoy ven, por fin, una lumbre de esperanza para su vida, con la Nueva Constitución.
Espejo, Bolívar, Alfaro, junto a Fernando Daquilema, a Dolores Cacuango, junto a Nicolás Infante, junto a Vargas Torres, a Nela Martínez, a tantos y tantas… estarían encabezando la marcha por mejores condiciones de vida para nuestros hermanos indígenas del páramo, para nuestros hermanos montubios del litoral, para nuestros hermanos indígenas de la amazonía y todas las latitudes, para defender los derechos de los afroecuatorianos, de los blanquinegros, de los negriblancos, de los cholos, de los chazos, de los citadinos y los campesinos, de los y las trabajadoras, de los y las jóvenes, de los niños y las niñas

Espejo, Bolívar, Alfaro, las Manuelas, serían solidarias y solidarios con el destino de las familias de los pescadores artesanales; en la dignificación de la Patria, para que sea merecedora del regreso de los refugiados de la pobreza, expulsados de su tierra por el neoliberalismo, esos inmigrantes sometidos a prisión por el delito de no tener papeles.

Espejo, Bolívar, Alfaro, serían los primeros en declarar que “no existen seres humanos ilegales, sino prácticas ilegales”, y entre ellas, el racismo, la xenofobia, la intolerancia.

Espejo, Bolívar, Alfaro, nos acompañarán, desde su regazo histórico, en el esfuerzo por fortalecer un sector privado con miles y miles de empresarios responsables; en la consolidación de un Estado fuerte que corrija las distorsiones sociales, de esa entelequia ciega y cruel llamada “mercado”.

Espejo, Bolívar, Alfaro, estarían en la primera línea a la hora de defender una política económica soberana, que genere mejores condiciones de vida para los más pobres.

Esta noche, con esta presencia multitudinaria del pueblo verdadero, estamos sellando un pacto de amor, un acto de entrega mutua por las causas más importantes de la vida de nuestra comunidad, estamos sellando un compromiso de unidad, de trabajo y lealtad entre todos para llevar adelante un proyecto de futuro, de paz, de vida.

Que la verdad florezca, que la ternura, las mejores ideas, las maravillas de la solidaridad, del desarrollo equitativo, de la erradicación de la pobreza, de la eliminación del analfabetismo, se cumplan. Aprobar la nueva Constitución es un acto de amor, es un deber ineludible de todos, de todas, para todos, para todas.
Tiempo es de multiplicar voluntades, de organizar la esperanza, de establecer estrategias claras, de arrimar el hombro, de ponerse la Patria en el centro del pecho, para sacar definitivamente de la miseria a nuestro pueblo, para enrumbarlo hacia un futuro de progreso con equidad, con justicia y dignidad.

La Patria está preñada de esperanza.
¡Por la alegría, por la paz!
¡Por el cambio definitivo!
¡Por la revolución!
¡Hasta la Victoria Siempre!

[b]Rafael Correa Delgado
Presidente de la República de Ecuador
[/b]

*Curriculum vitae de Rafael Correa

Fuente: [color=336600]Página web de la Presidencia de Ecuador – 24.09.2008[/color]

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