La hora de la Renta Básica

David Casassas, Daniel Raventós

 

"El moderado es fuerte con los débiles y débil con los fuertes", escribió el recientemente fallecido Darío Fo. Y su compatriota Marco d’Eramo, refiriéndose también a la moderación, añadió: "Es curioso que, en política, el término 'moderado' haya adquirido una connotación positiva, mientras que resulte negativo en otros ámbitos de la vida, sobre todo en forma adverbial: si una persona es moderadamente inteligente, no queremos decir que es un genio".

Aún así, muchos prefieren llamarse "moderados". Debe darles cierta sensación de equilibrio: ni demasiado a un lado, ni demasiado al otro. Estar ostensiblemente inclinado a un extremo puede ser motivo de caer bajo la calificación de radical, extremista, raro, excéntrico, freak. Y ya se sabe: una persona radical, para muchos biempensantes, es algo no especialmente aconsejable. En cambio, ser una persona "moderada" es sinónimo de algo así como ser una persona equilibrada, ecuánime, centrada.

Viene todo esto a cuento de cómo se despachan debates sobre las más variadas cuestiones, tal como podemos leer en los más variopintos lugares. Sin ir más lejos, con la Renta Básica ha ocurrido lo mismo a lo largo de los últimos años, cuando, por distintas razones, ha conocido una explosión mediática que ha hecho que opinen sobre ella las más diversas personas en todos los ámbitos sociales e intelectuales, con conocimiento sobre la propuesta o sin el menor atisbo de él. Y, claro está, una forma no infrecuente de saldar una discusión sobre la Renta Básica ha sido y es alertar sobre su calidad de "radical" o extrema, por utilizar uno de los muchos términos que se han movilizado con parecida intención.

 

Sinpermiso - 26 de octubre de 2016

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