Por un país justo, igualitario, desarrollado, inclusivo y soberano

En una nueva conmemoración del Día de la Industria Nacional ratificamos nuestro compromiso con la construcción de un proyecto de desarrollo autónomo, profundamente democrático y con justicia distributiva. Los ejes son claros y continúan estando en pugna inclusive previo a Manuel Belgrano: “Fomentar la agricultura, animar la industria y proteger el comercio son los tres importantes objetos que deben ocupar la atención”, y a eso nos hemos dedicado estos últimos 12 años!

El desafío industrial

El desarrollo de la industria nacional enfrenta grandes desafíos para poder dar un salto cualitativo y volver a crecer fuerte como entre 2003 y 2011. Efectivamente, el sector debe superar obstáculos que trascienden el estancamiento de los últimos años. Un análisis riguroso requiere revisar la dinámica histórica y los cambios estructurales en la organización de la producción que se generaron a nivel local e internacional en las últimas décadas y sus implicancias.

Después de que el PBI industrial per cápita se desplomara un 40 por ciento entre 1977 y 2002, sus consecuencias no pueden resumirse en términos de caída de la producción física.

El rol del Estado

Durante los casi doce años de desarrollo del proyecto kirchnerista se incrementó fuertemente el tamaño del mercado interno con dos objetivos convergentes: inclusión social y potenciación del desarrollo de la industria nacional. También se desarrolló, desde el lado estatal, un fuerte apoyo al sistema de ciencia y técnica (C&T), invirtiendo en el crecimiento científico y desarrollando instrumentos para promocionar la transformación de conocimiento científico en tecnología y en valor agregado de la producción nacional. El sector agroexportador aumentó su producción y los precios internacionales de los commodities agrícolas se mantuvieron en niveles altos.

Carlos Martinangeli: "Los que protestan por las trabas no luchan por el mercado, sino por ellos mismos"

Es uno de los empresarios que apoyan las restricciones a las importaciones en fomento de la industria nacional. A pesar de ser el CEO de NEC, una multinacional japonesa que vende servicios tecnológicos, Carlos Martinangeli está convencido de que las protestas de los grupos empresarios argentinos responden más bien a "intereses egoístas de grupos particulares y no una defensa del mercado". En el país, no obstante, el 65% de la facturación de NEC proviene de contratos con el Estado. De vacaciones en Cariló, con sus tres hijos y su esposa, Martinangeli dialogó con LA NACION.

“Debemos recordar de dónde venimos para valorar lo hecho”

–¿Cómo analiza el proceso de reindustrialización que comenzó a partir del año 2003?
–Creo que estamos semiindustrializados. En sólo diez años avanzamos a un estado de semiindustrialización. Venimos de un fenomenal proceso de destrucción de la industria nacional. Esto hay que recordarlo, si no, la evaluación es compleja. Hay que recordar de dónde venimos para valorar lo hecho en estos años. Durante mucho tiempo tuve que recorrer distintas partes de la provincia de Buenos Aires. Uno veía edificios de ex fábricas transformados en lugares para guardar mercadería, depósitos. Otros estaban cerrados, con carteles de remate. Nosotros arrancamos de ahí, este proceso de recuperación viene de ahí.

El verdadero secreto del libre comercio

El libre comercio no contribuye al desarrollo de por sí. Se necesitan políticas económicas diseñadas para promover la industria nacional a un nivel en el que sea globalmente competitiva. De lo contrario, el país terminará cubriendo su déficit con deuda.

Vivimos en un mundo caracterizado por enormes riquezas y elevados niveles de pobreza. Ese escenario se repite en la mayoría de los países. El neoliberalismo domina el mundo. Se trata de una práctica aparentemente justificada por un conjunto de supuestos que tienen su raíz en la teoría económica convencional. Los mercados están representados por estructuras sociales óptimas y autorregulables que, si se las dejara funcionar sin restricciones, permitirían atender en forma óptima las necesidades económicas, utilizar eficientemente los recursos y generar automáticamente el pleno empleo para todas las personas que deseen trabajar. Por extensión, la globalización de los mercados sería el mejor mecanismo para extender los beneficios a todo el mundo.

Los problemas no resueltos

El fuerte peso de las empresas extranjeras en sectores clave condicionan la estructura productiva y su desarrollo. Dos enfoques sobre las hondas repercusiones de esa problemática y sus propuestas para empezar a superarla.

Industria nacional ausente
Por Martín Burgos

El fuerte crecimiento industrial que conoció nuestro país desde 2003 es un hecho destacable, que sólo permite comparación con el período 1964-1974. Sin embargo, los datos también nos indican que ese crecimiento industrial no pudo revertir la tendencia a la concentración y extranjerización que tuvo lugar durante la década del ’90. Siguiendo a los clásicos de la ciencia económica, podríamos pensar que son tendencias históricas de las cuales no podemos escapar si pretendemos una industria moderna y competitiva. Después de todo, Joseph Schumpeter, ¿no hablaba de la necesidad de una etapa monopolista en la innovación del producto? ¿Acaso no se nos repitió durante décadas que la inversión extranjera directa (IED) aportaba el capital y la tecnología que un país emergente necesitaba para su desarrollo económico?