El coronavirus ha destapado otra pandemia que beneficia a los ricos: la de la pobreza

De repente, la pobreza se ha vuelto noticia. Es imposible no ver el impacto absolutamente desproporcionado que el coronavirus está teniendo entre la gente pobre y marginada. Cientos de millones de personas abocadas al desempleo y a la miseria. Con un apoyo insuficiente en la mayoría de los casos, aumentan el hambre, la falta de vivienda y los trabajos peligrosos.

Ratas

Como el sartenazo a una rata censurado en la película Sangre negra, la violencia durante las protestas que sucedieron al asesinato de George Floyd en Minneapolis genera reacciones encontradas. Pero al mismo tiempo denuncia la sensación de asfixia de amplios sectores de la comunidad negra en Estados Unidos. Se trata de las primeras manifestaciones que se producen bajo el consenso extendido de que la movilidad social ascendente es cosa del pasado y de que una mayoría de negros y blancos tendrá un futuro aún peor que el presente.

Un Estado más ágil para los sectores vulnerables

El vínculo institucional entre el Estado y las organizaciones sociales es como un rompecabezas donde las piezas son de diferentes cajas, no encastran. Los políticos quieren la foto, nosotros la obra, y en el medio hay un montón de papeles y procesos que no tienen nada que ver ni con la foto ni con la obra. El sistema funciona de tal manera que es mucho más fácil hacer una consultoría y cobrar millones de dólares por algo que no tiene ninguna injerencia en la realidad que, por ejemplo, venderle barbijos hechos por cooperativas textiles al Ministerio de Salud en medio de una pandemia.