Conicet, motosierra, licuadora y después

Recuerdo que, cuando niño, me enorgullecía que Buenos Aires tuviera la “avenida más larga del mundo” (Rivadavia) y la más ancha (la 9 de Julio). Lo primero era un mito; lo segundo, cierto. Pero a esta altura de la vida me pregunto: ¿de qué debemos enorgullecernos los argentinos? (¿y de qué debemos avergonzarnos?). Sin duda, puede halagarnos ser campeones mundiales de fútbol, pero no encabezar la tabla mundial de inflación anual ni la de los países que más involucionaron en su producto bruto interno el último medio siglo.

La coherencia del cambio

 

Del 2003 al 2015 nuestro país atravesó un proceso económico – social que denominaremos de Desarrollo Inclusivo (DI): el PIB per cápita (PPP) creció un 81% y el índice de GINI, que es una medida de la desigualdad, disminuyó en un 21% (Datos del Banco Mundial); este crecimiento de los niveles de igualdad estuvo a contramano de lo que, durante el mismo período, sucedía en los países de alto nivel de industrialización en los que la desigualdad está creciendo a ritmo sostenido [1].