Producción flori-hortícola en el periurbano platense: lo que el viento se llevó

Sergio Dumrauf * y Guido Prividera ** (Especial para sitio IADE-RE) | La situación de los productores del Cinturón Hortícola ubicados en la zona sur del GBA. "El debate de fondo son dos modelos de agricultura periurbana: una que privilegia políticas asociadas a una visión de no intervenir en el mercado; otro modelo de agricultura periurbana que necesita de un Estado presente".

El fenómeno climático del domingo 5 de febrero golpeó con especial énfasis a los productores flori-hortícolas del Cinturón Hortícola ubicados en la zona sur del GBA, que quedaron devastados, con sus invernáculos destrozados, la producción malograda, sin electricidad por un período prolongado ni provisión de agua. Las ráfagas de viento de hasta 120 km/h produjeron graves pérdidas para los productores.

La situación es difícil: la tormenta arrasó invernáculos y, en muchos casos, viviendas.  Sin electricidad que permita la provisión de agua para consumo humano y riego, la situación empeora. Las pérdidas en algunos casos son totales. A la crisis que atraviesa el sector desde hace años, se suma ahora la pérdida  en la producción y en los invernaderos. Se necesita que el Estado (municipal, provincial y nacional) actúe rápidamente para paliar los daños. Las zonas de Abasto, Etcheverry, El Peligro, Colonia Urquiza, El Pato, Estancia Chica  (todas cercanas a la ciudad de La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires) sufrieron daños en  más del 70% de la producción bajo cubierta. A la adversidad climática del fin de semana se suman las problemáticas que padecen en torno al acceso a la tierra, las tarifas energéticas, los insumos para la producción y los costos de los invernáculos.

Algunos números que reflejan la situación

Actualmente el costo del arrendamiento de una hectárea de tierra para producción oscila entre los $ 3000 y los $ 7000. La mayoría de los productores pagan $ 2000 mensuales de electricidad, un insumo vital para hacer funcionar las bombas de riego. La instalación de un invernadero de 70 metros de largo por 7,30 de ancho cuesta aproximadamente $ 80.000 sólo en nylon y maderas (sin contar la mano de obra, generalmente aportada por las familias productoras, ni los clavos ni alambres). La bandeja de 200 plantas de tomate tiene un costo de $ 1.000; se requieren al menos 2 bandejas por surco.  Para la desinfección del suelo el costo de agroquímicos supera los $ 10.000. Se hace difícil solventar estos gastos sin créditos.

La situación actual es que los productores familiares en su gran mayoría son arrendatarios, sin tierra propia para hipotecar. Esto les dificulta la posibilidad de ser beneficiarios de créditos bancarios. Así, para poder solventar los gastos productivos se endeudan con entidades financieras no bancarias con altísimas tasas de interés.
 
Hasta al menos el año 2014, según datos aportados por Matías García (CONICET-UNLP), la mayor concentración productiva se daba en los cultivos de tomate y pimiento, donde unos 30 quinteros medianos y grandes se reparten el 50% de la producción. El resto de las hortalizas recae en los agricultores familiares, en su mayor parte bolivianos, que manejan más de un 80% de la producción.  

El cinturón verde de La Plata hoy se posiciona como la región hortícola más importante de la Argentina.  Aquí se emplaza más del 60% de los invernáculos del país, siendo el partido con más cantidad de productores hortícolas y volumen de producción nacional que abastece principalmente a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y sus alrededores. La situación tras las inclemencias climáticas del 5 de febrero pone en riesgo además la producción y el abastecimiento de alimentos frescos a precios accesibles.

Por lo tanto, es necesario un fuerte apoyo del Estado, para la continuidad de los agricultores familiares quinteros y el abastecimiento de verdura fresca a la Capital y el conurbano bonaerense. Asistencia en la emergencia, con generadores eléctricos, agua, cuidados médicos-sanitarios; y en el corto y mediano plazo, fuerte desarrollo de políticas, que regulen y subsidien el acceso a la tierra, la comercialización y el financiamiento.  Subyace la posibilidad de que sin estas políticas públicas, se realice una importante transferencia de la producción y de los ingresos desde los productores familiares hacia los productores empresariales, generando expulsión de familias del sector, caídas en la producción y encarecimiento generalizado de dichos alimentos.

Necesidades de los productores y ofrecimientos del Estado

El gobierno provincial ofreció brindar sin costo 2 rollos de nylon por productor (equivalente aproximadamente a $ 8.000) para rearmar los invernáculos; propuesta que resulta insuficiente ya que sólo permitiría cubrir aproximadamente un invernadero. Los productores solicitaron un subsidio de $ 100.000 para volver a poner en producción al menos un cuarto de hectárea.  

El debate de fondo son dos modelos de agricultura periurbana: una que privilegia políticas asociadas a una visión de no intervenir en el mercado y por ende, priorizar la ley del más fuerte; otro modelo de agricultura periurbana que necesita de un Estado presente, con una política de planificación de uso del suelo, que asista en la emergencia, acompañe, fortalezca a los agricultores familiares en busca de mejores condiciones de vida y de producción.  Sin duda alguna, los resultados de esta puja impactarán en el desarrollo territorial del periurbano y en el precio de los alimentos de la mesa de los argentinos que poco están informados acerca de las vicisitudes que pasan quienes trabajan para abastecer, intermediarios mediante, la verdulería o supermercado de cada barrio.

 

* Lic. en Trabajo Social y Médico Veterinario. Maestrando en Economía Agroalimentaria con orientación en Desarrollo Rural. Profesor Adjunto en Economía Agraria en Ciencias Veterinarias y Profesor Adjunto en Economía Política en Trabajo Social.  Investigador del IPAF Región pampeana INTA. Coordinador del proyecto “Mercados y Estrategias Comerciales” del INTA.  

** Lic. en Sociología. Profesor de grado y posgrado en las universidades de Moreno y La Plata.  Coordinador de módulo en el proyecto “Sujetos sociales agrarios en procesos de transformción territorial” del INTA.  Miembro de la Cátedra Giberti de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, auspiciada por el Instituto Argentino para el Desarrollo Económico (IADE) y el Centro Cultural de la Cooperación (CCC).

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