No termina, hasta que termina

Ezequiel Kopel


Primero los hechos: Irán lanzó poco mas de una decena de misiles (4 fallaron;) contra la base Al Asad, la más grande dentro de Irak donde se encuentran alojados las tropas estadounidenses. Hubo otro cohete que impactó en el aeropuerto de Erbil en el Kurdistán iraquí que al parecer no fue lanzado por los propios iraníes sino por milicias locales aliadas.

No hubo víctimas estadounidenses y parece -aún no está del todo claro- que tampoco perecieron iraquíes. La primera pregunta que surge es cómo, si Irán conoce cada centímetro de la base de Al-Asad y sus misiles de corto alcance son lo suficientemente precisos para ser dirigidos con exactitud (recordar el ataque al Kurdistan el año pasado que produjo sorpresa hasta en el Pentágono por su precisión quirúrgica), su ataque no produjo ninguna baja del gran Satán. La respuesta no parece muy complicada de dilucidar: si el martes no hubo víctimas estadounidenses, fue simplemente por decisión iraní. No se explica por la falta de capacidad militar de la Republica Islámica de Irán. Habla de que Irán quiso enviar un mensaje al estilo: “Esta es nuestra respuesta ‘oficial’ para no seguir escalando, si no les gusta y nos atacan, tenemos otras peores”.

Cuando en el día miércoles se supo que los iraníes habían avisado con horas de anticipación a sus contrapartes iraquíes de que iban a iniciar el lanzamiento de sus misiles -para que le transmitiesen el mensaje a los estadounidenses-, ya no hubo dudas que la idea iraní era “recuperar el honor” pero no iniciar una espiral sin control. Además, la base elegida es una que no tiene sistema antimisiles como protección por lo tanto los iraníes sabían que sus misiles iban a impactar en el blanco elegido pero también -al no estar cubierta por el sistema Patriot- era mas que seguro que estuviera prácticamente vacía de soldados. La decisión de los ayatollahs fue “doblar pero no romper”.

"LA RESPUESTA NO PARECE MUY
COMPLICADA DE DILUCIDAR: SI
EL MARTES NO HUBO VÍCTIMAS
ESTADOUNIDENSES, FUE
SIMPLEMENTE POR DECISIÓN IRANÍ"

No hace falta ser un gran estratega militar para comprender que Irán quería evitar bajas militares estadounidenses con el fin de saltear guerra sin control donde tiene mucho más que perder que ganar (hoy Irán sufre tanto importantes sanciones económicas como masivas protestas internas). Lo que terminó siendo paradójico es que la respuesta iraní imita casi como un calco el castigo diagramado por Donald Trump cuando atacó al gobierno sirio por el uso de armas químicas en 2018: luego de pronunciar amenazas grandilocuentes contra el régimen sirio, realizó una operación con misiles contra un par de bases que estaban casi vacías; pues antes los estadounidenses habían alertado a los rusos para que le pasasen la noticia del ataque a sus protegidos sirios. En fin, mucho de coreografía y poco de sustancia.

La idea de la respuesta iraní, sin dudas, estuvo bajo estos lineamientos: “golpeamos sus bases para evitar una guerra, no para iniciar una”. Básicamente, Irán le ofreció un camino de salida a Trump (un ataque de alto perfil pero sin víctimas). Otro punto interesante para resaltar es que, técnicamente, Irán atacó territorio iraquí; pues las bases son iraquíes y los estadounidenses están como invitados dentro de ellas (EE.UU. invadió Irak en 2003, se “retiró” 8 años después y volvió invitado en 2014 por el gobierno iraquí para detener el avance del Estado Islámico, que probablemente, si no hubiese enfrentado el poder aéreo estadounidense, habría ocupado Bagdad). Si bien un desprevenido puede señalar que los mismos parlamentarios iraquíes que protestaron contra Estados Unidos por el asesinato de Qasem Suleimani deberían hacer lo mismo por los misiles lanzados desde un territorio extranjero como Teherán, nadie atento espera ninguna declaración de ese tipo debido a que los iraquíes le temen más a la influencia iraní que a la estadounidense (spoiler: no solo el imperialismo es occidental).

"LO QUE TERMINÓ SIENDO PARADÓJICO
ES QUE LA RESPUESTA IRANÍ IMITA
CASI COMO UN CALCO EL CASTIGO
DIAGRAMADO POR DONALD TRUMP
CUANDO ATACÓ AL GOBIERNO SIRIO
POR EL USO DE ARMAS QUÍMICAS EN 2018"

El objetivo declarado y público de la Guardia Revolucionaria iraní es expulsar a los estadounidenses de Irak y la región. Y no es porque sean buenos o anticolonialistas, sino para tratar de dominarla a su antojo sin la intromisión de la potencia mundial que le otorga un escudo protector a sus aliados árabes (hace bien recordar que si hay países autóctonos que quieren a los Estados Unidos fuera de Medio Oriente, debe haber más que los quieren dentro). Pero si llega a materializarse tarde o temprano la retirada estadounidense de Irak, la victoria puede ser pírrica para los iraníes. Sin EE.UU. en la Mesopotamia y con un gobierno chiíta en Bagdad, el ISIS sunita empezará con seguridad su proceso de rejuvenecimiento al estar dadas todas las mismas variables que permitieron su nacimiento: al ocupar Irak, los Estados Unidos alteraron su sistema de gobierno, que pasó de una dictadura encabezada por un líder de confesión sunita a una democracia representativa y sectaria donde los mayoritarios chiítas acapararon todo el poder persiguiendo a los minoritarios sunitas con deseos de revancha. Asimismo, sin los estadounidenses en terreno, la población iraquí solo tendrá una influencia extranjera que resentir… la iraní.

“Banderas, en mi corazón”

Después del asesinato de Suleimani, Trump tuiteó una imagen de la bandera estadounidense. El martes, al producirse el ataque de Irán, un importante oficial de la República Islámica contestó con el dibujo de una bandera iraní como si todo fuera un juego. Más tarde, el miércoles, cuando el ida y vuelta entre Irán y los Estados Unidos había bajado su intensidad, el presidente iraquí compartió en la misma red social una bandera de Irak. El meta mensaje era: “nosotros los iraquíes, quienes desde hace 40 años vivimos guerra tras guerra, somos los más contentos que la disputa no haya desencadenado en una guerra donde nosotros seremos las principales víctimas”.

"TRUMP LE ECHÓ LA CULPA DE TODO
A BARACK OBAMA, OLVIDANDO QUE
EL PROPIO ACUERDO NUCLEAR FIRMADO
POR EL EX PRESIDENTE ERA EL MÁS
CLARO MECANISMO PARA QUE IRÁN NO
ALCANZASE UN ARMA DE DESTRUCCIÓN MASIVA"

Al otro día del ataque iraní, todo el mundo estaba expectante a cómo reaccionaría el componente más delicado de la ecuación para que el intercambio guerrero no pasase a mayores: el propio Donald Trump. En su discurso a la nación norteamericana, el ex broker inmobiliario hizo un poco de pantomima para quedar como el ganador de la pulseada (dijo que no hubo muertos ni grandes daños que desataran la ira de la gran potencia del norte), pero le bajó el tono al enfrentamiento. Trump no quiere empezar una guerra en el medio de su campaña electoral cuando su propio electorado es bastante anti intervencionista. No obstante, en el lenguaje de Trump, disminuir la virulencia significó avisarle a Irán que nunca tendría un arma nuclear mientras él sea presidente. La pregunta que se puede abrir ahora es: si reelige, ¿habrá guerra? ¿Qué hizo ahora? Anunció más sanciones contra los iraníes, invitó a China, Rusia y los países europeos a que se retiren del moribundo Acuerdo Nuclear y, como siempre, le echó la culpa de todo a Barack Obama, olvidando que el propio Acuerdo Nuclear firmado por el ex presidente era el más claro mecanismo para que Irán no alcanzase un arma de destrucción masiva.

La actual administración estadounidense, caótica y reactiva, no tiene ninguna coherencia estratégica vis a vis con Irán. Sin embargo, la cobertura mediática de los últimos días muestran cómo una aversión personal hacia Trump o los Estados Unidos pueden confundir nuestro análisis de lo que realmente está aconteciendo en Medio Oriente. Está claro que el protagonismo de Trump distorsiona nuestra comprensión de una región que es lo suficientemente compleja por sí sola, pero eso no es motivo suficiente para que analistas todo terreno de política internacional (que opinan con la misma seguridad y suficiencia de algo que acontece en Latinoamérica como en Asia) subestimen a la gente de la región con la idea supremacista -a la inversa- de que todo lo malo que acontece en Medio oriente es producto de “Occidente”. No sólo mira de arriba a los locales y piensa -sin decirlo- que los autóctonos no pueden crear sus propios demonios (o disfuncionalidades regionales) bajo un mantra al estilo de “solo nosotros, los occidentales, podemos hacer cosas malas porque ustedes son idiotas  que no pueden hacer nada complejo o maligno”. Entonces si Bin Laden hace un terrible y sofisticado atentado contra los Estados Unidos, se repiten las voces de que todo es un complot de los estadounidenses o que Al qaeda fue financiada por los Estados Unidos (hecho falso). Como si los árabes no pudiesen ser lo suficientemente capaces para crear sus propios demonios e incluso unos muy inteligentes. O si Irán tiene un proyecto hegemónico y actúa agresivamente en la zona, se lo infantiliza argumentando que todo se debe a una reacción a estímulos extranjeros. En todos los casos es igual: el tutelaje supremacista occidental (casi siempre surgido en la izquierda) que intenta explicar todas las acciones locales con prerrogativas extranjeras.

Independientemente de las opiniones infantiles, si alguien cree que Irán ha finalizado sus represalias por la muerte de una de sus figuras militares más importantes, lanzando misiles que no mataron a nadie, entonces no están prestando atención ni han comprendido la naturaleza de la región. Irán tiene muchísimas más cartas -convencionales o no- que puede jugar. En los últimos seis meses, Irán ha derribado el más avanzado drone estadounidense, coordinando un ataque complejo contra refinerías sauditas y ahora disparado misiles balísticos contra las bases que albergan a fuerzas estadounidenses. Acciones sin antecedentes en la historia moderna de Irán. La venganza, como todos sabemos, es un plato que se come frío. O helado.

 

Panamá revista - 9 de enero de 2020

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