Memoria, Verdad y Justicia
Hace diez años, el 10 de diciembre de 1997, en un momento en que la memoria no estaba en la agenda del Estado y en que aún regían las leyes de impunidad, tras la aprobación de la Constitución que dio a los porteños una institucionalidad propia e independiente, los organismos de derechos humanos iniciamos el proceso para que esta Ciudad Autónoma asumiera una política pública de memoria que reconociera a las víctimas del terrorismo de Estado. Nos dirigimos a los legisladores electos por primera vez en el marco de esta Constitución, para presentarles una iniciativa destinada a construir en las márgenes del Río de la Plata un Monumento y un Parque de Esculturas para recordar y reivindicar a las víctimas del terrorismo de Estado.
Pocos meses después, la primera Legislatura elegida en la ciudad de Buenos Aires aprobaba la ley que determina la creación del Parque de la Memoria y del Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado. La ley creó también nuestra Comisión Pro Monumento, una entidad de nuevo tipo, con participación de los poderes Ejecutivo y Legislativo de la ciudad, de la Universidad de Buenos Aires y de organismos de derechos humanos, pionera en el país como modelo de gestión participativa.
La Comisión convocó a un concurso internacional de obras de arte en el que se presentaron 665 proyectos. Fueron elegidos doce, más otras seis obras de artistas reconocidos por su compromiso en la lucha por los derechos humanos invitados por la Comisión. El arte contemporáneo está presente porque apela al mismo tiempo a la sensibilidad y a la razón.
Se armó un equipo que trabajó durante seis años en la confección de la lista de nombres para incluir en el Monumento siguiendo un procedimiento estricto de verificación. Son los nombres de las víctimas del terrorismo de Estado, de los detenidos-desaparecidos, de los asesinados y de los caídos en combate. El Monumento incluye los nombres de los desaparecidos y asesinados en Argentina de cualquier nacionalidad, y los de los argentinos secuestrados y asesinados en el extranjero por las fuerzas represivas de la dictadura, en el marco del Plan Cóndor.
La arquitectura del Monumento traza una marca sobre el territorio de nuestra pampa en su confluencia con el río. La obra modifica el terreno y recupera la barranca ribereña, horadándola con la traza del Monumento. Una herida que no cierra avanza sobre la colina y se abre sobre el río, el mismo al que arrojaron a miles de personas. El Río de la Plata nos da el nombre de rioplatenses, define nuestra identidad, una identidad cargada de dolor que este parque contribuirá a transformar ayudándonos a comprender nuestra historia para transmitirla a nuestros hijos. Para que las nuevas generaciones de argentinos puedan aprender de nuestra experiencia y entender desde las entrañas la magnitud del terrorismo de Estado.
Memoria, Verdad y Justicia han sido los ejes centrales de construcción política de las organizaciones de derechos humanos de nuestro país en sus largos años de lucha. La forma que adquiere en este caso la Memoria es la de un Monumento a las víctimas. Esta obra deja claro, piedra sobre piedra que no los olvidamos y que reivindicamos su lucha y su compromiso de pelear por una Argentina justa y solidaria. Con alegría inauguramos este Monumento, porque los nombres que lo forman están presentes, están entre nosotros, no han sido olvidados. Están en cada nieto recuperado, en cada ronda de los jueves en la Plaza, en cada joven que se compromete activamente con una militancia social, estudiantil, política o cultural, en cada persona que trabaja para lograr que los ideales de justicia, igualdad y solidaridad por los que vivieron y lucharon sean una realidad.
Memoria, en la que este Monumento da un paso fundamental, al identificar en cada nombre a un caso único, una vida, una familia, un proyecto truncado. Cada nombre está escrito en un ladrillo único de piedra de pórfido de la Patagonia. Las piedras se pueden tocar y se dispuso que estén a la altura a la que puede llegar el brazo extendido de una persona de mediana estatura. Cada nombre se integra en un conjunto, en una generación, en miles de personas reales que vivieron y que encuentran en el Monumento una unidad y un reconocimiento, un único nombre común, y la posibilidad de narrar desde su silencio la historia de todos.
Verdad, en la que se ha venido trabajando año tras años, en los testimonios, en los Juicios de la Verdad, en la persistencia de los testigos, en el relato de los sobrevivientes. Verdad que siempre hemos reclamado y seguimos reclamando. ¿Qué pasó con cada uno? ¿Dónde están sus restos? ¿A quién le entregaron a los niños? ¿Cómo los llaman ahora? ¿Quién fue el responsable en cada caso? ¿Quién dio la orden? ¿Quién la ejecutó?
Y Justicia. Una Justicia que ha sido lenta, y que avanza tras la anulación y declaración de inconstitucionalidad de las leyes de impunidad. Queremos más justicia, más celeridad en su trabajo, más juicios, más testimonios, más condenas. Queremos justicia en todas las causas, con todos los recursos del Estado aplicados a acelerar los procesos. Queremos que el Nunca Más no sea una expresión de deseos, sino un logro concreto, material, tangible, un logro real de nuestro pueblo, un aprendizaje y un ejemplo.
*Marcelo Brodsky se formo como fotógrafo en el Centro Internacional de Fotografía en España. Miembro del organismo de derechos humanos Buena Memoria y de la Comisión pro Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado.
Extracto del discurso leído ayer en nombre de los organismos de derechos humanos que integran la Comisión pro Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado.
Fuente: [color=336600]Página 12 – 08.11.2007[/color]