¿Sirven los modelos macroeconómicos tradicionales para formular política económica en la Argentina?

Los países centrales enfrentaron la crisis de 2008 con políticas (en particular, monetarias) casi idénticas y lograron resultados similares y en tiempos similares. Esto avalaría el hecho de que los modelos macroeconómicos tradicionales (keynesiano y neoclásico), originados en Inglaterra y Estados Unidos, son apropiados, sin ajustes ni restricciones, para formular política económica en todos los países centrales.

Avances de la década (y problemas del quinquenio)

Los desarrollos macroeconómicos impulsados durante 2002-2003, ratificados y profundizados luego por las tres administraciones elegidas por el voto ciudadano después del derrumbe de 2001 han sido -más allá de los errores- muy eficaces para asegurar una recuperación económica sostenida; una notable mejora del nivel, la calidad y la retribución del empleo; una gran disminución de los niveles de pobreza e indigencia; y, además, una mejora significativa en la distribución de los ingresos. En sólo tres años, se alcanzaron los niveles de actividad económica previos a la debacle y hacia el Bicentenario (2010) Argentina pudo mostrar una situación laboral más parecida a la predominante un cuarto de siglo atrás que a la heredada de la caída del 2001.

Keynes, Minsky, Palley: determinación y financiamiento de la inversión, y redistribución del ingreso

El trabajo reúne tres grandes desarrollos en la macroeconomía: la Eficacia Marginal del Capital, de Keynes, que establece el volumen de inversión que desean las empresas; la Hipótesis Financiera de Minsky, que indica cuánta inversión en definitiva se puede financiar; y los Aspectos Redistributivos en la determinación del ingreso, que es una antigua preocupación de los clásicos, revalorizada por Palley. Por otra parte, el trabajo apunta, conforme la propia preocupación de este último autor, a reunir estos tres grandes lineamientos en un único marco analítico.

Macroeconomía para el desarrollo: políticas anticíclicas y transformación productiva

Ensayo basado en la Conferencia magistral realizada en la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (cepal), en Santiago de Chile, el 12 de abril de 2011, en el marco de la Décima Cátedra Raúl Prebisch.

En este ensayo se argumenta que la clave de una acertada macroeconomía para el desarrollo es la combinación de buenas políticas anticíclicas con una estrategia activa de diversificación productiva, dos conceptos que tienen profundas raíces en el pensamiento de la cepal. La política anticíclica debe enfrentar los retos que implican los agudos ciclos de financiamiento externo y las acentuadas fluctuaciones de los precios de productos básicos. La política fiscal es fundamental, pero debe estar acompañada de una política monetaria y cambiaria igualmente anticíclica. A la luz de la experiencia del último decenio, ello parece posible con regímenes cambiarios intermedios en conjunto con políticas macroprudenciales, que incluyen regulaciones a los flujos de capital.

A su vez, la estrategia de desarrollo productivo debe fomentar las actividades innovadoras que generan encadenamientos productivos. La innovación debe entenderse en un sentido amplio, pero su prueba decisiva es la capacidad de acumular capacidades tecnológicas.

La industria argentina en las últimas décadas: una mirada estructural a partir de los datos censales

La reciente publicación de los tabulados básicos del Censo Nacional Económico realizado entre 2004 y 2005 (con datos referidos al año 2003), brinda elementos de juicio suficientes como para encarar un análisis estructural de la industria argentina. En ese marco, de cotejar tal información con la de los relevamientos censales de 1973, 1984 y 1993 se puede acceder a una visión panorámica de los principales cambios registrados en el sector fabril local en el transcurso de las tres últimas décadas.

Se trata de un horizonte temporal interesante dada su contemporaneidad con cambios sustantivos en el entorno macroeconómico en el que se inscribe el desenvolvimiento industrial y, con ello, en el interior de la propia actividad manufacturera.

El quiebre del proceso sustitutivo, que hasta mediados del decenio de 1970 y al cabo de más de cuatro décadas había tenido al sector fabril como eje ordenador y dinamizador de la economía en su conjunto, devino en una prolongada fase de hegemonía de la valorización financiera y el ajuste estructural, como régimen económico dominante en el que la industria asistió a una profunda y muy heterogénea reestructuración tecnoproductiva, organizativa y en las formas de articulación del tejido fabril. En otras palabras, a un complejo y generalizado redimensionamiento de laactividad inscripto en un intenso proceso de desindustrialización y reestructuración regresiva sectorial.