La economía europea empeora pero sus líderes no se ponen de acuerdo
Un número creciente de estrategas y asesores sostienen que es el momento de realizar una ofensiva coordinada que abarque medidas enérgicas del BCE, un aumento de la inversión de Alemania e instituciones de la Unión Europea y reformas más audaces en Francia e Italia.
"Necesitamos un gran acuerdo en el que los gobiernos nacionales entiendan que la política monetaria sólo podrá dar frutos si es acompañada de reformas estructurales y una política fiscal responsable", incluyendo una menor austeridad en Alemania, señala Marcel Fratzscher, director del Instituto Alemán de Investigación Económica, un centro de estudios de Berlín sin afiliación partidista.
No obstante, funcionarios y economistas advierten que incluso una ofensiva coordinada de esta naturaleza podría no ser suficiente para acelerar el crecimiento de la zona, tomando en cuenta los arraigados problemas del bloque. Mientras tanto, los riesgos de una recesión en el corto plazo y un declive de más largo plazo aumentan, según muchos.
Una caída de 1,8% en la producción fabril en agosto, reportada el martes, fue el indicio más reciente de que el bloque de 18 países podría haberse contraído en el tercer trimestre, luego de un declive en el segundo trimestre.
No es lo único. El gobierno alemán redujo sus proyecciones de crecimiento mientras que las cifras de inflación fueron más débiles de lo previsto en Francia y Reino Unido, que no utiliza el euro pero está expuesto a las dificultades del bloque.
El BCE, que siente presión para comprar activos financieros a gran escala para reanimar tanto el crecimiento como la in-flación, no está seguro de que tal medida surta efecto si se realiza en forma aislada y teme una reacción negativa en Alemania. La entidad preferiría acompañar la compra de activos con otras iniciativas que acarrean riesgos si los gobiernos realizan políticas complementarias para estimular sus economías, dicen fuentes cercanas. Los líderes nacionales, sin embargo, no se ponen de acuerdo sobre qué medidas implementar.
El gobierno de la canciller alemana, Angela Merkel, rechazó el martes los llamados para aumentar el gasto y aplazar la meta de equilibrar el presupuesto del próximo año en medio de la creciente evidencia de una desaceleración en la mayor economía europea. Alemania también ha dejado en claro que no cree que haya necesidad de que el BCE emprenda medidas nuevas y experimentales.
Mientras tanto, Francia e Italia se están demorando mucho más de lo que le gustaría al BCE y a Alemania en poner en marcha iniciativas como una reforma del mercado laboral y una reducción de los trámites burocráticos. Sin embargo, están presionando al banco central y a Alemania para que hagan más para impulsar la demanda en Europa. "Mi temor, compartido por muchos, es que si no adaptamos (las políticas económicas de la zona euro) terminaremos en un período prolongado de. crecimiento muy bajo e inflación muy baja", manifestó el lunes el ministro francés de Finanzas, Michel Sapin, en una reunión de ministros de Hacienda en Luxemburgo. "Corremos el riesgo de ingresar en un período a lo Japón que causaría mucho daño a nuestras economías. y nuestros presupuestos", agregó Sapin, en alusión a los largos años que Japón ha combatido la deflación y un crecimiento anémico.
El ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, criticó duramente los llamados para que Berlín eleve el endeudamiento y la inversión pública que escuchó durante las reuniones del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial realizadas la semana pasada en Washington. "Lo peor que podríamos hacer es repetir los errores del pasado" de depender de la deuda pública para propulsar el crecimiento, aseveró el martes. El gobierno alemán prevé una expansión de 1,2% este año y de 1,3% en 2015, un descenso frente a proyecciones anteriores cercanas a 2%. La desaceleración "no es agradable. pero no es razón para hablar de una crisis", dijo Schäuble.
Fratzscher, por su parte, reconoció ser "relativamente pesimista" respecto de un cambio de curso de Alemania o de que Francia o Italia emprendan reformas económicas con mayor determinación. La voluntad política para el cambio "sólo aparece cuando estás entre la espada y la pared", señaló.
La tranquilidad que ha imperado en los mercados de renta fija en los últimos dos años ha eliminado la sensación de urgencia en los debates europeos sobre las reformas, luego de que las alzas en las tasas de interés de largo plazo entre 2010 y 2012 amenazaran con hacer añicos la zona euro. Aunque tal peligro quedó atrás, la economía europea aún no se recupera del todo de la crisis financiera de 2008 y la posterior recesión.
Un crecimiento prácticamente nulo, una tasa de desempleo de dos dígitos y una inflación que en septiembre llegó a 0,3% en 12 meses muestran que la zona euro sufre de una falta de demanda, además de numerosos problemas estructurales en ámbitos como la regulación, la tributación y el sistema bancario.
La inflación se ubica muy por debajo de la meta del BCE, de poco menos de 2% en 12 meses, y los inversionistas creen que el organismo no tendrá más remedio que empezar a comprar valores a gran escala, incluyendo bonos soberanos, una política conocida como relajamiento cuantitativo.
Algunos funcionarios del banco central temen que esta intervención será menos efectiva en la zona euro que en Estados Unidos o Gran Bretaña debido a un sistema financiero más fragmentado, una dependencia en el crédito bancario más que en los mercados de capitales y el hecho de que los rendimientos de la deuda soberana de la zona euro ya alcanzaron niveles muy bajos. De todos modos, el BCE probablemente no tiene más alternativa que comprar activos si aumenta el riesgo de deflación.
Mario Draghi, presidente del BCE, ha insinuado que la postura fiscal de la zona euro es demasiado austera tomando en cuenta la debilidad de la economía y ha advertido que la política monetaria no puede hacer todo el trabajo pesado por su cuenta.
La Nación - 15 de octubre de 2014