La crisis que viene y el auge del nacional-liberalismo

Henri Wilno


Los principales dirigentes políticos y económicos del planeta esperan y se preparan, de una forma u otra, para una fuerte desaceleración del crecimiento económico, que podría estar acompañada de una crisis financiera.

El tema de la crisis está en todas partes: en la prensa y en una gran cantidad de textos de análisis económico, pero a menudo sin especificar de qué se trata exactamente. A veces se hace referencia a lo que varios economistas han llamado estancamiento secular: un estado de agotamiento del crecimiento, con recesiones periódicas, una de cuyas versiones enfatiza que la revolución digital, a pesar de las apariencias, no genera aumentos significativos de productividad 1/. Entre los marxistas, este análisis a veces se superpone con la teoría del capitalismo de las ondas largas desarrollada por Ernest Mandel, una de cuyas propuestas fundamentales es que la historia del capitalismo está marcada por una sucesión de largos períodos, con características específicas, que hace alternar fases expansivas y fases recesivas 2/. Estaríamos en una fase recesiva marcada por un crecimiento globalmente débil y caótico. También se ha desarrollado la idea de que la producción capitalista se enfrenta en lo sucesivo a barreras que no puede o ya no puede superar en adelante, particularmente, en la destrucción de los equilibrios eco-sistémicos, en particular, la biosfera. Esta importante tesis la defiende en especial François Chesnais 3/.

Estas dos cuestiones, especialmente la segunda, son serias y decisivas, pero este texto se centra en la actualidad inmediata: el análisis de la crisis que viene en el sentido de una desaceleración neta en el crecimiento del PIB, eventualmente acompañada de una caída de los mercados financieros. Este tipo de crisis que periódicamente regresa bajo el capitalismo puede ser más o menos grave.

¿Dónde está la economía global?

Esquemáticamente, podría haber tres escenarios:

  • Un crecimiento más lento (eventualmente acompañado de una caída de las Bolsas);

  • Una crisis financiera y una recesión puntual (es decir, un crecimiento negativo en un número significativo de países capitalistas);

  • Una crisis financiera con una profunda recesión.

La economía mundial ya está en el primero de los escenarios: todos los indicadores marcan una contracción en el crecimiento. La cuestión es saber si de esta coyuntura pueden emerger los escenarios 2 y 3. No se puede “entender cada crisis concreta más que en la relación que mantiene con el desarrollo de la sociedad global” (Paul Mattick, Crises et théories des crisis, 1974, citado por François Chesnais). Por lo tanto, es insuficiente, al menos es lo que se defiende aquí, repetir verdades dogmáticas sobre el hecho de que las crisis son inevitables bajo el capitalismo, o contentarse con examinar las variaciones en la tasa de beneficio (incluso aunque sea esencial tratar de aprehenderlas). Con mayor motivo, contrariamente a lo que hacen los medios de comunicación todos los días, no se trata de centrarse en las finanzas, ni de atribuir la desaceleración del crecimiento a las iniciativas proteccionistas de Trump.

Trump no es un elefante que devastaría una floreciente tienda de porcelana. Los procesos acumulativos que conducen a un crecimiento más lento marcan el movimiento de la economía global. En julio pasado, el FMI (Fondo Monetario Internacional) revisó nuevamente, por cuarta vez en un año, sus pronósticos a la baja. El 19 de septiembre, la OCDE (la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, el otro gran observatorio capitalista mundial) fue en la misma dirección y ahora apuesta por un crecimiento global del 2,9% este año y el 3% el próximo año. Este es, para citar el informe, el “crecimiento más débil desde la crisis financiera, con riesgos que continúan aumentando”.

  • La situación de Estados Unidos es incierta, pero el pesimismo está creciendo.

  • La eurozona está globalmente cayendo o incluso se encuentra al borde de la recesión (es decir, del paso hacia un crecimiento negativo). La producción industrial ha caído un 1,6% en junio de 2019 en comparación con junio de 2018 y la tendencia a la baja continúa. Alemania se ve particularmente afectada con una caída del PIB del 0,1% en el segundo trimestre de 2019. Italia también está en una situación difícil. En Francia y España, el crecimiento se está debilitando pero sigue siendo positivo.

  • También en China el crecimiento se está desacelerando a pesar de las repetidas medidas para apoyar la economía.

  • Brasil sigue en el marasmo y Argentina se encuentra en neta recesión.

  • Solo algunos países en situación de convergencia (como India, Vietnam...) mantienen el crecimiento por ahora (aunque India ve que su crecimiento se desacelera) sin apenas nubes (aparte de la desigualdad y los daños ambientales). El comercio internacional también está experimentando una marcada desaceleración: el crecimiento del volumen de los intercambios pasaría del 3,7% en 2018 al 2,5% en 2019.

La sobreproducción es obvia en la industria del hierro y el acero. Arcelor-Mittal estima entre el 1 y el 2% la disminución del mercado europeo del acero en 2019. La industria automotriz sigue siendo el sector industrial más importante del capitalismo global y sus evoluciones son significativas de la tendencia general 4/. Se espera una disminución de alrededor del 3% en la producción automotriz mundial en 2019. A continuación habría un período de letargo que solo permitirá un retorno a la producción superior a la de 2018 en 2022. China, el mercado más grande del mundo, caería a menos de 25 millones de vehículos en 2019, equivalente a una disminución del 6% desde su máximo de 2017. Las tasas de beneficio de los últimos años no parecen haber vuelto a su nivel de 2007.

El incremento de la tasa de explotación es hoy el principal instrumento de lucha del capital para salvaguardar los beneficios. Los salarios se estancan (excepto los de las categorías superiores y de sectores particulares) en las economías desarrolladas (incluidas aquellas con bajas tasas de desempleo como Alemania y Estados Unidos). Los Estados también desempeñan su papel de muletas del capital: en Estados Unidos (y otros países), los recortes de impuestos corporativos han respaldado los beneficios (después de impuestos), y en los últimos trimestres la tasa de beneficio parece haber caído en Estados Unidos. Esto pesará en la inversión que, en cualquier caso, debería sufrir las consecuencias de la incertidumbre del clima económico y geopolítico (disputa comercial entre Estados Unidos y China, Brexit...).

Los beneficios de las empresas se han utilizado ampliamente para operaciones de fusión, recompra de acciones y distribución de dividendos, o para permanecer en inversiones líquidas, mientras que la inversión privada sigue siendo limitada. La inversión pública está limitada por las políticas de austeridad. El capitalismo está más financiarizado que nunca. Los activos financieros continúan creciendo después del shock de 2007-2009. Los precios de las acciones parecen desconectados de los resultados reales de las empresas. Actualmente, los mercados financieros están a merced de los anuncios estadounidenses y de las incertidumbres internacionales. Los tipos de interés van claramente a la baja o incluso son negativos. Hoy, estos tipos muestran una aparente irracionalidad: se han hundido y los tipos a medio y largo plazo tienen tendencia a ser más elevados que los tipos para los títulos a corto plazo.

De vuelta a 2008-2009

Para comprender esta situación, debemos volver al 2008-2009. En los últimos diez años, los bancos centrales han vertido liquidez gratuita o casi gratuita a los bancos. De hecho, una vez pasado el punto álgido de la crisis, fueron quienes aseguraron el pilotaje de las economías. De hecho, en 2008-2009 y en adelante, tres factores hicieron posible evitar el colapso del sistema bancario y de las economías de los grandes países capitalistas:

  • En un primer momento, los Estados incurrieron en gastos (apoyo a los bancos, a las empresas, algunas medidas sociales) o no compensaron las pérdidas de ingresos o del aumento de los gastos (por ejemplo de las prestaciones de desempleo) a través de impuestos adicionales. Eso dio lugar a un aumento de la deuda pública.

  • Pero muy rápidamente, en la mayoría de los países capitalistas, se dio el reequilibrio fiscal: en la zona euro (en el marco de los tratados aún reforzados en 2012), mientras que en Estados Unidos los Republicanos bloquearon todas las iniciativas presupuestarias bajo la Presidencia de Obama.

  • Los bancos centrales asumieron el control bajando los tipos de interés y aplicando políticas de flexibilización cuantitativa (QE); es decir, comprando títulos de deuda pública u obligaciones de las empresas. La QE tiene como objetivo alentar a los bancos a que concedan nuevos préstamos para impulsar la producción y el empleo con más facilidad. La QE aumenta así la cantidad de dinero en circulación que, en teoría, tiene el efecto de relanzar la economía y evitar cualquier riesgo de deflación (caída descontrolada de los precios).

  • Estas políticas han evitado el colapso, es decir, una purga del sistema por numerosas quiebras de bancos y empresas. Pero las economías capitalistas no han salido realmente del atolladero y el remedio tuvo un coste en términos de crear las condiciones para las burbujas financieras: las sumas vertidas han alimentado la especulación del mercado de valores.

  • Por último, está el otro factor que ha jugado un papel de sostén las economías de los países de la OCDE: China, cuyas importaciones crecieron fuertemente y cuyas operaciones de subcontratación e inversión han permitido sostener los beneficios de las empresas de la OCDE. Entre 2007 y 2018, las importaciones chinas se duplicaron, es decir una progresión mucho más rápida que el comercio mundial. Las exportaciones estadounidenses a China aumentaron un 86% en diez años, y durante el mismo período, las exportaciones al resto del mundo crecieron solo un 21%.

Al mismo tiempo, el mundo estaba cambiando: China aumentaba sus exportaciones y recuperaba (de manera desigual según los sectores) su atraso tecnológico... Hoy, la desaceleración de la economía china afecta a la coyuntura global y más específicamente a ciertos países: Alemania entre los países de la OCDE y a los exportadores de productos básicos.

Un sistema financiero a merced de la situación económica

Desde 2015, los bancos centrales han tratado tímidamente de restringir las políticas aplicadas desde la crisis (bajos tipos de interés y flexibilización cuantitativa), pero eso no ha durado porque, de alguna manera, la economía capitalista está drogada con los bajos tipos de interés y las liquideces derramadas por los bancos centrales. En 2019, ante la desaceleración económica, muchos bancos centrales de todo el mundo redujeron sus tipos. La FED [Reserva Federal, Banco Central de los Estados Unidos, ndt] lo hizo el 31 de julio y el BCE el 12 de septiembre. También se anuncia la recuperación de la QE. El sistema financiero es frágil. El endeudamiento de los Estados y especialmente de las sociedades no financieras (las empresas) ha aumentado nuevamente. El importe mundial de las obligaciones emitidas por las sociedades no financieras en circulación alcanzó un récord cercano a los 13 billones de dólares USA a fines de 2018; esto es el doble de lo que era antes de la crisis de 2008. Las obligaciones (títulos de préstamo) emitidos por las empresas son de calidad variable, lo que podría conducir a un aumento de los impagos en caso de una recesión económica. Desde 2008, ha habido una proliferación de lo que las organizaciones internacionales llaman empresas zombis que solo sobreviven mediante el endeudamiento y aprovechando los bajos tipos de interés: su participación sería del 6% en promedio en los 14 principales países desarrollados. Por lo tanto, actualmente el principal elemento de fragilidad del sistema es probablemente la deuda de las empresas, que podría desatar una crisis bancaria en caso de una desaceleración económica prolongada. Finalmente, lo que se llama la banca en la sombra, es decir, la finanza no sujeta a la regulación bancaria (lo que no significa que realicen necesariamente operaciones ilegales) ha progresado considerablemente, especialmente en China. A finales de 2017, representaba el 14% de los activos financieros mundiales.

A mediados de septiembre se dio una ilustración adicional de la fragilidad del sistema financiero: el martes 17 de septiembre de 2019, la Reserva Federal de Estados Unidos ha inyectado 53 mil millones de dólares a los bancos ya que los tipos de interés en el mercado interbancario (el mercado en el que los bancos se prestan dinero entre sí en el día a día) había aumentado bruscamente hasta el 10%. La Reserva lo volvió a realizar en los días siguientes y así vertió otros 300 mil millones de dólares. Lo más llamativo es que los funcionarios de la FED se cuestionan sobre las raíces de este brote de fiebre. Este tipo de intervención hace pensar en el mes de septiembre de 2008, cuando los grandes bancos en plena descomposición cesaron de prestarse mutuamente el dinero (lo que notablemente provocó la quiebra de Lehman Brothers) y debieron llamar a la ayuda de los bancos centrales 5/.

¿Un capitalismo desarmado ante una nueva crisis?

Así pues, no solo se perfila una fuerte desaceleración en las economías sino que hay elementos de una crisis financiera. Numerosos economistas argumentan que si se produjera un nuevo colapso financiero, los Estados tendrían menos recursos que en 2008 para hacer frente al mismo: las deudas públicas ya son elevadas (lo que prohibiría aumentar los déficits presupuestarios) y los tipos de los bancos centrales ya no podrían caer más, salvo marginalmente 6/. Esta hipótesis de la impotencia de los Estados es discutible: si una crisis pusiera en grave peligro la estabilidad económica, se puede pensar que los Estados y los bancos centrales no dudarían en superar esas constricciones, incluso disgustando a los más liberales, y pondrían en marcha soluciones heterodoxas. Además, el viento va hacia las interrogaciones y los debates, incluso entre los economistas ortodoxos, académicos y asesores de organizaciones económicas internacionales. Las ideas florecen: BlackRock (gigante estadounidense de gestión de activos: 68 billones de dólares invertidos en empresas 7/) ha trabajado con renombrados ex banqueros centrales. Su solución, hecha pública este verano, es que los bancos centrales creen fondos de apoyo que distribuyan dinero a las empresas y particulares (a través de préstamos perpetuos a tipo cero) 8/.

También estamos presenciando el retorno de ideas hasta ahora marginales, especialmente la teoría monetaria moderna, que profesa la posibilidad de liberarse de la restricción de la deuda sobre el gasto público, especialmente con el objetivo de financiar los gastos ecológicos y crear empleos (de ahí su moda en la izquierda demócrata estadounidense) 9/. Estas ideas son un síntoma de la búsqueda de márgenes de maniobra. Como hemos visto, en el futuro inmediato los bancos centrales están en alerta y han regresado a tipos de interés más bajos y a recomprar títulos. En cuanto a China, ha anunciado varias medidas para apoyar la economía desde principios de año. A nivel presupuestario, la situación en Estados Unidos ha cambiado con Trump, que ha bajado masivamente los impuestos de los ricos y las empresas; de ahí un aumento en el déficit ahora aceptado por los Republicanos. Fue adoptado en julio pasado con la bendición presidencial a un presupuesto consensuado entre republicanos y demócratas que aumenta el gasto militar y amplía aún más el déficit presupuestario y la abismal deuda de los Estados Unidos. Trump mantiene un curso perfectamente neoliberal en temas sociales y fiscales, pero en otros terrenos no duda en maltratar lo que ha sido la ortodoxia económica desde aproximadamente cuatro décadas.

  • Relativiza la preocupación por los equilibrios presupuestarios. No solo ha presionado por un presupuesto que aumenta el déficit, sino que a mediados de agosto, su administración sugiere que se consideren nuevos recortes en los impuestos y las cotizaciones a la seguridad social en caso de desaceleración económica.

  • Desprecia la independencia del banco central y no duda en amonestarlo públicamente para alentarlo a reducir aún más los tipos de interés.

  • Desafía la retórica sobre los beneficios del libre comercio y el multilateralismo comercial. El objetivo clave es limitar el déficit comercial de Estados Unidos, frenar la transferencia de tecnología estadounidense a China y continuar demostrando el poderío militar estadounidense en la región de Asia-Pacífico.

  • Finalmente, Trump tiene una visión competitiva de las políticas monetarias. Multiplica las acusaciones contra China e incluso la zona euro y exige a la FED que responda.

¿Pilota alguien el avión mundial?

La actual evolución de Estados Unidos no corresponden a una simple moda de Trump y a su deseo de ganar las próximas elecciones presidenciales: es básicamente la expresión de un rechazo del relativo declive del imperialismo estadounidense frente a China. Pero esto plantea otra cuestión: ¿existe un piloto en el avión mundial para lanzar acciones coordinadas? El economista estadounidense Charles Kindleberger proporcionó hace unas décadas 10/ un análisis interesante de por qué la crisis de 1929 fue tan larga y profunda: para él, se debió a las dudas de Estados Unidos a asumir la cabeza de la economía mundial cuando, después de la Primera Guerra Mundial, Gran Bretaña ya no podía asumir ese papel. Para Kindleberger, la economía mundial capitalista necesita un estabilizador, un Estado pivote. Tras Kindleberger, otros economistas han definido las características que debería tener ese Estado: la capacidad de crear estándares internacionales y hacerlos cumplir, la voluntad de hacerlo, un predominio en el terreno económico, tecnológico y militar. Cabe señalar que Trotsky también enfatizó la importancia de las relaciones internacionales en 1921 en su Informe sobre la situación económica mundial 11/: “Las relaciones internacionales obviamente juegan un papel muy importante en la vida del mundo capitalista. [...] La aguda crisis, consecuencia del estrechamiento del mercado mundial, hace que la lucha entre los estados capitalistas sea extremadamente áspera, alterando el equilibrio de las relaciones internacionales. ¡No es solo Europa, es todo el mundo el que se está convirtiendo en un manicomio! En estas condiciones, ya no se puede hablar de la restauración del equilibrio capitalista”.

Estados Unidos ha desempeñado un papel estabilizador en el capitalismo desde la Segunda Guerra Mundial (y ha sacado ventaja de ello). Hoy, Trump está haciendo todo lo posible para defender el status y los intereses del capitalismo estadounidense. A veces retrocede o temporiza, pero el clima de incertidumbre es cada vez más claro. Por lo tanto, es dudoso que en caso de una nueva crisis financiera Estados Unidos tenga la oportunidad y la voluntad de reunir al resto de Estados capitalistas bajo su liderazgo, o incluso de evitar intentos de cooperación... Podría ser (como fue el caso en 1929, y sin querer asimilar las dos situaciones) un factor importante de profundización de la crisis. “La cooperación global se está deteriorando”, declaró Benoît Coeuré, uno de los miembros más influyentes de la Junta Ejecutiva del Banco Central Europeo, a inicios de julio. Y agregó: “El tipo de acción coordinada, como la que vimos en 2008, sería mucho más difícil de implementar hoy. No estoy diciendo que sería imposible, pero sería más difícil” 12/.

“El futuro es de los patriotas”

La próxima crisis podría ser la del fin del mundo del multilateralismo y el fin de la llamada armonía resultante de la globalización. Después de la crisis de 2007-2008, las burguesías y los gobernantes se aferraron al plan económico de la globalización neoliberal (al tiempo que reforzaban los aspectos securitarios y antiinmigrantes de la gestión del orden social). Hoy, están cambiando, de manera desigual y diferenciada, en todos los Estados. En un libro publicado en 2017, J.F. Bayart 13/ propuso el concepto de "nacional-liberalismo"para caracterizar el marco en el que actúan hoy una gran parte de los dirigentes actuales, independientemente de sus diferencias y sus conflictos: se reclaman a la vez de la economía global y de la soberanía nacional e intentan ocultar la contradicción mediante discursos musculados. “El futuro es para los patriotas”, dijo Trump en la tribuna de la ONU el 24 de septiembre; no es el único que acampa en esta postura. Sin duda, la desglobalización no está en el horizonte, pero Estados va a dar un giro en el juego y los parámetros geopolíticos pesarán más en el comercio y las inversiones internacionales.

Por tanto, las estructuras de producción e intercambio, los niveles de interdependencia económica no volverán a ser lo que eran antes de principios de los noventa. Las empresas siempre buscan reducir sus costes fabricando donde sea más barato, menos enmarcado, menos ecológico... Las cadenas de valor (es decir, la forma cómo las empresas organizan las fases de una actividad para hacer frente a la competencia y maximizar sus beneficios) por el momento se han reorganizado solo marginalmente (con, por ejemplo, transferencias de China a Vietnam). Finalmente, como se ha enfatizado ampliamente en otros documentos 14/, los riesgos geopolíticos de todo tipo están creciendo: nacionalismos, rechazo de los inmigrantes, reanudación de la carrera armamentista, refuerzo del autoritarismo, una burguesía aferrada a la defensa del orden social, perspectiva de una parálisis y un posible repunte de la crisis europea, más allá del Brexit, etc. Para concluir:

  • Está en marcha una desaceleración significativa en el crecimiento económico y tendrá implicaciones en términos de aumento del desempleo y de ataques redoblados a los derechos de los trabajadores y trabajadoras y a las conquistas sociales en general;

  • Es probable una crisis financiera en un horizonte bastante corto;

  • Está en marcha la gran transformación de las reglas del juego internacionales y de los Estados.

Es obvio que, como siempre, el curso de los acontecimientos dependerá de las resistencias sociales y políticas.

Notas:

1/ “Stagnation séculaire ou croissance numérique?”, Michel Husson, Analyses et Documents Économiques n° 122, juin 2016, http://hussonet.free.fr/ade122.pdf

2/ “Las ondas largas del desarrollo capitalista. Una interpretación marxista”, Ernest Mandel, Siglo XXI editores, 1986.

3/ “¿Ha topado el capitalismo con límites infranqueable”, https://vientosur.info/spip.php?article12231.

4/ “Auto-Crash. L’industrie automobile au cœur de la crise à venir”, Winfried Wolf, A l’Encontre, 5 de septiembre 2019, https://alencontre.org/ecologie/auto-cra…

5/ “Panique à la Réserve Fédérale et retour du Credit Crunch sur un océan de dettes», Éric Toussaint, 19 de septiembre de 2019, http://www.cadtm.org/Panique-a-la-Reserv…

6/ Además, la concentración del sistema bancario ha aumentado desde el 2008 tanto en Estados Unidos como en Europa. Se han desarrollado los mastodontes bancarios. Salvar a esos bancos supondría movilizar considerables recursos.

7/ BlackRock es el primer accionario de una sociedad estadounidense sobre cinco. En 2016, BlackRock era accionario de 18 sociedades del CAC 40.

8/ “La proposition choc de BlackRock pour affronter la prochaine crise”, Les Échos, 23 de agosto de 2019.

9/ Ver https://blogs.alternatives-economiques.f…. Y https://www.liberation.fr/debats/2019/04…

10/ La Grande Crise mondiale 1929-1939, primera edición estadounidense 1973.

11/ https://www.marxists.org/francais/trotsk…

12/ “Le repli sur soi entame les marges de manœuvre des banques centrales”, Les Échos, 2 de julio de 2019

13/ Jean-François Bayart, “L’impasse nationale-libérale – Globalisation et repli identitaire”, La Découverte, 2017.

14/ “Mondialisation capitaliste, impérialismes, chaos géopolitique et leurs implications», résolution de la IV° Internationale, 2018, https://www.europe-solidaire.org/spip.php?article44140#outil_sommaire_1 [Un comentario sobre la problemática tratada en esta resolución se puede ver en el artículo de Pierre Rousset, publicado en castellano, aquí].

 

Viento Sur - 28 de octubre de 2019

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