La industria argentina frente a los nuevos desafíos y oportunidades del siglo XXI

A partir de 2003 la Argentina ha transitado por un sendero de crecimiento, progreso técnico, creación de empleo y reducción de la pobreza sin precedentes en más de medio siglo.

Si bien las industrias intensivas en recursos naturales aún representan más de la mitad del valor agregado industrial, las actividades intensivas en conocimiento han adquirido en los últimos años un creciente dinamismo. Para sostener y consolidar los logros es preciso acelerar este proceso de cambio estructural, lo que implica aumentar el peso de las actividades intensivas en conocimiento en la producción del país. De esta manera podrá concretarse el aprendizaje tecnológico, el desarrollo de las pymes y los encadenamientos más fuertes entre empresas, sectores y territorios.

El cambio estructural plantea un desafío para la Argentina y para toda América Latina, como propone la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) en su documento Cambio estructural para la igualdad: una visión integrada del desarrollo.

La política industrial

Los números recientes de la economía, que muestran una desaceleración o alguna pequeña caída en determinadas variables, parecen regocijar a los monopolios mediáticos y a ciertos economistas alarmistas. Esos intereses corporativos verían con beneplácito, seguramente, que “cambios de velocidad” en el crecimiento, típicos de cualquier economía, y atendibles en un escenario de crisis internacional, fueran la puerta de entrada a una fase de recesión de nuestra economía. Ese escenario no sólo es falso sino improbable. Para refutar esos malos augurios hay que analizar los indicadores económicos bajo dos premisas: 1) ¿la economía argentina está en crisis?, y 2) ¿cuál es la perspectiva futura de nuestra economía, en función del contexto económico mundial?, y ¿qué medidas de política interna se están tomando para consolidar el crecimiento?

Realidades y desafíos de la re-industrialización argentina

Re-industrialización argentina ¿Mito o Milagro?

Los 10 años posteriores a la caída de la Convertibilidad fueron escenario de cambios relevantes en la estructura productiva, ocupacional y distributiva de nuestro país. La salida del cepo cambiario en 2002, junto a la fuerte expansión de la demanda interna (final e intermedia) y externa, traccionaron notablemente la producción de bienes y servicios. Al mismo tiempo, se ensayaron políticas que permitieron separar -al menos parcialmente- la caída inicial en los salarios reales del dinamismo y expansión de la demanda agregada(1). A partir de 2003, el esquema económico que se fue configurando permitió combinar altas tasas de crecimiento con mejoras cualitativas en la dinámica macroeconómica, productiva y social.

Sobre la base de espacios de rentabilidad más amplios e inclusivos para la diversidad de actores y tramas productivas, la mayoría de las actividades sanearon su delicada situación patrimonial y financiera, ganaron competitividad e iniciaron una trayectoria de expansión. Las consecuencias inmediatas fueron un notable aumento en la producción de bienes, acompañada por una intensa generación de nuevos puestos de trabajo y un mejoramiento de los indicadores de calidad del empleo. La industria manufacturera fue protagonista del crecimiento experimentado por la Argentina y se convirtió en uno de los sostenes más importantes, revirtiendo el proceso de desindustrialización observado desde mediados de los ‘70.

Plan Estratégico Industrial 2020. Un buen punto de partida

Entre marzo y agosto de 2011 se realizaron once foros convocados por el gobierno nacional con el propósito de sentar las bases de una ambiciosa iniciativa: el Plan Estratégico Industrial 2020. En esos foros, los integrantes de cadenas de valor elegidas por formar “la trama central del tejido productivo argentino, validaron los lineamientos y objetivos propuestos por el Estado y llegaron también a nueve consensos centrales acerca de las principales líneas estratégicas de política industrial propuestas. Con la posterior presentación del PEI 2020, que en 287 páginas reúne las conclusiones y medidas que se prevé implementar en el corto plazo, se cumplió la primera etapa del trabajo. Está pendiente aún el comienzo de un ciclo de reuniones individuales con las once cadenas de valor para avanzar en la definición de los temas concretos de cada una de ellas.

La expansión de la producción industrial en la posconvertibilidad (2002-2010)

Hacia mediados de la década del setenta, con el abandono del modelo sustitutivo de importaciones, se inició un profunda transformación económica y social que trastocó el entramado de relaciones que estructuraban a la economía argentina desde comienzos de los años treinta. Uno de los pilares del nuevo patrón de crecimiento fue la desregulación de la actividad financiera impulsada por la dictadura militar a través de la reforma del año 1977, que implicó una creciente subordinación de la economía real a la evolución de los fenómenos monetarios. A la vez, que la apertura externa y la sobrevaluación de la moneda reafirmaron estas tendencias al determinar una sensible pérdida de competitividad para los sectores productores de bienes. Estos procesos se agudizaron durante la vigencia del régimen de convertibilidad, profundizándose la primarización y desmantelamiento del tejido industrial. La mayor crisis económica y social de la historia argentina producto del colapso del régimen de convertibilidad, condujo al agotamiento de la especulación financiera, la apertura externa y la reprimarización productiva como principios regentes de la economía argentina.

La concentración en la industria argentina a principios del siglo XXI

Con el tratamiento estadístico pormenorizado al que nos tiene acostumbrados, Daniel Azpiazu acaba de publicar un libro esclarecedor en muchos sentidos. A partir del estudio de los datos del Censo Nacional Económico 2004/05 (con información referida al año 2003), el autor realiza una caracterización abarcadora del perfil estructural de la industria argentina desde la perspectiva que resulta de la tipificación de las diferentes morfologías de mercado que coexisten en el ámbito sectorial. Se trata de una línea de análisis que cuenta con arraigo en el medio nacional y que permite trazar una radiografía acabada de muchos de los tremendos legados de las políticas del neoliberalismo sobre el sector manufacturero.

La industria argentina en las últimas décadas: una mirada estructural a partir de los datos censales

La reciente publicación de los tabulados básicos del Censo Nacional Económico realizado entre 2004 y 2005 (con datos referidos al año 2003), brinda elementos de juicio suficientes como para encarar un análisis estructural de la industria argentina. En ese marco, de cotejar tal información con la de los relevamientos censales de 1973, 1984 y 1993 se puede acceder a una visión panorámica de los principales cambios registrados en el sector fabril local en el transcurso de las tres últimas décadas.

Se trata de un horizonte temporal interesante dada su contemporaneidad con cambios sustantivos en el entorno macroeconómico en el que se inscribe el desenvolvimiento industrial y, con ello, en el interior de la propia actividad manufacturera.

El quiebre del proceso sustitutivo, que hasta mediados del decenio de 1970 y al cabo de más de cuatro décadas había tenido al sector fabril como eje ordenador y dinamizador de la economía en su conjunto, devino en una prolongada fase de hegemonía de la valorización financiera y el ajuste estructural, como régimen económico dominante en el que la industria asistió a una profunda y muy heterogénea reestructuración tecnoproductiva, organizativa y en las formas de articulación del tejido fabril. En otras palabras, a un complejo y generalizado redimensionamiento de laactividad inscripto en un intenso proceso de desindustrialización y reestructuración regresiva sectorial.

Crecimiento reciente. Nuevo régimen sin cambio estructural / Cecilia Fernández Bugna – Fernando Porta

¿El cambio drástico de régimen macroeconómico conlleva o, al menos, promueve un nuevo modelo productivo?; más específicamente, además de crecer ininterrumpidamente por 17 trimestres, ¿está la industria manufacturera protagonizando una nueva etapa de transformaciones profundas, esta vez con contenidos de mayor progresividad e inclusión? Estas preguntas y preocupaciones han orientado la búsqueda implícita en este trabajo. En principio, puede decirse que el sector manufacturero ha reaccionado muy positivamente frente al nuevo cuadro de incentivos macroeconómicos y que su desempeño ha sido parte activa de la salida de la crisis y la posterior consolidación de una fase de crecimiento económico, convirtiéndose en uno de los sectores más dinámicos en la generación de nuevos puestos de trabajo y en la absorción del desempleo existente. Ahora bien, se modificó el desempeño, pero, ¿se trata efectivamente de otra industria?