La concentración en la industria argentina a principios del siglo XXI

Martín Schorr
Con el tratamiento estadístico pormenorizado al que nos tiene acostumbrados, Daniel Azpiazu acaba de publicar un libro esclarecedor en muchos sentidos. A partir del estudio de los datos del Censo Nacional Económico 2004/05 (con información referida al año 2003), el autor realiza una caracterización abarcadora del perfil estructural de la industria argentina desde la perspectiva que resulta de la tipificación de las diferentes morfologías de mercado que coexisten en el ámbito sectorial. Se trata de una línea de análisis que cuenta con arraigo en el medio nacional y que permite trazar una radiografía acabada de muchos de los tremendos legados de las políticas del neoliberalismo sobre el sector manufacturero.

Si bien el libro se focaliza en la problemática de la concentración industrial, también permite extraer una serie de conclusiones relevantes sobre la trayectoria fabril en los años signados por la hegemonía neoliberal.

Así, desde una visión comparativa intercensal (1973-2003), las evidencias analizadas por Azpiazu permiten comprobar:

• un achicamiento sustantivo del universo manufacturero que se expresa, entre otros, en dos procesos. Por un lado, en una caída sistemática en la cantidad de unidades productivas: el censo de 1973 relevó 105.642 fábricas, mientras que el de 2003 dio cuenta de apenas 81.332, es decir, una retracción cercana a la cuarta parte. Por otro lado, en una destrucción considerable de puestos de trabajo: entre los años de referencia la ocupación declinó un 28% (en el último relevamiento censal fue de algo más de 955 mil personas) ; y

• una acelerada reprimarización del tejido productivo que se manifiesta en el hecho de que en 2003 las industrias alimenticias, de refinación de petróleo y elaboradoras de productos químicos dieron cuenta, en conjunto, de casi el 62% del valor de producción industrial (con una participación holgadamente superior a la de mediados de la década de 1970). Ello, en paralelo a un intenso retroceso de la industria de bienes de capital, lo cual aumentó aún más el rezago histórico de este sector estratégico. En consecuencia, a comienzos del siglo XXI en la estructura fabril de la Argentina tenía un peso determinante un conjunto de actividades ligadas al procesamiento de recursos naturales que, en su mayoría, se caracterizaban por ser capital-intensivas, de escaso valor agregado y con débiles eslabonamientos internos. Se trata de rubros fuertemente exportadores, asociados a una inserción pasiva y subordinada en el mercado mundial, para los que los salarios pesan mucho más como costo empresario que como factor de la demanda, y que cuentan con estructuras de mercado altamente concentradas (en forma creciente por parte de capitales extranjeros).

Reseña que se publicará en Realidad Económica nº261

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