Guerra en Medio Oriente - En foco: Las perspectivas de una salida negociada

Oscar Raúl Cardoso

De a poco, las posiciones iniciales se van modificando.

Oscar Raúl Cardoso
Fuente: Clarín

Todo pareció ir ayer como siempre en la guerra israelí contra el Líbano: esto es siempre peor. El décimo tercer día de ataques aéreos llevó las estimaciones sobre la destrucción a la infraestructura civil de ese país a más de mil millones de dólares y las muertes de no combatientes a más de 400, pero también la potencia agresora, Israel, tuvo la peor jornada en términos de pérdida de materiales y vidas.

La secretaria de Estado estadounidense llevó a la región lo que parece haber sido una propuesta de cese del fuego inaceptable para los libaneses: lograr en forma previa la entrega de los dos soldados israelíes apresados y una acción que asegure el fin del reino de Hezbollah en el sur libanés. Más tarde, ya en Israel, Condoleezza Rice reiteró la posición oficial de Washington.

Pero apenas uno examina bien algunos hechos y declaraciones de las últimas 24 horas es posible hallar señales que apuntan a una modificación progresiva de las posiciones iniciales de las partes en conflicto. Quizá un fin de, al menos, esta etapa de las hostilidades no sea ya un horizonte tan lejano.

Rice fue, sorpresivamente según la prensa, primero a Beirut en una escala no contemplada inicialmente. Pero más que eso buscó un contacto directo con el influyente jefe del Parlamento libanés Nabih Berri que, se sabe, es aliado político de Hezbollah. Estados Unidos podrá sostener como principio que no negocia con los que llama "terroristas", pero, en este caso, esa política se mostró extremadamente flexible.

Rice tiene un problema adicional en el horizonte. Parte de las cuentas de vidrio políticas que Washington ofrece en el caso libanés es una fuerza militar internacional con capacidad efectiva de fuego para ocupar el sur del país árabe. En Roma, a partir de hoy, intentará vender la fórmula a la Unión Europea y a países árabes.

No será fácil. En primer lugar porque Washington -cuyos militares tienen las manos llenas en Afganistán e Irak- no quiere contribuir con sus soldados y porque los europeos y árabes sospechan, con cierta razón, que la fuerza en proyecto terminaría siendo una herramienta de la política de Washington y Jerusalén en la que delegar la tarea sucia de combatir a Hezbollah.

Otro dato interesante es que al menos dos fuentes del gabinete israelí que encabeza Ehud Olmert dejaron trascender ayer a prestigiosos medios -como los diarios Haaretz y Yedioth Ahronoth- que el gobierno estaba evaluando la posibilidad de reducir sus objetivos en la presente campaña militar.

El secretario general del Partido Laborista -socio de la coalición gubernamental- Eytan Cabel admitió públicamente su decepción con los resultados militares. Para una jugada política que contaba, al menos al comienzo, con un 80% de respaldo en la sociedad esta afirmación es casi temeraria.

Pero son también los generales de las tropas terrestres que están insinuando críticas contra el aviador, Dan Halutz, jefe del estado mayor que concibió una ofensiva casi exclusivamente aérea. Comenzaron a sugerir la necesidad de una instancia diplomática argumentando que sólo con que Hezbollah siga mostrándose operativo después de tanto ataque insinúa una victoria política para esa organización.

Más interesante aún es lo que, con más libertad, sugirió ayer en las páginas de Yedioth Ahronoth el general de brigada retirado Yossi Ben-Ari. Advirtió sobre algo que muchos saben: que Estados Unidos no es el más confiable de los aliados. Dijo que la prioridad de Israel es su seguridad y no la de verse reducido a actuar como mandatario de Washington en igual medida que Hezbollah parece serlo de Siria e Irán.

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