Europa, atrapada entre Putin y Bush

Giulietto Chiesa*
Vladimir Putin, puntual cual reloj suizo, como se decía antes, ha elegido la fecha indicada para comunicar, [i]urbi et orbi[/i], la primera salida unilateral de Rusia de un tratado internacional. Las dos circunstancias, la fecha y la salida, no deberían subestimarse salvo que se hubiera olvidado que el ceremonial ruso (y soviético) siempre ha estado colmado de señales simbólicas y plúmbeas alusiones. La salida unilateral rusa de un tratado carece, en verdad, de precedentes tanto en éste como en el siglo recién terminado, al menos si se juntan la experiencia soviética y la rusa. Ni el “señor niet” de breshneviana memoria, ni el Gorbachov de la perestroika pusieron en discusión un acuerdo con Occidente. [size=xx-small][b]Artículos relacionados:[/b] .Escudo de defensa con misiles:¿idea loca u objetivo racional? / Immanuel Wallerstein .General Gareev: “Rusia será el árbitro geopolítico en los conflictos del futuro”, la nueva doctrina militar rusa .Lo que los medios de comunicación ocultan. Conferencia de prensa de Vladimir Putin en el G8 .¿Estamos frente a una nueva Guerra Fría? / Noam Chomsky[/size]

Se discutía duro, pero una vez firmado un documento, se respetaba. Era el mundo bipolar. Si Putin lo hace ahora, es porque quiere dar a entender –en primer lugar a unos Estados Unidos que hacen ver que consideran aún el mundo como si fuera unipolar- que es urgente poner en hora los relojes de esta fase de la historia.

Tampoco es que el tratado para la reducción de armas y fuerzas convencionales sea tan importante en sus contenidos como lo fue, por ejemplo, la salida unilateral estadounidense del tratado ABM de 1972, decidida en 2001 por George Bush. La analogía reside sólo en el hecho de que Washington –haciendo uso precisamente de aquella ruptura- ahora quiera instalar nuevos misiles en las fronteras rusas, con la excusa de los misiles (inexistentes) de Irán.

Sin embargo, [esta salida] significa muchas otras cosas: por ejemplo, que Moscú se prepara para una revisión estratégica asimétrica a gran escala; significa asimismo que si los EE.UU y Europa quieren conceder la independencia a Kosovo, la respuesta de Moscú marchará paralela reconociendo otras independencias. Por ejemplo, la de Transnistria, la de Abjacia, la de Osetia del Sur o la de Nagorno-Karabaj, de notable importancia para la amiga Armenia.

¿Acaso no es verdad que Occidente, en bloque y sin fisuras, no ratificó el tratado de Viena porque Rusia no retiró sus tropas de Georgia y de Moldavia? Perfecto –parece decir Moscú- ya no pensamos retirarlas, en vista de que –es difícil no darle la razón a Rusia en esto- mientras tanto, los estadounidenses han construido bases en Kosovo y envían más tropas a Bulgaria y Rumanía.

El presidente ruso sabe perfectamente que muchos europeos no quieren los misiles estadounidenses quieren, pues, más que a neutralizar los misiles iraníes, parecen dirigidos a debilitar y dividir aún más a Europa. En definitiva: Putin apuesta, paradójicamente, por una Europa fuerte, mientras que Bush, tal vez a causa de su menguante dólar, querría verla más débil.

Extraños aliados se mueven en el escenario de Occidente en estos tiempos revueltos.

[i]*Giulietto Chiesa. Nació en Acqui Terme, Italia en 1940. Periodista, Escritor.[/i]

Fuente: [color=336600]Megachip / La Stampa / Rebelión – 18.07.2007 - Traducido por Gorka Larrabeiti[/color]

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