En defensa del orden institucional
El Grupo de Curas en Opción por los Pobres, una organización de sacerdotes católicos que trabajan junto a grupos populares en todo el país, emitió ayer una declaración al término de su 26º encuentro anual realizado en la localidad bonaerense de Florencio Varela. En dicho documento celebran los 30 años de democracia y se manifiestan “en contra de toda actitud que parezca encaminada a interrumpir el orden institucional”. El breve texto público, de apenas una carilla, retoma y se pronuncia sobre varios de los temas que se encuentran en debate en el escenario nacional, incluyendo la ley de medios y el fallo de la Corte de Nueva York a favor de los fondos buitre.
En el mensaje los curas afirman que “nos parece que en nuestro país se han dado importantes pasos en muchos aspectos y veríamos con dolor que se pretenda volver a los años en que el neoliberalismo destrozó el país, el trabajo y la dignidad de las personas”. Por eso, sostienen, “lamentamos las actitudes y palabras apocalípticas” y “rechazamos la intolerancia y las faltas de respeto hacia las personas e instituciones de la República”.
El Grupo de Curas en la Opción por los Pobres, uno de cuyos referentes es el sacerdote Eduardo de la Serna, viene acompañando su trabajo pastoral con sectores populares con independencia de criterios respecto de muchas de las opiniones de la jerarquía de la Iglesia Católica. En relación con la gestión del actual gobierno los curas resaltaron aciertos y manifestaron también sus inquietudes.
“Vemos con preocupación –dice la declaración– la cantidad de personas que se encuentran en la red del trabajo informal y la situación de injusticia a la que son sometidos indígenas y campesinos, expulsados de sus tierras por el poder económico, el agronegocio, la megaminería y sus cómplices del Poder Judicial y político.” Y agregan que “los bienes para la vida no son de unos pocos, Dios los creó para beneficio común de toda la humanidad; por eso la propiedad privada no es un derecho absoluto: tiene límites, sobre ella pesa una hipoteca social”, rescatando de esta manera algunas de las enseñanzas básicas de la denominada Doctrina Social de la Iglesia.
Tampoco escapó a la consideración del grupo de sacerdotes el debate que se viene dando en torno de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. “La información del pueblo –dicen– es un derecho, y por eso lamentamos la concentración de medios de comunicación en manos de unos pocos, y deseamos fervientemente que la ley de medios, cuya plena constitucionalidad esperamos, permita que sean muchas más las voces que se escuchen.”
Incursionado en un tema sobre el que habitualmente hay pocos pronunciamientos eclesiásticos, los curas sostienen que “son moralmente inaceptables los fallos en favor de los fondos buitre por Cortes que se arrogan un poder imperial”. Pero agregan que “también es inaceptable un sistema de Justicia que parece constituir al Poder Judicial en una corporación en complicidad con los poderosos” porque “eso impide que la justicia sea un derecho para todos y especialmente para los pobres y débiles”.
“Somos miembros de la Iglesia que quiere jugar su suerte con los pobres de la tierra –continúa diciendo la declaración–, y hacemos nuestras las opciones que creemos que más los benefician para que haya justicia, solidaridad y paz para todas y todos.”
“Como Iglesia de los pobres sabemos que la pobreza es un pecado. No es un pecado ser pobres; pecado es generar pobreza, pecado son las estructuras que generan desigualdad y la naturalizan”, agregan. “Pecado –dicen los curas– es despreciar a los pobres.” Y por tal motivo, “como miembros de la Iglesia hemos hecho nuestra la opción por los pobres y su causa, que es la causa de Jesús”.
En el mensaje final de su carta los sacerdotes sostienen que “queremos decirles a todas y todos los que habitan en nuestra patria que los hemos sentido cerca de nosotros y nos hemos sentido cerca de ustedes, y que queremos caminar juntos caminos de liberación y justicia, de misericordia y paz, y seguir dando pasos adelante. Mirando atrás para no repetir errores que tanto dolor nos causaron, mirando adelante “con un oído en el Evangelio y otro en el corazón del pueblo, en el de una patria grande donde quepan todos y nadie se quede afuera”.
Página/12 - 30 de agosto de 2013