Nuestra solución para Europa

Febrero de 1953. La República Federal de Alemania (RFA) se hunde bajo el peso de las deudas y amenaza con arrastrar al conjunto de los países europeos en la tormenta. Preocupados por su propia salud, sus acreedores –Grecia, entre ellos— toman nota de un fenómeno que sólo a los liberales ha soprendido: la política de "devaluación interna", es decir, de reducción de los salarios, no garantiza la devolución de las deudas. Todo lo contrario.

Reunidos en Londres y en el curso de una cumbre excepcional, 21 países deciden revisar sus exigencias para ajustarlas a las capacidades reales de su socio en punto a honrar sus obligaciones.

El árbol y el bosque

La reciente visita de Alexis Tzipras, de la izquierda griega, permitió comparar el origen de la debacle argentina en 2001 y en su país hace cuatro años. Pero, especialmente, las diferentes respuestas y sus resultados.

Alexis Tzipras es el líder político de Syriza, la agrupación de la izquierda democrática que en Grecia –y por extensión en Europa– ha llevado adelante una pertinaz lucha para que los representantes del capital financiero internacional dejen de lado sus exigencias de ajuste despiadado al desenvolvimiento de la sociedad griega frente a la incapacidad de ese país en hacer frente a compromisos de la deuda pública.

El papel de los bancos centrales

“Déjenme emitir y controlar el dinero de un país y no me importa quien hace las leyes.”
Mayer Amschel Rothschild, 1790

Ginebra.- A los bancos centrales que se les dice independientes si obedecen los dictados de la banca internacional. El caso de Hungría es revelador. En el nuevo parlamento, el Fidesz (54%) y el Jobbik (18%), aprobaron cambios a la constitución húngara con mayoría archicalificada. El cambio relevante es la composición del Banco Central de Hungría, que mejora la supervisión del gobierno sobre su propia moneda: el forint.

Se armó el pandemonio en la UE. Al Primer Ministro, Víctor Orban, lo llamaron déspota nacionalista y antidemocrático, entre peores cosas. Washington habló de “inquietud” por la reforma. Paris del “problema con Hungría” por la “deriva nacionalista y autoritaria” del gobierno. Los medios de “la gran deuda pública de Hungría” (Le Figaro), que es un 80% del PIB, como Alemania. El FMI, el Banco Mundial y la UE congelaron los préstamos a Hungría. El forint cayó.

Una estafa de 16 billones de dólares

La atención de la opinión pública internacional está centrada en el acuerdo pírrico firmado entre Barack Obama y el Congreso mediante el cual el presidente se compromete a aplicar un duro programa de ajuste fiscal, centrado en el recorte de gastos sociales (salud, educación, alimentación) e infraestructura por 2,5 billones de dólares (2.500.000 millones de dólares) pero preservando, como lo exige el Tea Party, el nivel actual del gasto militar y su eventual expansión. A cambio de esto, la Casa Blanca recibió la autorización para elevar el endeudamiento de Estados Unidos hasta 16,4 billones de dólares (es decir, 16.400.000 millones de dólares), cifra superior en unos dos billones al PIB de ese país. Con esto se espera –confiando en la “magia de los mercados”– superar la crisis de la deuda pública y reactivar la languideciente economía norteamericana. Esta receta ya fue implementada a sangre y fuego en América latina y no funcionó; y tampoco lo hizo en la convulsionada Europa de estos días. Con este acuerdo, lo único seguro será el agravamiento de la crisis y, de su mano, la acentuación de la belicosidad norteamericana en el escenario mundial.