COVID-19: cómo abastecer a América Latina con una vacuna

Nadia Luna


La Argentina y México serán los países encargados de fabricar la vacuna Oxford-AstraZeneca, de poder superarse todos los ensayos. ¿Cómo llegaron los laboratorios mAbxience y Liomont a tener la capacidad de enfrentar este desafío? Directivos y funcionarios de ambos países lo contaron en un seminario realizado por el MINCYT y el CONACYT.

En la carrera mundial por una vacuna para COVID-19, la incógnita principal es qué país o países la desarrollarán primero para intentar ponerle fin a la pandemia. Sin embargo, detrás de esta pregunta, subyacen otras cuestiones no menos importantes: entre los países que no consigan fabricar la vacuna, ¿quiénes serán los primeros a acceder a ella y a qué costo? ¿Cómo y en cuánto tiempo se podrá abastecer a toda la población? ¿Qué rol ocupa América Latina en la geopolítica que plantea la pandemia? ¿Qué ventajas tiene para la región producir la vacuna?

Tal como anunció el presidente Alberto Fernández el pasado 12 de agosto, la Argentina y México serán los países encargados de producir para América Latina la vacuna desarrollada por la Universidad de Oxford y el laboratorio AstraZeneca en caso de aprobarse todos los ensayos, que actualmente se encuentran en la tercera fase. Según el mandatario, esto permitirá no solo abastecer a la región con este insumo, sino poder hacerlo antes y a menor costo, ya que se estima que cada dosis costará entre tres y cuatro dólares, y que podrían estar disponibles para el primer semestre de 2021.

¿Por qué se eligió a la Argentina y México para encarar esta misión? Esa fue una de las cuestiones abordadas en el seminario virtual “Desarrollo y producción de una vacuna contra COVID-19 y otras acciones contra la pandemia en México y Argentina”, realizado este miércoles 23 de septiembre y transmitido por Youtube. El evento contó con la participación de expertos del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) de México, funcionarios del CONICET y del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (MINCYT) de la Argentina, y autoridades de los laboratorios que se encargarán de fabricar la vacuna: mAbxience (Grupo Insud-Argentina) y Liomont (México).

“Lo que nos ha permitido estar listos para enfrentar el desafío de producir la vacuna es el conocimiento y el capital acumulado durante años en nuestro sistema público y privado de ciencia y tecnología. Si hoy tenemos la fábrica y los recursos humanos que se necesitan es porque ese capital ya estaba construido en nuestras sociedades. Toda la inversión que se viene haciendo en ciencia a largo plazo se ve en estos momentos”, afirmó el director de mAbxience Argentina-pharmADN, Esteban Corley.

El laboratorio argentino fabricará la producción del antígeno (sustancia activa de la vacuna) mientras que México se encargará de envasar y completar el proceso de producción que permita dejarla en condiciones para su distribución. El convenio fue posible gracias al aporte de la Fundación Carlos Slim (mexicana) y el objetivo es producir entre 150 y 250 millones de vacunas para los países de América Latina, con excepción de Brasil. “En la búsqueda de la vacuna, hay un desafío científico y otro industrial. No se pueden hacer 2000 millones de vacunas en un año si no se cuenta con una capacidad industrial gigantesca. Por eso, somos varias las fábricas que vamos a participar de este esfuerzo”, indicó Corley.

“Si hoy tenemos la fábrica y los recursos humanos que se necesitan es porque ese capital ya estaba construido en nuestras sociedades”, dijo Corley,

El directivo hizo un repaso por el recorrido que tuvo el proyecto desde que comenzó con ocho personas en el año 2009, hasta llegar a las 174 en la actualidad. “Quiero destacar la importancia de lo que es el primer paso en el aporte estatal en Argentina: la educación pública. Quienes iniciamos esto éramos todos investigadores del sector público que decidimos emprender y pudimos hacerlo gracias al aporte inicial del Ministerio de Ciencia”, sostuvo.

El primer financiamiento que obtuvo el laboratorio fue por una convocatoria del Fondo Argentino Sectorial (FONARSEC) del MINCYT para el desarrollo y producción de anticuerpos monoclonales para uso terapéutico. Con ese aporte, que había sido de un millón y medio de pesos, pudieron adquirir el espacio físico que les permitió en 2012 fundar la primera planta de anticuerpos monoclonales de Sudamérica.

“Más allá de la importancia del financiamiento, el Ministerio tiene un rol que muchas veces no se resalta: el de mediador de confianza. En aquel momento, había un inversor dispuesto a poner el dinero pero, ¿cómo hace ese inversor para determinar si este grupo de científicos puede hacer lo que prometen que van a hacer? El hecho de obtener los fondos del MINCYT, luego de que juzgaran el proyecto como viable e invirtieran, fue importante para generar esa confianza”, explicó Corley.

Con el correr de los años, obtuvieron varios subsidios más que, junto con la inversión propia y la de otros inversores, les permitió avanzar en la fabricación y comercialización de sus productos, que hoy están aprobados en 23 países. “Tenemos el 70% del mercado de estos anticuerpos monoclonales en Argentina. El impacto directo ha sido de un ahorro de 400 millones de dólares en divisas para el país y 50 millones de dólares anuales para el sistema de salud”, afirmó el empresario. En febrero de este año, inauguraron la planta de 8 mil metros cuadrados situada en Garín, donde se fabricará la vacuna.

Corley también destacó la rápida reacción del MINCYT ante la llegada de la pandemia. “La convocatoria que nos hizo el Ministerio el 9 de marzo a representantes de la industria e institutos de investigación fue una reunión extraordinaria porque se trazaron planes realistas sobre qué se podía hacer a corto plazo basado en lo que teníamos”, apuntó. También consideró que la percepción pública del valor que tiene la inversión en ciencia y tecnología está cambiando. “Creo que estamos demostrando que los científicos le servimos al país y que toda la inversión que se hizo para educarnos se cristaliza en estos momentos”, señaló.

Por su parte, el director de la División Ciencias de la Vida de Laboratorios Liomont, Sergio Valentinotti Marelli, habló sobre el recorrido de la empresa mexicana, que fue fundada hace más de 80 años y actualmente es una de las cinco farmacéuticas nacionales más grandes del país. Sobre el desafío de abastecer al mercado regional, explicó que un aspecto clave es que el proceso de producción de la vacuna de Oxford fue diseñado para poder ser fabricada en instalaciones farmacéuticas ya existentes. En el caso de Liomont, utilizarán una planta de inyectables que fue construida para producir una vacuna recombinante para influenza. Si se aprueba la vacuna van a destinar el 100% de la capacidad de esa planta para su producción.

“La vacuna se puede fabricar gracias a la existencia de una industria farmacéutica fuerte en México y la Argentina. Hay una capacidad instalada muy grande que permitió no solo tener las plantas necesarias para su fabricación, sino el armado de una cadena de valor alrededor que permita suministrar todos los insumos que se requieren para fabricar esta gran cantidad de unidades. A la vez, esto fue posible gracias a la inversión en I+D por parte de los laboratorios, la formación de recursos especializados en ambos países, la colaboración con universidades y el apoyo de los gobiernos”, sostuvo Valentinotti.

El empresario también se refirió a la trayectoria de México en la fabricación de vacunas. En ese sentido, señaló que, gracias a la producción local, lograron erradicar enfermedades como la viruela y la poliomielitis, además de brindar insumos para otras afecciones como la tuberculosis. “Para principios de los 90 se podía decir que México era autosuficiente en la fabricación de vacunas pero desgraciadamente hoy fabricamos muy pocas. Por razones de costo, se compran casi todas afuera del país y en varias ocasiones hemos tenido desabastecimiento por problemas comerciales”, indicó.

Por eso, ambos directivos consideraron que es clave aprovechar esta oportunidad coyuntural para avanzar en el desarrollo conjunto de vacunas en América Latina. “Es muy importante no perder la sinergia que estamos generando con esta colaboración entre países para poder ir más allá de la fabricación de esta vacuna, e impulsar su desarrollo a nivel regional, que nos permita brindar el abastecimiento necesario a los más de 600 millones de habitantes latinoamericanos”, enfatizó Valentinotti.

Lazos de cooperación

Durante el seminario, funcionarios y funcionarias de ambos países también contaron acerca de otros desarrollos que se han venido realizando en estos seis meses para enfrentar la pandemia. “La dimensión histórica que adquirió en el mundo la pandemia por COVID-19 ha supuesto un desafío inédito en materia de investigación y salud pública. Al mismo tiempo, abrió una gran oportunidad para unirnos como región y establecer nuevos lazos de cooperación con los países latinoamericanos en materia de desarrollo científico-tecnológico y de políticas públicas que atiendan problemáticas estructurales y coyunturales comunes”, afirmó la directora general del CONACYT, María Elena Álvarez-Buylla Roces.

Según Salvarezza, la capacidad para fabricar la vacuna demuestra la importancia de la articulación entre el sector público y las empresas de base tecnológica.

Entre los desarrollos encarados por México, se cuentan el diseño de modelos matemáticos para entender la dinámica del SARS-COV-2, la fabricación de ventiladores (respiradores) mecánicos invasivos 100% mexicanos, la puesta en marcha de una red nacional de laboratorios para el diagnóstico de COVID, la realización de diversos ensayos clínicos de posibles fármacos y tratamientos, y el desarrollo de sensores portables para la recolección de síntomas. “En lo que respecta al desarrollo tecnológico y su escalamiento, podemos decir que se han logrado en cinco meses lo que normalmente lleva de tres a cinco años, destacó la directora adjunta de Desarrollo Tecnológico, Vinculación e Innovación del CONACYT, Aideé Orozco Hernández.

En tanto, la presidenta del CONICET, Ana Franchi, remarcó el contexto de donde partió la Argentina a la hora de enfrentar la pandemia. “Venimos de cuatro años que nos dejaron un 40% de pobreza, emergencia alimentaria y un sector productivo muy golpeado. Además, los dos ministerios que tanto protagonismo están teniendo durante esta pandemia, Salud y Ciencia, no existían”, apuntó. Entre las acciones realizadas en la Argentina, destacan la Unidad Coronavirus, conformada por el CONICET, el MINCYT y la Agencia I+D+i, encargada de financiar proyectos de investigación; el desarrollo de kits de diagnóstico y terapias alternativas; fabricación de respiradores y elementos de protección personal; y la realización de estudios sobre el impacto social, económico y psicológico de la pandemia.

Sobre la posibilidad de fabricar la vacuna en la Argentina, el ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación, Roberto Salvarezza, señaló: “Esta vacuna es un símbolo de la asociación de México y Argentina como dos países que comparten la misma visión geopolítica de poner a América Latina como un continente que debe trabajar unido para poder fortalecerse en conjunto y dar respuesta a sus ciudadanos. También demuestra la importancia de la articulación entre el sector público y las empresas de base tecnológica, a partir de la apuesta de un Estado por construir capacidades que permitan brindar respuestas urgentes en materia de salud”.

Finalmente, el secretario de Planeamiento y Políticas en Ciencia, Tecnología e Innovación del MINCYT, Diego Hurtado, reflexionó sobre algunos aprendizajes que deberían quedar a partir de esta cooperación regional: “Aprendimos que nuestros países cuentan con dos recursos centrales para enfrentar este escenario: un Estado inteligente con capacidad de coordinación de emprendimientos público-privados, y la colaboración regional. Es importante avanzar en las complementariedades productivas y en el diseño de agendas que multipliquen la colaboración en ciencia y tecnología, que apunten a la búsqueda de un nuevo lugar geopolítico y geoeconómico para los países de nuestra región”, finalizó.

 

Agencia TSS (UNSAM) - 24 de septiembre de 2020

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