¡Que se escuche la voz de los BRICS!

Desde el establecimiento del mecanismo del BRICS, sus miembros han logrado importantes avances en la cooperación en comercio, inversión, innovación tecnológica y finanzas. Su producto bruto interno (PBI) combinado representa una quinta parte del total mundial, y cada uno de sus integrantes se ha convertido en la economía emergente más poderosa de sus respectivas regiones.

Banco y fondo Brics

La irrupción del grupo de países Brics (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) como un bloque de poder internacional, con su banco de desarrollo y fondo común de reservas, es una derivación de la crisis de 2007 en Estados Unidos y Europa. También es resultado de las varias crisis de los ’90 en Latinoamérica y Asia, incluyendo la debacle argentina de 2001, que revelaron la inutilidad del FMI y el Banco Mundial para estabilizar economías. La construcción de una nueva forma de multilateralismo con el Brics tiene el objetivo de ampliar la participación de más actores en el tablero geopolítico mundial. Esa posibilidad estaba latente con el fuerte crecimiento de esos países y sus zonas de influencia, que la recesión y estancamiento de las potencias tradicionales instalaron con más fuerza. La resistencia a aceptar ese cambio en el ciclo de la economía global por parte de Estados Unidos y Europa quedó en evidencia en el congelamiento de la redistribución del poder en el FMI y el Banco Mundial. En su momento, cuando la crisis internacional colocó al borde del abismo a esas dos grandes economías, se anunciaron cambios en el orden político de esos organismos internacionales, pero que fueron frenados en el Congreso de Estados Unidos. La respuesta a esa inacción fue el fortalecimiento político del Brics que ahora se refleja en la creación de un banco de desarrollo propio anunciado en la cumbre de Fortaleza, Brasil.

El FMI no tiene el mecanismo de elección democrático de un país, un voto. El peso europeo en el Consejo de Administración, órgano de gobierno de la institución, le asegura una posición de privilegio para imponer un candidato. Estados Unidos posee poder de veto, con el acuerdo implícito con Europa para la distribución de cargos: el Banco Mundial para un estadounidense y el Fondo para un europeo. La última elección del titular del Banco Mundial pareció una jugada de distracción, al designar a Jim Yong Kim, nacido en Seúl, Corea del Sur, pero desde los cinco años viviendo en Estados Unidos, donde desarrolló toda su carrera profesional. Si poner a un hombre con ojos rasgados fue la estrategia de apertura hacia las potencias emergentes, fue un hecho pueril.

Estados Unidos concentra el 16,8 por ciento del capital del FMI, porcentaje que le otorga poder de veto porque, para tomar decisiones referidas a la forma de funcionamiento del organismo, se requiere más del 85 por ciento de los votos. Estas características describen una institución fuera de época, por su discurso y propuestas económicas, y también por la distribución del poder entre los países. Hubo reclamos de potencias emergentes para designar un representante propio en el máximo cargo del FMI o del BM. China, Brasil, India y Rusia han estado argumentando que las economías en desarrollo necesitan tener mayor representación en instituciones financieras internacionales, con presidentes y altos funcionarios nombrados mediante un sistema de selección transparente, basado en méritos personales. Sin respuesta satisfactoria, en un contexto de estancamiento de Estados Unidos y Europa, esos países con economías dinámicas decidieron ocupar un espacio propio que les era negado.

El banco de desarrollo Brics, con un capital de 50 mil millones de dólares, comenzará a funcionar en 2016, con sede en Shanghai y presidencia rotatoria cada cinco años entre los países miembros (característica que ya lo diferencia del FMI y del BM). Es una manifestación del nuevo ordenamiento económico mundial. Esta iniciativa ha provocado un cimbronazo en las instituciones tradicionales que surgieron del acuerdo Bretton Woods. Así lo explicó el Premio Nobel Joseph Stiglitz al señalar, en una entrevista en Democracy Now!, de Amy Goodman y Juan González, que los países Brics hoy son más ricos que los países avanzados cuando se fundaron el Banco Mundial y el FMI al finalizar la Segunda Guerra Mundial. “Estamos en un mundo diferente, pero las viejas instituciones no se han adaptado a él”, afirmó Stiglitz, para agregar que el banco de desarrollo Brics “refleja un cambio fundamental en el poder económico y político mundial”. Profesor de la Universidad de Columbia y ex economista jefe del Banco Mundial, Stiglitz señaló que estos países han demostrado que “pueden trabajar juntos de una manera más eficaz que los denominados países avanzados”.

Europa contó con un banco de desarrollo para recuperarse de la Segunda Guerra Mundial con la constitución del Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF), que luego degeneró en el conocido Banco Mundial. También es interesante la experiencia asiática con el Banco Asiático de Desarrollo. Es una institución financiera multilateral fundada en 1966 por 31 países, que ahora son 67, y cuenta con un capital de 164.700 millones de dólares. Fue creado para promover el progreso social y económico de la región. Si bien tiene participación de Estados Unidos y otras potencias económicas extrarregionales, esa entidad tiene lazos estrechos con los países asiáticos con el objetivo de impulsar su desarrollo. Seis países son los principales receptores de sus créditos: China, India, Pakistán, Indonesia y Vietnam, que recibieron el 80 por ciento de los préstamos soberanos (públicos), y tres países –India, China y Filipinas– concentraron el 90 por ciento de los créditos al sector privado.

Cuando se menciona el crecimiento de esa región como “milagro asiático”, se lo reduce a un fenómeno casual. Ese recorrido, además de cuestiones culturales, tiene su origen en haber estado alejado de las recetas de ajuste del FMI y BM, y en haber apuntalado un sistema de gobierno regional propio. Apostaron por instituciones como el Banco Asiático, y proyectos de integración como el Asean (Asociación de Naciones del Sudeste Asiático). No ha sido casualidad que Asia acumule 50 años con índices de crecimiento elevados. Es la única zona que ha recortado sustancialmente la distancia con los países desarrollados. Primero fueron los tigres asiáticos (los NICs) que optaron por un régimen económico orientado hacia la exportación, sin considerar las recomendaciones del FMI y BM. Después fueron las reformas en China e India. Asia es hoy una región clave en la distribución del poder mundial.

En el actual escenario económico global con los Brics como un nuevo polo de atracción, América latina tiene la oportunidad de mejorar sus propias instituciones para diseñar una arquitectura financiera regional con el objetivo, precisamente, de protegerse del factor de inestabilidad global que significa el FMI y las políticas de ajuste que promueven Estados Unidos y Europa. Existen marcos de integración financiera regional que requieren su consolidación, con cooperación y confianza entre los países de la Unasur. Uno de ellos es el sistema multilateral de pagos basado en el uso de las monedas locales para transacciones comerciales intrarregionales. Otro es el fondo de reserva regional para actuar como amortiguador de eventuales impactos de perturbaciones externas. Ese fondo serviría, como el de los Brics por 100 mil millones de dólares, para estabilizar y desequilibrar transitorios de la balanza de pagos de los países miembros, otorgando créditos o garantizando préstamos a terceros; para mejorar las condiciones de inversión de las reservas internacionales efectuadas por los países miembros; y para contribuir a la armonización de las políticas cambiarias, monetarias y financieras. El Banco del Sur es otra de las instituciones necesarias para la consolidación regional. Esa entidad integrada por siete países de la Unasur (Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador, Paraguay, Uruguay y Venezuela) podría brindar condiciones más ventajosas, en plazos y tasas de interés, que las que ofrece el mercado financiero, para ser aplicados a proyectos de desarrollo, infraestructura e integración regional.

El banco de desarrollo y el fondo Brics abren la puerta para animar a los países latinoamericanos, pese a la resistencia brasileña, a construir una arquitectura financiera regional que permita ganar autonomía de las instituciones multilaterales tradicionales. El actual ciclo político en la región tiene el rasgo esencial de la profundización de la identidad integracionista; llegó el turno de traducirlo en avances en materia económica y financiera. El banco y el fondo Brics están marcado el sendero a transitar.

VI Cumbre del BRICS: las semillas de una nueva arquitectura financiera

Al día siguiente de la final del torneo de fútbol en Brasil, se llevará a cabo la VI Cumbre del BRICS (sigla de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). Fortaleza y Brasilia serán las ciudades anfitrionas del encuentro a realizarse los días 14, 15 y 16 de julio, para asentar finalmente una arquitectura financiera de nuevo cuño bajo el eslogan: “Crecimiento incluyente y soluciones sostenibles”. A diferencia de las iniciativas de regionalización financiera asiática y sudamericana, los países del BRICS, al no conformar un espacio geográfico común, al tiempo que están menos expuestos a sufrir turbulencias financieras en simultáneo, incrementan la efectividad de sus instrumentos defensivos.

El nuevo mundo

El 30 de noviembre de 2001, Goldman Sachs publicó un informe titulado Building Better Global Economic Brics. Lo firmaba el investigador jefe del banco estadounidense en Londres, Jim O’Neill, junto con otros economistas regionales del banco. Básicamente, señalaba que en los años siguientes la mayor fuerza económica mundial la constituirían Brasil, Rusia, India y China, los países cuyas iniciales formaban el acrónimo que juega con la palabra brick, ladrillo en inglés. La “s” final era entonces sólo para indicar plural, todavía no se había incorporado Sudáfrica.

El regreso de la crisis de los mercados emergentes

“Lo que las economías desarrolladas buscaron exportar es más que bienes y servicios: trataron de exportar las cargas del ajuste requerido por la crisis de 2008 hacia las economías emergentes. Como un hombre a punto de ahogarse que se agarra a otro que apenas sabe nadar, las políticas seguidas bien podrían traer consigo el hundimiento de unos y de otros, de las economías desarrolladas y de las economías emergentes.”

Para parafrasear a Robert Louis Stevenson, los mercados financieros tienen “una gran memoria para olvidar”.

Las múltiples crisis latinoamericanas de deuda y la crisis de 1997/98 en el emergente mercado asiático han sido olvidadas. Ahora, el riesgo de una crisis general en los mercados emergentes es muy real.

BRICS: atando cabos frente al dólar

Bajo la convocatoria del G-20, que integra a las diecinueve economías más grandes junto con el Banco Central Europeo (BCE), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial; el BRICS (acrónimo formado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) se reunió a inicios de septiembre en San Petersburgo y coincidió en la urgencia de concretar la implementación de un “Acuerdo de Contingencia de Reservas” (CRA, por sus siglas en inglés) toda vez que sus monedas se han depreciado drásticamente frente al dólar. De enero a agosto el real de Brasil se depreció 17.4%; el rublo de Rusia 8.4%; la rupia de India 17.2%; y el rand de Sudáfrica 20 por ciento. La excepción es el yuan (reminbi) de China, con una ligera apreciación de 2.40% durante el mismo periodo. La depreciación de las monedas se produce por efecto del alza de las tasas de interés de largo plazo en Estados Unidos a causa del ultimátum indefinido de la Reserva Federal (Fed) de abandonar su programa de estímulos monetarios por 85,000 millones de dólares (mdd) al mes.

Brasil: "La otra cara del milagro"

¿Cómo se vincula el último estallido social brasileño con la inserción internacional del país?. Claroscuros de una política que condiciona a toda América Latina.

Cada vez más frecuentemente se leen o escuchan referencias al milagro brasileño. Un país que tardó tantas décadas en reemplazar el imperio por una república y en abolir la esclavitud, asolado por la miseria y bien latinoamericano, parecía en el siglo XXI aproximarse inexorablemente al liderazgo mundial. Brasil se transformó en la sexta economía mundial, un activo miembro del exclusivo grupo de emergentes premium, los BRICS, y un protagonista en foros multilaterales como las Naciones Unidas.

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