Nuestra posición ante la Reforma de la Carta Orgánica del BCRA

La Presidenta de la Nación en su discurso de apertura de Sesiones del Congreso de la Nación, además de un amplio detalle del Estado de la Nación y de las líneas de gobierno adoptadas, comunicó la presentación al Congreso de un proyecto de ley de Reforma de la ley de la Carta Orgánica del Banco Central y de la ley de Convertibilidad.
Señaló que «hay que ponerle definitivamente un fin a la convertibilidad, un BCRA que no esté reducido únicamente a preservar la estabilidad monetaria, sino que esté también preservando la estabilidad fiscal, la producción, lo que necesita la economía». «Debemos saber que el Banco Central debe estar en función de la economía real».

En este contexto, expresó: «No creo que sea necesario reformar la ley de Entidades Financieras. Creo que lo que hay que reformar es la Carta del Banco Central que es la que regula y controla a las entidades financieras, porque si no se hace un ruido que muchas veces parece más ruido y creo que son pocas nueces».

Banco Central y modelo productivo

La reforma de la Carta Orgánica del Banco Central propuesta por el Gobierno no sólo responde a una necesidad coyuntural, cuyo objetivo es el de darle una mayor flexibilidad a la política del Banco, como ocurre en otros lados, incluso en los Estados Unidos, de modo que intervenga en la política económica del Gobierno y abandone su rol pasivo de limitarse a servir de respaldo a las variaciones del dólar. En realidad, forma parte de un proceso histórico en el que deberíamos detenernos para entender mejor qué significa la supresión de su grado de autonomía frente al gobierno nacional. Para ello es necesario señalar la vinculación entre el sistema monetario y financiero, antes todavía de la creación de BCRA y después, y las políticas económicas vigentes en cada período histórico.

En primer lugar, debemos remarcar que existe una notoria similitud entre las políticas económicas del período agroexportador, sobre todo entre 1880 y 1914, y las de la década de 1990, cuando se implementan las reformas en el BCRA. Durante la etapa en la que predomina el esquema agroexportador, la política monetaria era pasiva y se caracterizaba por el fuerte ingreso de capitales (sobre todo por medio de un endeudamiento creciente) y por el montaje y desarrollo de una estructura agropecuaria sustentada en las exportaciones, con un mercado mundial que necesitaba los productos argentinos. El país, a su vez, debía proveerse de bienes industriales pero también contar con un superávit comercial suficiente para cancelar el servicio de su deuda, lo cual no siempre resultaba posible.

El papel de los bancos centrales

“Déjenme emitir y controlar el dinero de un país y no me importa quien hace las leyes.”
Mayer Amschel Rothschild, 1790

Ginebra.- A los bancos centrales que se les dice independientes si obedecen los dictados de la banca internacional. El caso de Hungría es revelador. En el nuevo parlamento, el Fidesz (54%) y el Jobbik (18%), aprobaron cambios a la constitución húngara con mayoría archicalificada. El cambio relevante es la composición del Banco Central de Hungría, que mejora la supervisión del gobierno sobre su propia moneda: el forint.

Se armó el pandemonio en la UE. Al Primer Ministro, Víctor Orban, lo llamaron déspota nacionalista y antidemocrático, entre peores cosas. Washington habló de “inquietud” por la reforma. Paris del “problema con Hungría” por la “deriva nacionalista y autoritaria” del gobierno. Los medios de “la gran deuda pública de Hungría” (Le Figaro), que es un 80% del PIB, como Alemania. El FMI, el Banco Mundial y la UE congelaron los préstamos a Hungría. El forint cayó.