Nobel de la Paz a la UE: ¿un reconocimiento póstumo?

Se ha querido premiar un proceso de integración postnacional que impulsó el resurgimiento de Europa luego de guerras y matanzas. Pero ese ideal atraviesa por su peor momento.

En muchos aspectos el Nobel de la Paz otorgado a la Unión Europea puede leerse como un premio a la ilusión de lo que la realidad debería ser en lugar de lo que en verdad es. Se uniría en esa visión al que se le otorgó hace tres años al recién llegado presidente de los Estados Unidos Barack Obama, un gesto prematuro entonces a los frutos de un árbol que aún no había todavía florecido, como señalamos aquí mismo en su momento, y que después se confirmó claramente excesivo.

El Nobel de la desvergüenza

Los amos del dinero y el capitalismo casino, las grandes fortunas europeas, los grandes diseñadores de este mundo de impiedad y desvergüenza, están descorchando sus botellas de champagne mientras ríen satisfechos por su poder inconmensurable: como si se tratara de un título nobiliario que se puede comprar para adornar con falso linaje sus fortunas mal habidas y manchadas de sangre, los impúdicos miembros de la troika que con mano de hierro dirige la vida y destino de centenares de millones de ciudadanos europeos se han adjudicado a sí mismos el Nobel de la Paz. Si no fuera trágico

Los políticos europeos prisioneros de su propia creación

Observar la actitud de los gobernantes de la Unión Europea (UE) en medio de esta crisis que se afinca y destruye las conquistas sociales que definieron a muchas de las sociedades europeas desde finales de la segunda Guerra Mundial es como ver una interminable película del Gordo y el Flaco, con las torpezas previsibles que se repiten en no importa que contexto, mostrando así que no hay cambios posibles en el guión que los políticos que gobiernan el mundo del actual capitalismo “desarrollado” están llamados a interpretar.

Esta semana Holger Stelzner, editor de la sección económica del diario alemán Frankfurter Allgemeine, puso el dedo en la llaga cuando escribió que frustrados con el fracaso de sus políticas hacia la crisis en la zona euro (ZE), los políticos europeos están ahora escondiéndose detrás del BCE (Banco Central Europeo). Y que cuando a su vez la BCE fracase los políticos deberán reconocer su responsabilidad por haber “aceptado una política de ganar tiempo, pero sin cambiar algunas de las estructuras subyacentes” de la UE.

Alarma en la isla de los benditos: la gestión alemana de la crisis pasa factura a la propia Alemania

Decir las cosas tal y como son. Caer en este atrevimiento es llamar al ostracismo social en Alemania, el país de los ilusionistas. “¿Crisis? ¿Qué crisis?”, se preguntan los ciudadanos de la República Federal Alemana mientras señalan con el dedo al resto de Europa. La crisis es cosa más bien de los demás, no nuestra. A nosotros nos va estupendamente. 2011 fue un año récord. Por vez primera el volumen de las exportaciones alemanas a todas las regiones del mundo rompió todos los récords y alcanzó cifras billonarias. Alemania es una isla en auge económico rodeada por la miseria de los países vecinos, que uno tras otro caen en la crisis.

Reino de España: lo poco espanta, lo mucho amansa y lo demasiado subleva

"Lo cierto es que por mucho que se empeñe y presione el eurogrupo, la aplicación estricta de los recortes y la 'consolidación fiscal' se enfrenta a insuperables dificultades técnicas: los hechos mismos y una visión macroeconómica mínimamente sensata deberían haberles enseñado ya lo que el hiperpolítico doctrinarismo ideológico neoliberal de las últimas décadas parece haberles hecho perder de vista, y es a saber: que la reducción del déficit público en presencia de una enorme deuda del sector privado no es cosa que entre en la esfera de la discrecionalidad político-económica de ningún gobierno, se ponga como se ponga."

Sin tregua en la UE: el desempleo batió un nuevo récord

Peor, imposible. Los ajustes y las medidas de sangre, sudor y lágrimas tomadas por diversos gobiernos del Viejo Continente para revertir una de las peores crisis económicas de los últimos tiempos, están teniendo un dramático "efecto colateral": en la Unión Europea (UE) nunca hubo tantos desempleados como ahora.

Hay más de 24,5 millones de personas sin trabajo. Con España a la cabeza (tiene un desempleo de 23,6%), la tasa de desocupación de la zona euro alcanzó un nuevo récord histórico al trepar al 10,8% en febrero (un décimo más del 10,7% de enero). Es el nivel más alto desde junio de 1997. Es decir, desde el lanzamiento de la moneda única europea.

La precarización del empleo causa estragos entre los europeos

Al final de cada día, cuando Melissa Dos Santos sale de su trabajo, vuelve a su casa, un lugar insólito: un diminuto tráiler en un predio para acampar situado al norte de París, donde decenas de personas están viviendo en un lote originariamente pensado como bucólico refugio para veraneantes.

"Crecí en una casa; vivir en un camping no es lo mismo", dijo con pesar Dos Santos, de 21 años. Su sueño de una vida normal en un departamento con su novio se evaporó cuando ambos aceptaron empleos con salario mínimo después de meses de buscar infructuosamente un empleo mejor pago.

Es posible que la prolongada euro-crisis se esté enfriando. Pero la penuria que ha dejado está empujando a una marea creciente de trabajadores a situaciones de apremio, tanto en Francia como en toda la Unión Europea (UE). Hoy, cientos de miles de personas viven en campings, en vehículos y en habitaciones de hotel baratas. Millones comparten el espacio habitacional con familiares, incapaces de afrontar por sí mismos los costos básicos de la vida.

Estas personas constituyen el límite extremo de los trabajadores pobres de Europa: una creciente franja de la población que se escurre de la tan pregonada red de seguridad social.

Muchos, particularmente los jóvenes, están atrapados en los trabajos temporarios o de baja remuneración que están reemplazando a los empleos permanentes destruidos por la recesión. Y tanto los economistas como los funcionarios advierten que la situación empeorará. A medida que los gobiernos responden a la crisis con grandes recortes de los gastos y una mayor flexibilidad laboral, "la población de los pobres que trabajan estallará", dijo Jean Paul Fitoussi, profesor del L'Institut d'Etudes Politiques, de París.

Para la mayoría de los europeos, y especialmente para los franceses, esto no debería estar ocurriendo. Con generosas leyes de salario mínimo y uno de los sistemas de bienestar social más fuertes del mundo, los europeos están acostumbrados a pensar que están más protegidos de un fenómeno que asocian más bien con Estados Unidos y otras economías.

Pero el sistema de bienestar social europeo está demostrando no estar bien preparado para lidiar con el constante aumento de personas que trabajan pero que no ganan lo suficiente para arreglárselas.

"Francia es un país rico -dijo Fitoussi-; pero los trabajadores pobres están viviendo en las mismas condiciones que en el siglo XIX. No pueden pagar la calefacción, no pueden pagar la ropa de sus hijos, a veces viven cinco personas en un departamento de nueve metros cuadrados? ¡Aquí en Francia!", exclamó.

En 2010, el 8,2% de los trabajadores de los 17 países de la eurozona estaban viviendo por debajo de la línea de pobreza promedio de la región, unos 10.240 euros o alrededor de 13.500 dólares anuales para un trabajador adulto soltero. El porcentaje en 2006 era del 7,3% de los trabajadores.

A Francia le va un poco mejor que a la mayoría, con un porcentaje de trabajadores por debajo de la línea de pobreza del 6,6%, pero tal vez en ninguna otra parte el fenómeno sea tan alarmante. Aunque el país parece exudar prosperidad, el número de trabajadores pobres ha crecido desde el 6,1% en 2006, y los expertos dicen que seguirá aumentando.

En Francia, la mitad de los trabajadores ganan menos de 25.000 dólares anuales. El salario mensual promedio es de 2199 dólares, el 26% por encima del promedio en toda la UE. Pero el alto costo de la vida y la dificultad que mucha gente tiene para conseguir viviendas dejan cada vez más gente en la calle.

Jimmy Collin, el novio de Dos Santos, un graduado de la escuela secundaria con entrenamiento técnico, buscó trabajo durante más de seis meses antes de firmar un contrato de salario mínimo, de 1800 dólares, limpiando las calles. Dos Santos, que también tiene estudios secundarios, aceptó un empleo en Carrefour después de que le resultó imposible conseguir empleo en otro lado.

En los campings franceses hoy viven alrededor de 120.000 personas. Muchos tienen contratos temporarios, un recurso que los empleadores usan cada vez más para reemplazar los empleos permanentes, que implican beneficios y medidas de protección laboral que los empleadores no quieren asumir. El trabajo contratado ha aumentado en los últimos años, y está destinado a seguir aumentando ya que los políticos, en Francia y en otras partes, alientan su uso como medio de reducir el desempleo. Pero numerosos estudios recientes advierten que esos contratos pueden aumentar también la pobreza de los trabajadores.

Guerras monetarias y energéticas del imperio

La ya endémicamente peligrosa coyuntura en el Oriente Medio se agravó esta semana con la adopción por la Unión Europea (UE) del embargo sobre las compras del petróleo y petroquímicos iraníes, acompañadas por otra tanda de sanciones contra el banco central iraní. Cuando aun no se cumple el primer aniversario de los bombardeos de la OTAN para cambiar el régimen en Libia y se ven signos de una guerra civil con los combates entre las facciones “revolucionarias” y los ataques de los simpatizantes del derrocado Muammar el Gadafi, los mismos gobernantes de Estados Unidos (EE.UU.), Francia, Gran Bretaña y otros países de la UE que reclamaron una acción rápida contra el gobierno de Trípoli están exhortando ahora a acciones militares contra Siria e Irán.

Todo esto en el contexto de la grave crisis financiera y económica que azota a la UE, con sus secuelas de desempleo y empobrecimiento masivo, y que va camino de convertirse en una “guerra monetaria” por los niveles estratosféricos de endeudamiento de Estados occidentales, en particular de EE.UU., que financia su endeudamiento gracias a la primacía del billete verde como moneda de reserva y de pago para las transacciones comerciales mundiales.

El oxímoron de los “mercados autorregulados"

Oxímoron, en el Diccionario de la Lengua Española, significa “combinación en una misma estructura sintáctica de dos palabras o expresiones de significado opuesto, que origina un nuevo sentido: por ejemplo, silencio atronador”. Otro ejemplo (que no figura en el diccionario) es la expresión “mercados autorregulados”, o sea el sistema neoliberal que para sobrevivir “exige regularmente la intervención estatal y la acción coercitiva del Estado”.

El Consenso de Bruselas, como antes el Consenso de Washington

En la Cumbre de la Unión Europea (UE) que tuvo lugar en Bruselas el pasado 30 de enero se acordó un Tratado sobre la Estabilidad, Coordinación y la Gobernanza en la Unión Económica y Monetaria que por insistencia de Alemania, como señala el diario británico The Guardian, convierte a la Comisión Europea (CE) en organismo “escrutador” de los presupuestos estatales que de ahora en adelante confeccionarán los países miembros de la UE, y a la Corte de Justicia Europea (CJE) en la institución que aplicará “el rigor fiscal” en la zona euro (ZE).

El papel de los bancos centrales

“Déjenme emitir y controlar el dinero de un país y no me importa quien hace las leyes.”
Mayer Amschel Rothschild, 1790

Ginebra.- A los bancos centrales que se les dice independientes si obedecen los dictados de la banca internacional. El caso de Hungría es revelador. En el nuevo parlamento, el Fidesz (54%) y el Jobbik (18%), aprobaron cambios a la constitución húngara con mayoría archicalificada. El cambio relevante es la composición del Banco Central de Hungría, que mejora la supervisión del gobierno sobre su propia moneda: el forint.

Se armó el pandemonio en la UE. Al Primer Ministro, Víctor Orban, lo llamaron déspota nacionalista y antidemocrático, entre peores cosas. Washington habló de “inquietud” por la reforma. Paris del “problema con Hungría” por la “deriva nacionalista y autoritaria” del gobierno. Los medios de “la gran deuda pública de Hungría” (Le Figaro), que es un 80% del PIB, como Alemania. El FMI, el Banco Mundial y la UE congelaron los préstamos a Hungría. El forint cayó.