Salvar la constituyente / Julio Mantilla

Es necesario advertir que un posible fracaso de la Asamblea Constituyente repercutiría gravemente tanto en la autoestima social, cuanto en peligrosos efectos geopolíticos. Su crítica situación ya no atañe solamente a incapacidades oficialistas, o a infantiles actos opositores. [size=xx-small][b]Artículos relacionados:[/b] .Frustraciones y esperanzas a un año de la Asamblea Constituyente / Jubenal Quispe .El proceso constituyente en Bolivia [/size]

1.-La disponibilidad histórica de un nuevo momento constitutivo.- La necesidad de una nueva Constitución Política surge cuando el “vaciamiento ideológico” del Estado del 52 produce una disponibilidad histórica irrepetible para la construcción de un verdadero Estado Nacional que sustituya la vieja República de opereta, que dominada por anquilosadas oligarquías racistas neocoloniales y ominosos centralismos permitió nuestro cercenamiento territorial y trabó el desarrollo de nuestra energía nacional. Hoy, pese a nuestras desventuras, el espíritu protector de la patria nos otorga las ventajas comparativas y competitivas emergentes de nuestra privilegiada colocación como núcleo geopolítico vital de América Latina, siendo preciso el fortalecimiento de un nuevo Yo Colectivo que logre enfrentar los retos del tercer milenio.

2.-El gran ausente. La situación de la Constituyente es de tal gravedad que nos obliga ir directamente a la identificación de las causas de la crisis. Bolivia, en uno de los momentos más importantes de su historia, sufre las consecuencias de un mal recurrente, y que trata de ser ignorado por la hipocresía de una sociedad hecha a medias. Se trata de un déficit en materia intelectual, ausencia que hace presencia justo en los momentos de mayor necesidad. La maldita herencia del bovarysmo intelectual que repercute en materia de producción propositiva, la ausencia de productores intelectuales que sustituyan las viejas creencias colectivas y propongan un nuevo proyecto nacional. Terrible drama que es necesario enfrentar buscando sus raíces mas profundas.

6.- Nuevas ausencias que hacen presencia. El triunfo del MAS y la asunción del primer presidente de origen aymara en la historia de Bolivia, fue ciertamente un hecho revolucionario. Adicionalmente, es necesario reconocer los logros de la nueva gestión gubernamental tanto en el control macroeconómico y acertadas medidas de política económica y social. Sin embargo, pese al discurso anticolonial y antiimperialista, en forma paradójica, el espíritu del Estado del 52 tiende nuevamente a mantener su vigencia. Así, el gobierno del MAS, ante la necesidad de diferenciarse del enfoque neoliberal, recurre a reproducir viejos discursos y significaciones ideológicas que caracterizaron la primera etapa del nacionalismo revolucionario (1952-1956). Esto se muestra fundamentalmente en la reiteración del culto Estatal como expresión simbólica revolucionaria, la convicción militante en que el área estatal de la economia constituye en si misma un espacio revolucionario, la continua reiteración de discursos nacionalizadores y, en forma paralela, se denota el alejamiento de aquellas propuestas de autogestión basadas en la recuperación del Ayllu, la ausencia de proyectos económicos y sociales vinculados a la recuperación de la memoria cultural indígena. Todo ello demuestra la ausencia de un proyecto nacional propio, situación que parece reiterar carencias intelectuales para la realización de un cambio del Estado del 52. A esto se suma una evidente orfandad en los debates ideológicos que deberían caracterizar a la Asamblea Constituyente.

7.- La orfandad de la Asamblea Constituyente.- La devaluación de la Constituyente, se expresó con claridad ante el retraso que sufrió su cronograma de trabajo y las protestas populares frente al requerimiento de ampliación de su vigencia. Ante ello, apresurados comentaristas no dudaron en afirmar que las causas de la crisis radicaban en la calidad de los representantes populares. Opinión absurda y reaccionaria que nuevamente trataba de esconder el déficit intelectual que sufre Bolivia en su capacidad de producir un nuevo proyecto estatal con capacidad de sustituir al viejo Estado del 52. El reconocer esta verdad afecta, principalmente a quienes, solventados por la educación publica, teníamos la obligación de conocer la realidad y no calcar y copiar sueños, utopías y proyectos que, por muy revolucionarios o modernos que parecieren no coincidían con lo nuestro. Aquí no se salva nadie, porque atañe tanto a técnicos no politizados, izquierdas, derechas e indianismos revolucionarios etc. Utilizando la humildad como método, dejemos las poses y en un abrazo fraterno convirtamos la Asamblea en una escuela de conocimiento de la realidad nacional, superando absurdos localismos o neuróticas pretensiones de imponer hegemonías alimentadas por el resentimiento de los fantasmas del pasado.

Fuente: Indymedia Bolivia - 07.08.2007

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