Prueba de fuego: América Latina frente a la crisis

Manuel Jesús Hidalgo*
Al finalizar el año 2008, América Latina y el Caribe se enfrentan, lo mismo que el resto del mundo, a un contexto signado por el inicio de la crisis estructural del capitalismo internacional. El desafío para las fuerzas políticas que llaman a construir el “socialismo del siglo XXI”, será enorme: catalizar el descontento mayoritario para abrir cauces a un mayor despliegue de la autonomía y de la capacidad de cambio de los pueblos. En estas circunstancias, previsiblemente, el conflicto y la protesta social se extenderán y profundizarán por todos los rincones. A dónde conduzca esa movilización social, qué capacidad de transformación política, económica, social y cultural alcance a nivel local, nacional y continental, será decisivo para el futuro no sólo de la región, sino del mundo. [size=xx-small][b]Artículos relacionados:[/b] . Teoría(s) de la dependencia / Atilio Borón[/size]

Al finalizar el año 2008, América Latina y el Caribe se enfrentan, lo mismo que el resto del mundo, a un contexto signado por el inicio de la crisis estructural del capitalismo internacional. Se ha puesto así término a una fase histórica que partió a fines de 2003 y que se prolongó hasta mediados del 2008, que -sobre la base de los altos precios de las materias primas y las bajas tasas de interés internacionales, que dieron sustento a un ciclo económico expansivo- significó una pausa en la crisis de las políticas neoliberales en la región y concedió márgenes de gobernabilidad importantes a las distintas fuerzas y actores políticos que encabezaron, y aún lo hacen, a los distintos países del continente.

Ahora, bajo el impacto de la crisis, esa gobernabilidad se verá sacudida y puesta a prueba. Si, como lo presagia la CEPAL , “el peso de la crisis económica perjudicará más a las familias de menores ingresos en América Latina y el Caribe que a otros sectores sociales”, la capacidad de cooptación de los sectores populares por parte de quienes se empeñan en administrar más o menos ortodoxamente el capitalismo neoliberal se reducirá sensiblemente, si no se hace sencillamente pedazos.

Igualmente, el desafío para las fuerzas políticas que llaman a construir el “socialismo del siglo XXI”, será enorme: catalizar el descontento mayoritario para abrir cauces a un mayor despliegue de la autonomía y de la capacidad de cambio de los pueblos. Sin el concurso de ese protagonismo popular, no se podrán resolver favorablemente los diversos dilemas que se presentarán en los distintos escenarios nacionales de la región.

El informe cepaliano agrega: “en una región que ya presenta elevados niveles de desigualdad, la crisis internacional profundizará la brecha existente entre los sectores más ricos y pobres de la población. En la actual coyuntura -con un crecimiento regional que pasará del 4,6% en 2008 a 1,9% en 2009 y una tasa de desempleo que subirá de un 7,5% a un rango entre 7,8% y 8,1% el próximo año-, se prevé que el bienestar de los hogares de menores ingresos será afectado adicionalmente por la negativa evolución que han tenido las remesas y los precios internos.”

En estas circunstancias, previsiblemente, el conflicto y la protesta social se extenderán y profundizarán por todos los rincones. A dónde conduzca esa movilización social, qué capacidad de transformación política, económica, social y cultural alcance a nivel local, nacional y continental, será decisivo para el futuro no sólo de la región, sino del mundo.

América Latina y el Caribe se ha ido convirtiendo en “un área privilegiada no sólo de resistencia al modelo neoliberal, sino de construcción de alternativas al mismo” y sus cambios políticos no sólo podrán apoyarse en los realineamientos geopolíticos que se están produciendo a escala mundial, sino que contribuir al mismo tiempo a construir un nuevo orden internacional multipolar, dentro del que nuestro continente aparezca proyectado a partir de su propia identidad y de sus propias fortalezas. En este sentido, la naturaleza y complejidad que adquiera el proceso de integración regional será otro plano decisivo de la confrontación que, crisis mundial de por medio, se agudizará durante los próximos años.

Un nuevo contexto económico y geopolítico mundial

El sistema capitalista, en tanto sistema de dominación planetario, ha entrado en su más grave crisis desde hace por lo menos 70 años. Es una crisis multidimensional –política, económica, social, cultural, militar-, a menos de 20 años de que se proclamara triunfante sobre sus adversarios, el movimiento popular y revolucionario internacional y el campo de países que intentaron construir el socialismo entre 1917 y 1988. A menos de 20 años que sus propagandistas afirmaran “el fin de la historia” y que no había más horizonte que el del mercado para regular la vida de los seres humanos.

El momento ha precipitado a partir de la crisis económica y financiera de los EE UU, pero no se limita ni a esas dimensiones ni a ese espacio. Como lo han destacado diversos analistas , al confluir y entrelazarse con otras crisis, la ecológica, la climática, la energética y la alimentaria, han dado lugar a una crisis global, sistémica, que compromete al conjunto del planeta y la supervivencia de la humanidad. Con más énfasis que a inicios de años 90, vuelve a hablarse de crisis de civilización, en la misma medida que las emergencias climáticas y ecológicas han puesto en evidencia los límites de una modernidad que contempla a la naturaleza sólo como objeto de explotación. Un cambio de época se abre paso, pero no está definida su dirección ni delimitados sus contornos.

El tiempo histórico se ha acelerado notablemente. En lo inmediato, el dinamismo de los acontecimientos está marcado sobre todo por el proceso de extensión e intensificación de la crisis económica y financiera. La recesión y sus consecuencias en el desempleo y los menores ingresos se extienden ya desde los EE UU, Europa y Japón hacia el resto del planeta. La profundidad de las ramificaciones de la crisis del sistema financiero internacional hace improbable que el dinamismo de las economías asiáticas y de otros países emergentes pueda sostener el crecimiento de la economía mundial en el corto plazo (2009-2010) y quizás más allá de eso.

Las múltiples medidas de salvataje, préstamos, capitalizaciones, líneas de créditos y de garantías otorgadas por los bancos centrales y los estados para contener el proceso de agravamiento de la crisis en EEUU y Europa, no logran aún restablecer la confianza de los inversionistas ni de los consumidores. Los mercados de crédito continúan prácticamente cerrados. Cada semana surgen nuevos bancos y grandes empresas en problemas, se cierran plantas y aumentan los despidos. Todo ello a despecho de que la tasa de interés ha sido llevada en EE UU, Europa y Japón a sus mínimos históricos.

Las autoridades de los países del capitalismo central están sumidas en el mayor de los desconciertos y no logran aún esbozar un conjunto de medidas coherentes con el que lograr contener la profundización de la crisis. En tanto esta incertidumbre se mantenga, tanto las bolsas de valores como las paridades cambiarias tendrán una elevada volatilidad; esto es, no tendrán una tendencia definida y previsible en sus constantes cambios. Alta volatilidad que podría persistir hasta 2 años más.

Como consecuencia de lo anterior, las decisiones de inversión y consumo se mantendrán frenadas y los intentos de reactivación por la vía de otorgar mayor liquidez al sistema financiero resultarán inútiles. Todos los bancos y empresas están preservando su propia liquidez frente a este escenario. Los pronósticos por ello, para el próximo semestre, son de una profundización de las tendencias recesivas, lo mismo que una caída en los precios de las materias primas, activos y bienes finales, que podría rondar el 20- 25% en el caso de los EE UU.

Esto explica el fortalecimiento del dólar y del yuan, ya que el capital especulativo ha tendido a salir de todos los demás mercados –emergentes, zona euro y Japón- lo mismo que de la tenencia de materias primas, para refugiarse en la moneda norteamericana (“fly to quality”), pues quien tenga mayor liquidez en esas circunstancias podrá aprovechar de las mayores oportunidades. Más a mediano plazo, el dólar podría volver a caer como reflejo de una economía que continúa elevando su deuda externa, pública y privada en forma masiva. Un endeudamiento para el que sólo se avizoran soluciones traumáticas.

Los flujos del comercio mundial y de las inversiones extranjeras están en un proceso de rápido debilitamiento y se pronostica que retrocederán claramente durante el próximo año. Esto derivará en una tendencia de los países a basar sus esfuerzos de crecimiento económico, en una mayor medida, en los mercados internos. Y podría derivar en mayores prácticas proteccionistas de los países del capitalismo central.

Los defensores de la globalización neoliberal han sufrido una aguda derrota ideológica, por las medidas prácticas que se han visto obligadas a tomar las autoridades del capitalismo central. El sistema financiero y monetario internacional afronta ahora una reforma inevitable, cuyo contenido, espacio y forma de acordarla están en disputa. En un intento por mantener ciertos parámetros dentro de ese empeño, EE UU convocó al G-20 para una reunión en noviembre que no condujo a ninguna acción concertada. Por otra parte, desde la Asamblea General de la ONU, se ha constituido una Comisión para la Reforma del Sistema Monetario y Financiero Internacional, con 15 expertos, encabezados por Joseph Stiglitz, de la que emanarán propuestas para una nueva “arquitectura financiera internacional” y un nuevo orden monetario, presagiándose que se abra paso el término de la hegemonía del dólar, la aparición de nuevas monedas regionales y el establecimiento de una nueva y verdadera moneda mundial de reservas.

En el plano geopolítico, las repercusiones de esta crisis son y serán de enorme trascendencia. La decadencia de la hegemonía de los EE UU es ya indiscutible, más allá de la enorme superioridad en armamento de que dispone. Su margen de maniobra se ha reducido sustantivamente y requerirá de aliados cada vez más esquivos para llevar adelante sus propósitos. El recambio de Bush por Obama no mejorará las cosas, rodeado como está el nuevo presidente de un equipo que garantiza una continuidad más que un cambio tanto en la política interna como externa de los EE UU . Peor aún, el nuevo gobernante se presenta comprometido con la agenda israelí en el Medio Oriente, en momentos que ésta evoluciona radicalmente hacia la captura militar de Gaza, la “limpieza étnica” de Palestina y el bombardeo inmediato de Irán.

Cabe esperar por ello un agravamiento de la crisis político militar de los EE UU, que no sólo saldrán derrotados de Irak, seguirán perdiendo el control de Afganistán, sino que se exponen a desatar un conflicto nuclear de imprevisibles consecuencias. Al aislamiento internacional que esta postura les llevaría, debe agregarse la sangría de recursos económicos y humanos que ella implicará y la profunda decepción y rechazo que encontrará en el movimiento ciudadano que respaldó y se esperanzó con la elección de Obama, lo que podría alterar el cuadro político interno en los EE UU.

De otro lado, el orden político multipolar es cada vez más patente. Más allá de una vacilante Unión Europea, son las potencias emergentes del llamado BRIC -Brasil, India, China y Rusia-, las que están coordinando sus posiciones para influir en los espacios de decisión internacionales. Además, cada una de ellas está fortaleciendo su liderazgo en su entorno regional respectivo y desplegando una mayor iniciativa político-diplomática, económica y militar, en vistas a su fortalecimiento y mayor autonomía. Si bien ninguno de estos países alienta una ideología global alternativa al capitalismo, todos mantienen un fuerte rol del estado en la economía, están por controlar sus recursos naturales, garantizar su propia autosuficiencia energética y alimentaria y hacer una enérgica defensa de su espacio geopolítico –lo que en todos los casos los confronta con aliados de EE UU-. China e India mantendrán, por último, ritmos de crecimiento importantes aún en 2009, entre 8% y 7% mientras que Brasil y Rusia lo harían por debajo de 3%.

La evidencia de estas tendencias en América Latina no ha tardado en aparecer. El debilitamiento de la influencia política de los EE UU en la región ha llegado a su punto más agudo desde hace más de 60 años. Sus recomendaciones y advertencias no son escuchadas, dos de sus embajadores han sido expulsados –de Venezuela y Bolivia- y muchos países adoptan un discurso abierto contra los EEUU, sin mayor temor a represalias. La reciente Cumbre de América Latina y el Caribe, integrada por todos los países del continente con la sola excepción de los EE UU y Canadá, ha sido un hito en esta perspectiva; lo mismo que la incorporación de Cuba al Grupo de Río, que se proyecta cada vez más como foro político continental.

Paralelamente, las giras presidenciales de Rusia y China por América Latina dieron cuenta tanto del interés estratégico de esas potencias en la región, como de las movidas de los países latinoamericanos por alcanzar mayor autonomía. La gira de Medvediev por Cuba, Venezuela y Brasil, las maniobras de la flota rusa con las armadas de Venezuela y Nicaragua, la visita de los buques rusos a La Habana y la navegación de ellos por el canal de Panamá, constituyen señales y mensajes a los EE UU en el plano político-militar. La gira de Hu Jintao por Cuba, Costa Rica y Brasil mostró, en cambio, que su país tiene básicamente un interés económico y comercial en la región, que se ha rubricado con su incorporación al BID como país donante con un aporte inicial de 350 millones de dólares.

Los recientes acuerdos de Venezuela con Rusia y de Brasil con Francia para dotarse de armamento y tecnología militar constituyen pasos de soberanía y afirmación de un poderío indispensable para enfrentar la disputa por la hegemonía en el continente latinoamericano.

Los desafíos de este entorno para América Latina y el Caribe

1.- Enfrentar la emergencia y avanzar en el cambio del modelo económico

Aumento del desempleo, caída de los salarios, encarecimiento del crédito, disminución de las remesas, extensión de la pobreza, agudización de la desigualdad: ese es el panorama económico-social que ya se está configurando en la región para los próximos años, como consecuencia de la crisis mundial en curso y de su impacto en nuestros países. Significa una reversión de tendencias 2003-2008, excepto en el tema de la desigualdad, que no dejó de crecer ni en la fase económica expansiva que ha concluido . El alza de precios de los alimentos 2007-2008 acrecentó la pobreza, particularmente en los países centroamericanos (que son además de los más pobres del continente, excepto Costa Rica), pero también en Bolivia, Ecuador, Chile, Uruguay y Venezuela.

Ante la evidencia de que esto no lo resolverá el mercado ni la iniciativa privada, hasta el más neoliberal de los gobiernos se está viendo obligado a desarrollar políticas contracíclicas, con los recursos de que dispone. Existe, eso sí, “una marcada diferencia entre los alcances de las políticas anunciadas en algunos países sudamericanos en comparación con algunas economías centroamericanas y caribeñas”, dada la disparidad de ahorro fiscal y reservas internacionales que los países tienen, señala la CEPAL . Los programas de estímulo al empleo, líneas de crédito a empresas de menor tamaño o rubros específicos, aumento del gasto en programas sociales; así como aumentos y anticipos de gasto en infraestructura, están a la orden del día. La provisión de liquidez en moneda nacional ha sido también una preocupación inmediata de los gobiernos.

El tema es hasta dónde y hasta cuándo serán eficaces estas medidas; que no terminan por dar cuenta de que lo que se ha agotado no es sólo un ciclo expansivo, sino que todo un esquema de desarrollo capitalista. Más allá de 2009, el dinamismo económico no podrá apuntalarse en el crecimiento exportador en las proporciones en que lo estaba haciendo. La caída de los precios y de los volúmenes de exportación en particular hacia los mercados de los países del capitalismo central, al igual que la caída de las remesas de migrantes reducirá sustantivamente los ingresos externos de nuestras economías.

Hasta que no se restablezcan nuevas bases monetarias y financieras en el plano internacional, es previsible que el comercio mundial permanezca fuertemente contraído. Si bien la demanda asiática podría otorgar un piso a los precios de los alimentos y materias primas que exportan los países latinoamericanos, en el mediano plazo este piso no será sensiblemente mayor al que se tiene por estos días. La consecuente caída de la rentabilidad contendrá las inversiones privadas en los rubros petroleros, mineros, forestales y de agronegocios, parte importante de los cuales se verán postergados.

El viraje hacia esquemas de crecimiento que otorguen una mayor ponderación a los mercados internos parece ineludible, que deberá vencer resistencias mentales y políticas de parte de quienes se aferrarán a seguir esperando que el mayor aliento venga “de afuera”. Sin embargo, no existirá posibilidad alguna de resolver el problema del empleo en la región, que no pase centralmente por un rediseño de la estrategia de desarrollo, concediendo al sector vinculado al mercado interno – sobre todo al de las empresas de menor tamaño, urbanas y rurales- un rol decisivo en el crecimiento económico.

Eso hace imprescindible que el estado recupere allí donde no la tiene y fortalezca donde la tiene, una capacidad efectiva de liderar el proceso de acumulación. La recuperación de la propiedad de los recursos naturales (mineros, petroleros, gasíferos, del agua, bosques, etc.) y de las empresas de sectores estratégicos (banca, energía, comunicaciones, transporte), resulta fundamental. Es el camino que ya han emprendido Venezuela, Bolivia, Ecuador.

El financiamiento de la transformación productiva que es necesaria, conlleva necesariamente a temas como la reconsideración de la deuda externa, por un lado, y de la estructura impositiva en nuestros países, por otro. El ejemplo del gobierno ecuatoriano, que auditoría de por medio, rechazó el pago de las deudas ilegítimamente contraídas, ha despertado interés en Paraguay, Bolivia, Venezuela y Brasil que están estudiando seguir este mismo procedimiento. De esta forma, se pondría fin a una injusta carga que pesa gravemente sobre la disponibilidad de recursos fiscales de muchos países latinoamericanos. Y en cuanto a las reformas tributarias, no puede prolongarse más la infamia de que en muchos países de la región, proporcionalmente a sus ingresos tributen más los pobres que los ricos y que la carga tributaria que pesa sobre empresas transnacionales y grandes grupos económicos sea lo reducida que es.

La redistribución de la riqueza y la realización de reformas democráticas profundas –la reforma agraria, de la salud, la educación, la seguridad social-, restableciendo en estos últimos aspectos el rol del estado como garante de los derechos económicos, sociales y culturales, constituyen otras líneas fundamentales a encarar en esta perspectiva.

2.- Cambiar la matriz energética y desarrollar patrones de producción, consumo y vida armónicos con la preservación de la naturaleza

El agotamiento de los combustibles fósiles, al mismo tiempo que el calentamiento global, hacen impostergable avanzar en el cambio de la matriz energética hacia formas de energías renovables y en la adopción de patrones de producción, consumo y de vida armónicos con la preservación de la naturaleza.

Las propuestas del presidente Evo Morales ante la reunión de Poznan y en vistas a la próxima Cumbre sobre Cambio Climático de la ONU, son un verdadero programa que debiera ser incorporado en la agenda y en la lucha de los movimientos sociales, puesto que como él señala “el mejor instrumento para enfrentar el reto del cambio climático no son los mecanismos de mercado, sino los seres humanos organizados, conscientes, movilizados y dotados de identidad”.

La concepción del desarrollo como “Vivir bien” o “Sumac Kausay”, así como los principios de solidaridad, complementariedad, reciprocidad y armonía entre los pueblos y la naturaleza, constituye un paradigma para la formulación de alternativas en el terreno económico que se nutre de la sabiduría ancestral de nuestro continente. Y un marco dentro del que debemos pensar modelos alternativos de producción, consumo y de vida. Lo que nos enfrenta con los esquemas de tipo extractivista, que debemos ir superando, en un proceso que no será fácil ni breve, por los ingresos que hoy nos significan los recursos mineros, petroleros y gasíferos y que hay que ver cómo reemplazar.

3.- Avanzar con la movilización y derrotar la violencia y la militarización

En el plano político, hay 3 grandes tipos de escenario hoy en la América Latina y el Caribe, que conllevan un problemática diversa y que se agudizará con el impacto de la crisis mundial.

Un primer tipo de escenario es el que se presenta en México, Colombia y Perú, y al que también podría asimilarse, a pesar de su menor complejidad estructural, El Salvador. Se trata de países en los que sus gobiernos tienen un fuerte alineamiento con Washington. Junto al manejo macroeconómico neoliberal, desarrollan políticas de “seguridad democrática” y de criminalización de la protesta social, que imponen cursos de militarización de la vida política y social nefastos. La fuerte presencia del narcotráfico y del crimen organizado, con extensos vínculos en las instituciones, brinda por otro lado la excusa para la intervención militar y de los EE UU en territorio nacional.

Los pueblos zapatistas e indígenas de México, los del Cauca que desarrollan la Minga Nacional de Resistencia, las comunidades que en Perú luchan contra el despojo de sus tierras y del agua por la explotación minera, los movimientos sociales salvadoreños, han venido gestando experiencias de lucha, organización y sobrevida, de espacios autonómicos, que se enfrentan al desafío de vencer la militarización y la guerra. La que no sólo proviene del estado, sino del narcotráfico, el crimen organizado, e incluso de sectores de la izquierda.

Los partidos y liderazgos de izquierda, aparecen en todos estos países encabezando la oposición y tendrán una fuerte oportunidad de desplazar a la derecha neoliberal en las próximas elecciones, merced al fuerte desgaste y a la carencia de discurso con que llegarán a esa instancia los gobiernos. López Obrador en México, el FMLN en El Salvador, el Polo Democrático en Colombia y las fuerzas de izquierda en Perú se verán en una compleja tarea, en caso que accedan al gobierno; en los que la lucha contra la corrupción y el narcotráfico y la depuración, democratización y reformulación de la doctrina de las Fuerzas Armadas serán esenciales.

El escenario contrapuesto es el que se presenta en Venezuela, Ecuador y Bolivia. Se trata de países en los que gobiernan líderes que se confrontan abiertamente con la política imperialista estadounidense. Junto con la recuperación del control de sus recursos naturales –petróleo y gas- han puesto en marcha procesos de refundación democrática de sus estados, reformas agrarias y programas de atención directa de los problemas sociales más básicos de su población. En el segundo semestre 2008, todos ellos ganaron elecciones y referendos con porcentajes superiores al 60 %, enfrentando una oposición que está combinando diversas formas de lucha para gestar la desestabilización política y propiciar el clima favorable para un golpe militar. En Bolivia la agresividad ha llegado al punto de asesinar grupos de campesinos indígenas por bandas civiles alentadas por autoridades de la oposición.

En la nueva coyuntura abierta por la crisis, los problemas de una mayor estrechez de los ingresos fiscales que derivarán de la caída de los precios del petróleo y del gas y su eventual impacto en el gasto social, intentarán ser usados por la oposición que redoblará sus maniobras populistas y separatistas. Deberán permanecer atentos además a la amenaza militar de los EE UU, actuando desde Colombia y Perú.

Los pueblos indígenas y los movimientos sociales de estos países se han visto a su vez tensionados por la relación con sus gobiernos; para mantener su autonomía y su capacidad de movilización. Los gobiernos no siempre han entendido que en esa movilización popular reside su mayor apoyo y la fuerza fundamental para derrotar las maniobras de la oposición; que han buscado encarar por caminos más bien burocráticos e institucionales. Resolver una adecuada articulación de las fuerzas del cambio será fundamental para derrotar política, jurídica, ideológica y socialmente a la oligarquía.

Finalmente, en la mayoría de los países de América Latina y el Caribe prevalecen gobiernos “progresistas” que guardan un alineamiento geopolítico preferente con la socialdemocracia europea, pero partidarios del “regionalismo abierto” inspirado por la CEPAL. Gobiernos que han combinado un manejo económico neoliberal con políticas sociales más o menos focalizadas en sectores de extrema pobreza.

Las fuerzas de la izquierda en estos países permanecen dispersas, algunas al interior de las coaliciones de gobierno y otras fuera. De hecho, el sistema de partidos tiende al bipartidismo, con la derecha neoliberal como oposición más configurada. Pero existe además un distanciamiento de su dinámica respecto de la que impera en los movimientos sociales, que miran con creciente distancia el accionar de los partidos.

Los movimientos sociales presentan en ellos un grado menor de ascenso en sus movilizaciones y prevalecen aún amplios sectores de la población cooptados por el sistema tradicional de partidos y la economía de mercado, en una profunda alienación política. En presencia de la crisis, cabe esperar una activación mayor de sus luchas que deberán sortear no sólo los renovados intentos de cooptación sino también la represión y los intentos de teñir de violencia y criminalizar la protesta social. Sin embargo, sólo esta movilización podrá cambiar el escenario político en estos países, tensionando a las fuerzas de izquierda para que puedan convertirse en alternativas de gobierno.

4.- Avanzar con la integración continental y bolivariana

La emergencia de la crisis mundial, está acelerando la disputa acerca de qué esquema de integración es el que se impone y bajo qué principios efectivos ésta se desarrolla. Aunque Uribe (Colombia) y García (Perú) siguen cifrando expectativas en concretar TLCs con los países del capitalismo central –y como reflejo de lo cual se privaron incluso de asistir a la cinco cumbres simultáneas realizadas en diciembre pasado en Salvador de Bahía-, las miradas del conjunto están cada vez más puestos en los procesos que lideran Brasil, por un lado y Cuba-Venezuela, por otro.

Brasil ha dado un paso histórico al convocar la Cumbre de América Latina y el Caribe (CALC) como nuevo espacio de integración continental, así como al encabezar el acuerdo de una agenda de cooperación en 12 temas sustantivos , dentro de los que se buscará articular los avances de los distintos mecanismos de integración regionales y subregionales pre-existentes. Se suma al avance que significó la creación de UNASUR, para los países suramericanos, a mediados de mayo 2008 y que ya mostró una eficacia para intervenir en apoyo a la democracia boliviana, cuando el intento del “golpe prefectural” en agosto de 2008.

Se trata de espacios que establecen un marco para la unidad y la integración, al mismo tiempo que relevantes para la interacción de la sub-región y el continente con el resto del mundo. De ritmo más pausado, estos espacios tendrán una importancia mayor para afirmar la soberanía continental en el terreno político y de la seguridad, frente a las viejas y nuevas potencias externas, así como para afinar posturas comunes en vistas a la intervención en los foros mundiales. En cuanto a la crisis, por ello, quizás si el acuerdo más significativo es que se haya concordado en construir una posición común ante la Conferencia de Alto Nivel sobre la Crisis Financiera que tendrá lugar en marco de la Asamblea General de Naciones Unidas en el primer semestre de 2009.

No cabe esperar de ellos, sin embargo acuerdos más concretos e igualmente necesarios en el terreno económico, comercial y financiero de la integración. El liderazgo de Brasil en estos aspectos se desdibuja por el privilegio que concede a sus intereses nacionales y de sus empresarios privados, en las relaciones con sus países vecinos, todos ellos de menor tamaño y poderío global. Esta actitud ha derivado en el pasado en conflictos con Argentina, en la cancelación del proyecto del Gasoducto del Sur y este año en una prórroga del inicio efectivo de las operaciones del Banco del Sur. Por otra parte, las medidas agresivas, en lo diplomático, político y militar, con que Brasil ha encarado conflictos recientes con Ecuador, Bolivia y Paraguay, han llevado a que más de alguien se pregunte si acaso Brasil no está confundiendo el proceso de integración con la construcción de su “patio trasero”, al más puro estilo imperialista .

Más inspiradores y prácticos, en las dimensiones económicas y sociales resultan los procesos de integración bolivariana, de ALBA y Petrocaribe, así como los de Cuba con el CARICOM. Estos destacan por la implementación de acciones concretas que ponen en práctica los principios de solidaridad, complementación y trato especial y diferenciado a las economías más pequeñas y vulnerables. Pero al mismo tiempo, por la mayor rapidez para encarar propuestas que rompen con los parámetros de las instituciones propias del neoliberalismo. Durante estos meses, la III Cumbre Cuba-CARICOM así como la III Cumbre Extraordinaria del ALBA , constataron avances y resolvieron nuevos importantes acuerdos.

El más trascendente, es el relativo a “construir una Zona Monetaria que incluya inicialmente a los países miembros del ALBA (la mancomunidad de Dominica participaría en calidad de observadora) y a la República del Ecuador, mediante el establecimiento de la Unidad de Cuenta Común SUCRE (Sistema Unitario de Compensación Regional) y de una Cámara de Compensación de Pagos. La creación de esta Zona Monetaria se acompañará del establecimiento de un Fondo de Estabilización y de Reservas con aportes de los países miembros”. Propuesta que fue planteada y extendida al resto de los países del continente, en la Cumbre CALC.

Avanzar con flexibilidad, pero con sentido de la urgencia histórica; combinando estos dos tipos de procesos, manteniendo su unidad, pero desarrollando la lucha política e ideológica al respecto de ellos, es que aprovecharemos de mejor forma la oportunidad histórica que brinda este momento, dada la compleja realidad de nuestro continente.

5.- Fortalecer el protagonismo popular en la construcción de alternativas

La posibilidad de dar un salto histórico que coloque a nuestro continente en el camino a su definitiva independencia y realización política, económica, social y cultural es la que está en juego en el cambio de época que empezamos a vivir.

Para salir airosos de esta prueba de fuego, la clave estratégica fundamental es fortalecer el protagonismo popular en todos los desafíos particulares que enfrentamos. Lo que no significa desconocer el trascendente rol que están jugando algunos nuevos líderes que han emergido, sabiendo catalizar el clima creado por los movimientos sociales y el estado de ánimo mayoritario de nuestros países, para alcanzar las victorias electorales que han empezado a cambiar el panorama político en la región. Pero sólo una creciente conciencia y organización de las amplias mayorías populares nos permitirá dar continuidad y profundidad al largo y complejo proceso de cambios que nos espera.

Fortalecer la reconstitución de los movimientos populares, de la identidad de los nuevos sujetos del cambio, al calor de las luchas sociales por venir resulta fundamental. No es extraño, al respecto, que sean los pueblos indígenas los que marchen a la vanguardia de estos procesos en muchos países de la región, poseedores como son de una identidad que se ha mantenido por más de 500 años de opresión y que en las últimas décadas volvió a reasumirse con fuerza. Es esa identidad, de la que brota una cosmovisión y una forma de vivir alternativa, lo que se suele llamar un proyecto.

Por el contrario, amplios sectores de trabajadores, jóvenes y pobres urbanos, despojados de una conciencia de clase, mercantilizados o alienados por la cultura de la sociedad del espectáculo, de la violencia y del crimen, permanecen en nuestras ciudades sumidos en el individualismo, la despolitización o adscritos a seudo-identidades como las que les proporcionan las pandillas, las maras, el sicariato, el crimen organizado, las “barras bravas”, las sectas políticas o religiosas.

Un profundo conocedor y acompañador de los procesos de nuestros pueblos nos dice que en este momento histórico “los movimientos sociales profundizarán los cambios que ya vienen procesando en los últimos años. Uno de los más notables puede ser la expansión de articulaciones entre los de abajo, como las que promueven zapatistas y los Sin Tierra, con modos y formas diversas, y en la que están empeñados movimientos argentinos, bolivianos, peruanos....” .

Crear espacios en que se reconstruya la identidad, y se construya una mayor y más integradora, que nos permita soñar ese mundo que incluya todos los “otros mundos”, alentar la autonomía de los movimientos sociales y pueblos indígenas, su capacidad de crear alternativas, es el camino que debemos seguir para abrir paso a los profundos cambios que conlleva el re-invento de nuestra América, como el continente en que se celebra la Vida.

Notas

1_ “Balance Preliminar de las economías de América Latina y el Caribe”, 22 de diciembre, cepal.org
2_ “América Latina. ¿el eslabón más débil?”, Emir Sader, 18 de diciembre www.alainet.org
3_ “Ellos no aman la vida”, Leonardo Boff, 5 de diciembre de 2008, alainet.org; “La gran depresión del siglo XXI inaugura la ‘administración Obama’”, Wim Dierckxsens, 1 de diciembre de 2008, observatoriocrisis.org.; “Rostros de la crisis”, Jorge Beinstein, 29 de octubre de 2008, observatoriocrisis.org
4_ “Las elecciones en Estados Unidos”, Noam Chomsky, iade.org.ar
5_ “Barack Obama, el primer presidente judío de los Estados Unidos”, James Petras, 18 de diciembre de 2008, rebelion.org
6_ “Hacia un mundo descentralizado” Philip S. Golub, Le Monde Diplomatique, edición chilena N°91, noviembre de 2008.
7_ “Balance Político de América latina 2008”, Rosendo Fraga, nuevamayoría.com
8_ “Panorama social de América Latina 2008”, diciembre de 2008, cepal.org
9_ “Balance Preliminar de las economías de América Latina y el Caribe”, 22 de diciembre, cepal.org
10_ “Sudamérica: se acorta el tiempo”, Raúl Zibechi, 21 de noviembre de 2008, jornada.unam.mx
11_ “Salvemos al planeta del capitalismo”, Evo Morales, 3 de diciembre de 2008, rebelion.org
12_ “Declaración de Salvador, Bahía”, 18 de diciembre de 2008, sela.org
13_ “¿Está construyendo Brasil su propio “patio trasero”?”, Raúl Zibechi, 5 de diciembre de 2008, ircamericas.org
14_ “Declaración de Santiago de Cuba”, 8 de diciembre de 2008, adital.com.br
15_ “Declaración de la III Cumbre Extraordinaria del ALBA-TCP”, 26 de noviembre de 2008, alternativabolivariana.org
16_ “Crisis financiera: oportunidad para América Latina”, Raúl Zibechi, 10 de octubre de 2008, La Jornada

*Economista, asesor sindical y adherente de ATTAC. Miembro Observatorio Social de Amerindia.

Fuente: [color=336600] Observatorio Social de Amerindia - 31.12.2008 [/color]

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