MERCOSUR, ALCA y el Sistema Agroalimentario Argentino *

[b]Realidad Económica 185[/b] [b]Miguel Teubal **[/b] [b]Javier Rodríguez***[/b] * Trabajo presentado en las Segundas Jornadas Interdisciplinarias en Estudios Agrarios y Agroindustriales. 7, 8 y 9 de noviembre de 2001, Facultad de Ciencias Económicas, PIEA, UBA. ** Economista, Profesor Titular Regular de la UBA, Investigador Principal del CONICET *** Economista, Profesor Adjunto de la UBA, Becario del CONICET. 1 En el crecimiento de las exportaciones al Brasil, ha incidido significativamente el Arancel Externo Común, (AEC) que se instauró como parte de la integración Mercosur.

La inserción internacional de la Argentina en el mundo durante la década de los noventa no puede separarse de la conformación y consolidación del MERCOSUR. En la actualidad, frente a éste se encuentra el proyecto ALCA impulsado, desde un primer momento, por el Gobierno de Estados Unidos.

La versión neoliberal del MERCOSUR lo reduce a un mero y único aspecto: la liberalización del mercado. Sin embargo, el afianzamiento de la integración de la Argentina en el marco de los países del MERCOSUR, involucraría no sólo aspectos comerciales de la integración, sino también educativos, culturales y de cooperación científica - tecnológica.

En este artículo se plantea la importancia que ha tenido y tiene el MERCOSUR para el agro y las agroindustrias argentinas, por su condición de mercado relevante para las exportaciones cerealeras, lácteas, algodoneras, arroceras y de otros productos agropecuarios de nuestro país. La instauración del ALCA, justamente, implica que gran parte de estos mercados sean resignados a intereses estadounidenses o canadienses, con el agravamiento de la crisis local.

Contrariamente a lo que muchos habían pronosticado hace algunas décadas los procesos de globalización no han determinado la conformación de un "mercado mundial único" que funcione sin trabas de ninguna especie y sea accesible a todos los miembros de este planeta (países, empresas, y ciudadanos) por igual. La multilateralización de la economía mundial no se ha materializado en la medida de lo esperado. Más bien se ha puesto de manifiesto un aumento en las restricciones al comercio interbloques inducido en gran medida por las potencias capitalistas más avanzadas, probablemente debido a las mayores rivalidades entre éstas que se manifiestan en la arena mundial. En este contexto se destacan, entre otros fenómenos, la aparición de barreras no arancelarias, exenciones especiales (tarifarias, impositivas), la aplicación de cuotas y restricciones "voluntarias" a las exportaciones particularmente de los países del tercer mundo (Teubal, 1998 ; Faroppa, 1996).

En efecto, ese "mercado mundial libre" ha resultado una entelequia, en gran medida vacío de contenido. En la economía mundial los países más industrializados tienen más poder para imponer condicionamientos y reglas de funcionamiento que los menos industrializados. Es por ello que, tal como lo destacan numerosos autores, desde 1980 a esta parte, el "libre cambio" en el marco de la competencia perfecta no necesariamente fue expandido en la medida en que era de esperar. Estados Unidos respondió a su pérdida de competitividad frente al Japón y a la Unión Europea con medidas restrictivas y el uso de represalias de diversa índole. Por múltiples razones sus empresas y las de las demás potencias industrializadas son las que más fácilmente visualizan la "economía mundial" como el ámbito natural para la expansión de sus actividades, mucho más que las empresas asentadas sobre los países periféricos.

En este contexto, no es de extrañar que a la par del impulso dado a los procesos de globalización hayan surgido la configuración y/o el fortalecimiento de diversos bloques económicos regionales, con la UE (Unión Europea), la ZLCAN (Zona de Libre Comercio de América del Norte más conocido por sus siglas en inglés NAFTA) y el ASEAN asiático a la cabeza. Dichos bloques forman parte del marco institucional en el que se desenvuelven tanto las grandes empresas transnacionales, actores privilegiados de los procesos de globalización, como los gobiernos y sectores sociales de importancia. El hecho de que existan bloques económicos diferentes prefigura cierta rivalidad entre las empresas transnacionales vinculadas con estos bloques, así como intereses divergentes que propician los gobiernos de los países que los integran. En esencia, el proceso de globalización pone de manifiesto que las rivalidades entre grandes intereses regionales siguen tan vigentes como antes, siendo la conformación de diversos bloques regionales una manifestación concreta de esa divergencia de intereses.

En este contexto debemos considerar el proyecto de la creación de un Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA), que puede ser considerada como una extensión del proyecto ZLCAN a todo el continente. Estados Unidos necesita consolidar su propio bloque económico para enfrentar a sus rivales europeos y japoneses. La ZLCAN, el espacio económico que incluye Canadá y México y que comenzó a funcionar en 1994, fue el primer paso en la consolidación de este proyecto corporativo de EUA, un proyecto que le daría vía libre a sus corporaciones para expandirse sin "trabas de ninguna especie" hacia todo el continente.

No sólo se plantearía entonces una zona de libre comercio con la liberalización de los aranceles sobre el comercio regional, dejándose de lado la constitución de un arancel externo común para toda la región o para subregiones como el MERCOSUR, sino también -y esto es un elemento importante del proyecto ALCA- sería impulsada la coordinación de políticas continentales, lo cual podría implicar la institucionalización de políticas de liberalización y ajuste estructural en todo el continente. Se produciría de este modo la institucionalización de una suerte de disciplinamiento económico y social, que evitaría los posibles "proyectos díscolos" que pretendieran apartarse de los preceptos neoliberales más preciados del "pensamiento único". O sea, se trataría de la consolidación continental de los ajustes estructurales ya impulsados, al afianzarse un proyecto comercial, económico pero también férreamente político acorde con los intereses de las grandes corporaciones y el gobierno estadounidenses.

Negociaciones en torno del ALCA
El proyecto ALCA fue impulsado, desde un primer momento, por el gobierno de Estados Unidos. A fines de 1994, (es decir, el mismo año en que se puso en acción la ZLCAN) los jefes de estado de países americanos, suscribieron una declaración expresando la decisión de iniciar las negociaciones en torno de la conformación del ALCA, las que debían culminar antes del año 2006. Dicho espacio comprendería todos los países del continente americano, con excepción de Cuba, y consistiría en un área de libre comercio en la que se eliminarían las barreras arancelarias y no arancelarias al comercio intrazonal de bienes y servicios, así como a las inversiónes.
Sin embargo, las negociaciones formales para la constitución del ALCA sólo comenzaron en abril de 1998, es decir, tres años y medio más tarde. Entre sus objetivos explicitados se encuentran la "progresiva eliminación de las barreras al comercio y a las inversiones en el hemisferio occidental". Como consecuencia de las mencionadas negociaciones, en el marco del ALCA fueron constituidas una serie de comisiones: agropecuaria; acceso a mercados; inversiones; servicios; gestión de gobierno; resolución de conflictos; derechos de propiedad intelectual; subsidios, políticas antidumping y derechos compensatorios; y políticas competitivas. El agro constituye un objetivo específico para ser negociado que no sólo posee una comisión especial sino que también tiene que ver con otras comisiones, por ejemplo, la de acceso a los mercados, y la que trata los subsidios, políticas antidumping y derechos compensatorios.

Las negociaciones se llevan a cabo entre 34 países del continente, incluyendo EUA. Según fue establecido, "todos los aranceles (de todos los países) fueron puestos sobre la mesa de negociaciones incluyendo los que gravan las importaciones de productos agropecuarios". Cabe destacar la importancia que se la ha dado en EUA al proyecto ALCA, tal como lo señala un documento del Departamento de Agricultura "dado que las negociaciones globales de gran alcance quedaron estancadas a partir de Seattle, los pactos comerciales regionales, tales como el ALCA aparecen como importantes mecanismos para la expansión del comercio y las oportunidades de inversión (de Estados Unidos)" (Burfisher y Link, 2000).

La Argentina y el Mercosur
La inserción internacional de la Argentina en el mundo durante la década de los noventa no puede separarse de la conformación y consolidación del MERCOSUR y, en particular, del afianzamiento de estrechas e importantes relaciones comerciales con el Brasil. Una parte de esta inserción tiene que ver muy particularmente con el comercio intrazonal de productos agropecuarios y de origen agropecuario (los denominados MOA: Manufacturas de Origen Agropecuario).

El Brasil, y por antonomasia el MERCOSUR, son en la actualidad los principales destinatarios de nuestras exportaciones, así como también importantes fuentes de nuestras importaciones. Las exportaciones totales de nuestro país aumentaron de 8,1 mil millones de dólares en 1984 a más de 23,3 mil millones en 1999, o sea, fueron casi triplicadas. En cambio las exportaciones de nuestro país al MERCOSUR pasaron en el mismo lapso de 655 millones de dólares a más de 7 mil millones de dólares, es decir, fueron incrementadas aproximadamente once veces. Como consecuencia, la importancia relativa del total de nuestras exportaciones al MERCOSUR pasó de representar el 8,1% de nuestras exportaciones totales en 1984 al 30,3% en 1999, con un pico en 1997 con 36,3% de nuestras exportaciones destinadas al MERCOSUR.

El considerable incremento de la importancia del MERCOSUR para la Argentina se repite en los otros países miembro. En efecto, para todos los países que integran el Mercosur, éste aumentó significativamente su importancia en los últimos lustros, habiendo aumentado más el comercio intra-Mercosur que el comercio de sus países miembro con otras regiones de la economía mundial.

Dentro del MERCOSUR el comercio bilateral de la Argentina con el Brasil asume un rol preponderante. Mientras que en los años 1984-88 el Brasil abarcaba en promedio tan sólo el 7,4% de las exportaciones argentinas totales, esa cifra trepó al 24,4% en 1999 habiendo alcanzado un máximo del 30,8% en 1997 1. El Brasil en los noventa fue el principal destino de las exportaciones argentinas, mientras que en la década de los ochenta, eran destinos más importantes EUA, los Países Bajos y la URSS. Después del Brasil, Estados Unidos, Chile, los Países Bajos, el Uruguay y España fueron los principales destinos de las exportaciones argentinas en 1999. Las exportaciones argentinas a otras regiones son también importantes, pero menores de las que realiza el país al MERCOSUR. En 1999 nuestro país destinaba 8 % de sus exportaciones totales a Chile, 11,3% a EUA y 21,2% a Europa (excluyendo la ex URSS) (cuadro Nº1).

Cuadro Nº 1. Argentina: exportaciones totales por países y/o zonas.

Fuente: Elaboración propia sobre la base de IBGE e INDEC.

Los rubros para los cuales la Argentina tiene alguna importancia como mercado son café, té, mate especias, y azúcares y productos de confitería.

El caso del azúcar es uno de los pocos en el que la producción brasileña de un producto agropecuario o agroindustrial de relevancia, presenta cierta injerencia en los mercados locales.

El Brasil subsidia la producción de azúcar por medio del programa PROALCOHOL. Nominalmente sólo subsidia la producción de alcohol; sin embargo, tal subsidio genera un cambio en los costos de producción del azúcar. Por esa razón puede ser vendido a un precio inferior. Aun en este caso, las ventas de azúcar del Brasil a la Argentina son escasas. Sin embargo, se estima que este subsidio brasileño también contribuye a la generación de una enorme oferta por parte de este país de azúcar a la economía mundial, lo cual contribuye a la caída de sus precios internacionales, reduciendo la rentabilidad de las exportaciones locales. En definitiva, esta dificultad para exportar genera en la Argentina una sobreoferta, que empuja a la baja el precio de ingenio del azúcar.

El Brasil se ha mostrado renuente a abandonar el programa PROALCOHOL, porque entiende que lo ayuda a superar la escasez de combustible de origen petrolero. Es debido a la situación generada por este programa, que el azúcar cuenta con un régimen especial dentro de la integración MERCOSUR.

La Argentina y MERCOSUR frente al ALCA

¿Cuáles podrían ser las implicaciones del establecimiento del ALCA para los países latinoamericanos en su conjunto y, en particular, para proyectos regionales opcionales tales como el MERCOSUR?
El MERCOSUR, a diferencia del TLCAN (e incluso de lo que podría llegar a ser el ALCA), es todavía un proyecto abierto, en plena construcción. Constituido por cuatro países del tercer mundo, con un grado más o menos semejante de "desarrollo" (o por lo menos sin las disparidades existentes entre Estados Unidos y Canadá por una parte y México, por la otra) MERCOSUR incluye en su seno diferentes proyectos de integración que incluso podrían ser considerados contradictorios entre sí, y que habrían de influir sobre su evolución futura. Los objetivos del proyecto MERCOSUR son diferentes para diversos sectores, dadas las perspectivas divergentes que presentan distintos actores sociales. En este sentido el proyecto MERCOSUR podría tener orientaciones diversas en el futuro.

Por una parte, está el proyecto neoliberal del MERCOSUR. Según esta perspectiva el MERCOSUR debe ser considerado como un paso transicional hacia la plena liberalización de las economías de la región. Los que propician esta perspectiva, lo ven como un bloque tendiente a fusionarse indefectiblemente -y podría decirse también en forma subordinada- en el proyecto ALCA. Se trata del proyecto que propiciaba claramente el gobierno de Menem, y también Cavallo en la administración De la Rúa, respondiendo a las propuestas de los grupos más neoliberales.

El desarrollo que hasta ahora ha tenido el MERCOSUR no ha sido necesariamente contradictorio con este proyecto neoliberal. Por una parte, se concentró esencialmente en la reducción de los aranceles aduaneros, tendiendo hacia la liberalización del mercado intra-zonal como un objetivo en sí mismo. En este sentido el MERCOSUR, hasta ahora, ha sido una de las formas en que el capital transnacionalizado pudo incrementar su participación en los diversos mercados, en un ámbito ahora expandido. También se avanzó en cierta coordinación de políticas, regímenes especiales para la industria automotriz y acuerdos sobre el establecimiento de un arancel común. Sin embargo, la falta de espacios de promoción de la pequeña y mediana industria ha llevado a que quienes aumentaran las exportaciones debido al auge que trajo consigo la demanda brasileña, fueran esencialmente grandes empresas, que de esta manera incrementaron su participación en las ya de por sí concentradas exportaciones. Mientras que más del 30% de las exportaciones del sudeste asiático la realizan las PYMES (Gatto, 1995) en el caso argentino dicha cifra sería del 7,5%. En general, los sectores que más exportan al Mercosur siguen siendo mayoritariamente las grandes empresas, grupos económicos o transnacionales, mientras que las pequeñas empresas, sin proyectos desde el gobierno que las favorezcan, han reducido su participación.

El hecho de que se impulsara el proyecto neoliberal del MERCOSUR hizo que en esta integración tuvieran una participación privilegiada los grandes grupos económicos locales y los gobiernos. Se dejó de lado, en el proceso de integración, la participación de la pequeña industria, los pequeños productores e incluso los trabajadores. "Ni el grueso de la pequeña y mediana producción, ni los asalariados, ni los trabajadores por cuenta propia, ni los actores sociales vinculados con otros planos que no sean los de la dinámica del intercambio comercial, han participado -o lo han hecho muy limitadamente- de las posibles ventajas del proyecto integrador en marcha" (Rofman, 1997: 115)
Aquellos que defienden el proyecto neoliberal del MERCOSUR proponen ahora incluso su disolución, para entablar "negociaciones directas" con Estados Unidos. Además, tienden a ser los que proponen la "dolarización" de la economía argentina (entre otras propuestas de muy dudosa naturaleza), conjuntamente con otros mecanismos que van eliminando paulatinamente los márgenes que pudieran existir para la coordinación de políticas entre los países miembro tanto en materia económica, como social y política.

Frente a este proyecto para el MERCOSUR, se encuentra otro que podríamos caracterizar como "desarrollista", o simplemente industrialista. Es el que impulsan fundamentalmente sectores empresariales del Brasil, e incluso del gobierno brasileño, así como dispersos sectores de las PYMES argentinas.

Los "desarrollistas" plantean la necesidad de consolidar el MERCOSUR como espacio propio de un conjunto de países con niveles de desarrollo relativamente iguales, incluso para negociar en bloque y con más fuerza su ingreso al ALCA. Por cierto que el Brasil es el país hegemónico de este espacio económico en el marco del cual se presentan, muchas veces, reglas de juego inciertas. Dentro de este contexto, la política exterior de la Argentina, ha sido esencialmente liberalizadora frente a una política económica externa mucho más proteccionista del Brasil. La inexistencia de mecanismos reales de coordinación y/o negociación ante, por ejemplo, la devaluación del real, hizo aparecer esta medida como una amenaza para la Argentina. Medidas recientes del gobierno argentino que en los hechos tiraban por la borda la posibilidad de avanzar en el establecimiento de un arancel común, propio de un mercado común, también conspiran contra la consolidación del Mercosur. Pese a la existencia de numerosos conflictos cabe destacar que el Brasil no es igual que Estados Unidos, ya que el Brasil necesita de la Argentina y de una política exterior coherente de este país, tanto como la Argentina necesita del Brasil. Esto se ve claramente en lo económico y específicamente en lo que atañe al comercio intrazonal de productos de origen agropecuario.

En este sentido, consolidar el MERCOSUR, entendiendo que consolidar no es sinónimo de liberalizar, desde la perspectiva "desarrollista" podría considerarse como un proyecto estratégico más importante frente a las demás propuestas en juego, incluyendo el ALCA.

La posibilidad de impulsar un desarrollo regional que consolide antes que nada los intereses regionales, frente a otros intereses vinculados con los procesos de globalización, constituye un objetivo manifiesto de la perspectiva desarrollista a que aludimos. Asimismo, avanzar en la consolidación del MERCOSUR involucra la conformación de una unión aduanera, y un mercado común, o sea, un espacio económico con un arancel externo común y con una importante coordinación de políticas a la usanza de la Comunidad Europea, a diferencia de lo que constituye una simple zona de libre comercio.

El afianzamiento de la integración en el marco de los países del MERCOSUR involucraría no sólo aspectos comerciales de la integración, sino también educativos, culturales, y de cooperación científico-tecnológica. La versión neoliberal del MERCOSUR lo reduce a un mero y único aspecto: la liberalización del mercado. La carencia de mecanismos institucionales, de información, discusión o hasta de coordinación de políticas macroeconómicas, explica que cada medida del país vecino tome por sorpresa a las autoridades del nuestro -y viceversa- afectando negativamente a numerosos actores sociales de ambos países, así como a la opinión pública. Igual situación ocurre con, por ejemplo, los recientes y drásticos vaivenes de la política económica argentina que tiende a despreciar significativamente el Mercosur, y que afectan su consolidación. En definitiva, en este aspecto de la coordinación de las políticas económicas el Mercosur tiene un carácter bastante distinto del que tuvo la Unión Europea en sus comienzos y en décadas recientes.

No cabe duda de que todavía existen espacios económicos y de poder, básicamente en el Brasil, que promueven una industrialización regional basada sobre intereses empresariales locales, o bien regionales. El fortalecimiento de este espacio regional, para el cual deberían promoverse medidas activas de diferente naturaleza que impulsen tanto un desarrollo industrial como agropecuario local, frente a medidas de liberalización mundiales, o como parte de políticas defensivas frente a los subsidios y restricciones que los países altamente industrializados aplican en defensa de sus propias empresas, constituye objetivo esencial del ideario desarrollista. Se percibe claramente que la consolidación del MERCOSUR como un espacio autónomo, puede desempeñar un papel importante frente a otros bloques económicos en juego en la actualidad.

Evidentemente, éstos no son los únicos proyectos MERCOSUR que podemos visualizar. Existen numerosos proyectos que hacen hincapié en aspectos sociales, tendientes a la integración regional de una serie de intereses y organismos populares, que le darían al MERCOSUR un cariz netamente diferente al que tiene en la actualidad: el MERCOSUR laboral, de los universitarios, de los productores y trabajadores rurales, medianas y pequeñas empresas, etc. El ingreso al ALCA podría constituirse en una traba al avance de estos múltiples planes que impulsan los diferentes movimientos sociales de la región.

Mientras que en el caso del MERCOSUR pueden observarse la existencia de dos proyectos claramente diferenciados, la consolidación del ALCA impulsaría la adopción de los postulados neoliberales respecto de la política económica externa de los países miembro. En este sentido, el ALCA está claramente contrapuesto a la construcción y consolidación del MERCOSUR. Estados Unidos parece entender esto, y procura por lo tanto apurar las negociaciones en torno del ALCA, a fin de poder avanzar antes de que el MERCOSUR sea una realidad "sin posibilidad de retorno". En este sentido, "ambos bloques difieren profundamente, tanto en intereses económicos a largo plazo, en la calidad de la inserción y la diversificación de intereses político-económicos, así como en la visión que ambos tienen sobre el sistema internacional y las relaciones internacionales." (Bernal Meza, 1999)

La disputa por el mercado brasileño.
No cabe duda de que hasta las crisis sucesivas que se manifestaron en la segunda mitad de la década de los años 1990, el MERCOSUR avanzaba significativamente, ejerciendo un papel importante para el crecimiento de la Argentina. Tal como fue señalado más arriba, casi un tercio de las exportaciones argentinas se destinó al MERCOSUR, incluyendo una parte apreciable de las exportaciones de manufacturas de origen industrial. En la actualidad el país tiene un saldo favorable de su balanza comercial regional, exportando más que lo que importa del MERCOSUR, fundamentalmente con el Brasil.

El MERCOSUR es particularmente importante para el agro argentino, siendo un mercado relevante para las exportaciones cerealeras, de lácteos, algodoneras, arroceras, y otros productos agropecuarios de nuestro país. En la década de los noventa, la demanda brasileña por esta producción ayudó en gran medida a impulsar o a detener, de alguna manera, su caída. Es cierto que, como por ejemplo en el caso del arroz, la caída de la demanda brasileña generó una crisis en el complejo arrocero local de grandes proporciones. En este ejemplo, la caída de la demanda externa se debió a la adopción, por parte del Brasil, de medidas proteccionistas reclamadas por los pequeños productores de ese país (Garzón, 1999).

En el caso de los lácteos, la demanda del país vecino fue una condición necesaria para que el mencionado complejo adquiriera un sesgo más exportador que el que tenía en años anteriores. Aquí también se dio la protesta de los productores brasileños, que observaban con recelo cómo los productos de origen argentino competían con ventajas en precio frente a sus productos locales. El conflicto, que se llevó a negociación por cuanto los productores brasileños acusaban de dumping a los argentinos, se zanjó con la fijación de un precio mínimo para la venta de la leche, considerado como libre de dumping.

Los dos ejemplos brevemente comentados, denotan que la construcción de un MERCOSUR, dados los diversos intereses en juego, sin duda no es una tarea sencilla. Aparentemente el gobierno brasileño es más propenso a defender los sectores sociales de ese país, comparado con el argentino, imbuido bastante más por las falacias del "libre mercado".

Los episodios mencionados más arriba muestran que la pérdida del mercado brasileño para una serie de productos agroalimentarios argentinos podría generar crisis locales o sectoriales, de considerable envergadura. La instauración del ALCA, justamente, implica que gran parte de estos mercados serían resignados a favor de intereses estadounidenses o canadienses, con la consabida crisis local.

En efecto, según informes del Departamento de Agricultura de Estados Unidos, el ALCA podría ser importante para EUA porque coadyuvaría a aumentar sus exportaciones de trigo y las de Canadá al Brasil, así como también las de maíz, soja y algodón al resto del continente. El impacto sobre sus exportaciones de arroz, carnes y productos lácteos sería menos significativo, aunque podría ser considerable sobre las exportaciones argentinas. Es por ello que las exportaciones argentinas de trigo, lácteos y otros productos al Brasil, y a otros países del MERCOSUR, podrían verse resentidas por las exportaciones estadounidenses impulsadas en el marco del ALCA. Como es sabido, la estructura productiva del sector agropecuario de Estados Unidos es, en muchos sentidos, similar y, por ende, competitiva con la estructura productiva del sector agropecuario argentino.

La disputa por los diversos mercados no es un aspecto usualmente considerado por muchos de los funcionarios que pregonan la plena liberalización de la economía, independientemente de las consecuencias que ésta pueda tener. La liberalización plena de algunos mercados (máxime cuando se sabe que otros seguramente van a proseguir siendo protegidos), al menos en el corto plazo, podría generar la pérdida de éstos, sin ningún tipo de compensación. En este sentido, el ALCA podría contribuir a agravar la situación local.

De tal modo, el ALCA presenta una serie de interrogantes respecto de su impacto sobre los medianos y pequeños productores, campesinos y trabajadores rurales de la región. Asimismo, una expansión significativa del agro norteamericano en la región podría contribuir al aumento de la dependencia alimentaria externa que caracteriza a la mayoría de los países de la región y al desplazamiento de una parte importante de los auténticos productores y trabajadores rurales.

La experiencia del ZLCAN estableció para el caso mexicano "que la mayor parte de las repercusiones negativas en el empleo se originaron por la pérdida de competitividad del sector productor de maíz, y en la posible bancarrota de una gran cantidad de pequeños propietarios, sobre todo del sector ejidal, que tienen pocas oportunidades para diversificarse y producir fruta y hortalizas o de modernizar los cultivos tradicionales para ser competitivos en una economía abierta. Algunos autores previeron el "desplazamiento de 15 millones de personas que quedarían afuera de la agricultura, de una población agrícola total de 22,8 millones y de una población de ejidatarios de 12,5 millones" (Janvry y Saudulet, 1998).

Estos aspectos negativos de la ZLCAN, que se fueron materializando en los últimos años y que contribuyeron a la protesta del agro mexicano que embarga a ese país en la actualidad, son una muestra cercana de lo impactante que podrían ser los efectos del ALCA sobre los medianos y pequeños propietarios, campesinos, y trabajadores rurales de América latina y de nuestro país.

Esta situación la expresa Maurice Costin, director de comercio exterior de la Fiesp (Federación de la Industria del Estado de Sao Paolo). "Suelen preguntarme si el Brasil está preparado para entrar en una negociación "4+1" con Estados Unidos. Mi respuesta es: si es para ahora, no. Si es dentro de un tiempo...puede ser".

"No podemos enfrentar el libre comercio con un sistema tributario de impuestos en cascada o trabajar con tasas de interés que, para la industria, llegan al 40% anual. Sin eliminar esas dos situaciones, no estamos en condiciones de competir con Estados Unidos. Por otra parte, para sentarse a la mesa de negociaciones con EUA, tenemos que dejar en claro antes que no va a haber de su parte medidas antidumping sacadas de la galera, como las que toman contra nuestro acero (y, dicho sea de paso, en contra de la miel argentina. MT y JR), sobre aranceles para nuestro tabaco o nuestras naranjas o cupos máximos para nuestros zapatos y otros tantos productos. Para que nosotros abramos nuestro mercado, ellos también tendrán que abrirlo...No conozco en profundidad la situación argentina, pero sé que son muy competitivos en el sector agrícola. Eso va a ser un problema en la negociación porque en EUA existe un lobby agrícola muy importante. No tiene sentido para nosotros ser súper competitivos produciendo soja si después el productor norteamericano va a recibir un subsidio que va a pagar la mitad de sus costos. Queremos competir, pero mano a mano, en forma limpia...Es muy importante que estemos juntos en esta negociación con Estados Unidos. El Brasil y la Argentina, juntos, tienen una importancia estratégica y política mucho mayor que su importancia económica. Cuando un país negocia sólo con una potencia tan grande como Estados Unidos (que tiene el 77% del PIB de toda América), tiene pocas oportunidades de realizar un acuerdo provechoso. Pero si vamos juntos, todo el Mercosur, tenemos cuatro votos en las Naciones Unidas y cuatro en la Organización Mundial del Comercio (OMC). Nuestra importancia estratégica es mayor en grupo...Hay muchos sectores de la sociedad brasileña que se oponen a estas negociaciones, pero no hay que tener miedo, porque tenemos la posibilidad de decir "si", pero también de decir "no". Es importante que recordemos constantemente que no debe haber imposiciones." (La Nación,02/10/01).

Bibliografía
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